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El ambiente en la oficina era tenso. Aika observaba a Rikako desde su escritorio, sintiendo cómo el aire se cargaba de una incomodidad palpable. Ambas trabajaban juntas en un proyecto importante, pero a medida que pasaban los días, la comunicación entre ellas se volvía cada vez más difícil. Aika recordaba que en la escuela, Rikako había sido distante, casi siempre inmersa en sus propios pensamientos y pasiones por el manga. Sin embargo, en ese momento, había algo más que simple distancia en la expresión de Rikako.

Aquella mañana, Rikako había propuesto un enfoque diferente para su proyecto, pero Aika, aún herida por sus propios sentimientos y la confusión en su mente, había malinterpretado sus palabras. Cuando Rikako le sugirió que consideraran un enfoque más creativo, Aika lo vio como una crítica a su trabajo.

— Llevo años trabajando aquí y nunca me dijeron que mi trabajo era así de insípido —dijo Aika, con la voz más dura de lo que pretendía.

Rikako la miró con una expresión neutral, como si intentara mantener su compostura. Aika podía notar que la había herido, pero estaba demasiado atrapada en su propia frustración como para retroceder.

—No era mi intención ofenderte —respondió Rikako, su tono suave pero firme—. Solo creo que podríamos abordar esto desde una perspectiva diferente.

Aika se sintió cada vez más frustrada. Las palabras de Rikako, aunque contenidas, resonaban en su mente como un desafío.

—¿Y eso qué? Solo debemos terminarlo rápido —replicó, incapaz de contener su disgusto.

Rikako mantuvo su mirada, pero Aika podía ver que había una tensión en su mandíbula.

—Es un proyecto que requiere nuestra atención —dijo Rikako, evitando la confrontación directa, pero Aika podía sentir que había más detrás de su calma.

Aika sintió cómo la frustración se transformaba en culpa, pero su orgullo no le permitía retractarse.

—Siempre has tenido una idea muy clara de cómo deben ser las cosas. Tal vez no entiendas lo que es intentar encontrar un equilibrio —dijo Rikako, y aunque su voz era tranquila, Aika pudo notar una firmeza en sus palabras.

Aika se sintió un nudo en el estómago. La expresión de Rikako no mostraba enojo, sino una especie de resignación.

—No te estaba juzgando —dijo Aika, sintiendo que debía dar un paso hacia atrás—. Solo quiero que esto funcione.

—Entiendo —respondió Rikako, manteniendo su tono profesional—. Pero quizás deberíamos replantearnos el enfoque.

Aika se dio cuenta de que había estado tan concentrada en sus propios sentimientos que había olvidado mirar más allá.

—¿Acaso piensas que yo no tengo la misma intención? —dijo Aika, sintiendo que la rabia comenzaba a emerger nuevamente.

—No se trata de eso. Se trata de que este proyecto es importante para ambas. Y parece que no estamos en la misma página —replicó Rikako, sin perder su serenidad.

Aika se sintió incómoda ante la respuesta de Rikako.

—Entonces, ¿qué sugieres? ¿Que lo hagamos a tu manera? —preguntó, cruzando los brazos.

—No estoy sugiriendo nada —dijo Rikako, sin cambiar su tono—. Solo estoy señalando que debemos comunicarnos mejor.

La tensión en el aire era insoportable. Aika no era muy consciente de lo que decía, había algo que la mantenía a la defensiva.

—Tal vez deberíamos tomarnos un tiempo para replantear las cosas —dijo Aika, sintiendo que cada palabra parecía alejarla más de la conexión que una vez tuvieron.

Rikako asintió ligeramente, su expresión impasible.

—Eso podría ser lo mejor —respondió, manteniendo la profesionalidad en su voz—. Continuemos con esto después.

Aika la observó salir de la oficina, sintiendo cómo una parte de ella se rompía al ver que la distancia entre ellas se ampliaba. Aika se sentó en su silla, mirando la pantalla de su computadora, sin poder concentrarse.

La tarde avanzaba sin que nada cambiara. Y mientras Aika se quedó mirando la puerta por donde Rikako había salido, la incertidumbre se apoderó de ella. ¿Había sido una estúpida acaso?

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora