27.

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Ya con unas semanas de haber tenido esa extraña conversación en el bar, ni Aika ni Rikako dijeron nada sobre el asunto.

El día de trabajo estaba llegando a su fin, y ambas estaban finalizando los detalles de un proyecto en la sala de conferencias. Aika intentaba mantener la conversación estrictamente profesional, aunque los silencios entre ellas se volvían tensos, como ya era costumbre.

—Entonces, mañana nos reunimos con el resto del equipo para revisar los resultados, ¿cierto? —preguntó Aika, revisando rápidamente sus notas.

—Sí. Lo que hablamos hoy debería ser suficiente para que todo fluya bien —respondió Rikako, con una leve sonrisa.

Terminaron de recoger sus cosas y salieron del edificio juntas, cruzando la puerta principal. Justo cuando estaban por despedirse, la voz familiar y enérgica de la madre de Rikako resonó desde el otro lado de la calle.

—¡Rikako! ¡Aika! —gritó, con entusiasmo. La mujer estaba allí esperando con la hija de Rikako, una niña de ocho años que miraba con curiosidad hacia Aika.

Ambas se detuvieron. Aika, algo desconcertada, miró a la madre de Rikako acercarse con una sonrisa enorme.

—Mamá… ¿qué haces aquí? —preguntó Rikako, sorprendida y un poco incómoda.

—Voy a estar ocupada, así que vine a traerte a la niña. —La mujer sonrió y, al ver a Aika, sus ojos se iluminaron aún más—. ¡Aika! ¡Qué gusto verte después de tanto tiempo! Ya eres toda una mujer, tenía años sin saber de ti.

Aika, algo aturdida, sonrió incómodamente.

—Hola, buenas tardes, un gusto verla. — dijo Aika, aún sin procesar bien lo que estaba pasando.

—¿Y cómo está tu mamá? Hace tanto que no la veo. — mencionó, recordando sus épocas de secundaria con entusiasmo.

Aika apenas logró asentir, aún sorprendida por el inesperado encuentro.

—Ella está bien. Sigue viviendo en el pueblo con mi hermana, pero a veces la visito —respondió, intentando sonar natural.

La madre de Rikako asintió, con una sonrisa nostálgica.

—¡Qué bueno! Deberías venir a casa algún día, podríamos tomar algo y ponernos al día. ¿Qué te parece? —propuso, con el mismo entusiasmo de siempre.

—Oh, no creo que… —Aika comenzó a responder, tratando de excusarse.

—Ella tiene muchas cosas que hacer —intervino Rikako rápidamente, intentando ayudarla a salir de la situación.

Pero la señora Aida no se daba por vencida fácilmente.

—Vamos, Aika. Un poco de tiempo no te hará daño, quiero que me cuentes más sobre como te ha ido. Además, a mi nieta le encantaría conocerte mejor, ¿verdad, cariño? —dijo, mirando a la niña.

La niña, que había estado observando a Aika con una mezcla de curiosidad y timidez, asintió lentamente.

Aika trató de negarse de nuevo, pero ante la insistencia y la mirada emocionada de la madre de Rikako, no tuvo más opción que ceder.

—Está bien… puedo ir en algún momento —dijo, sonriendo un poco tensa. Su compañera de trabajo la miró, como si le reclamara por haber cedido.

—¡Perfecto! —exclamó la madre de Rikako, visiblemente satisfecha—. Entonces te espero el próximo viernes, vas a ir con Rikako a casa.

— Pero Aika está muy... — la madre de Rikako la interrumpió con un codazo.

Mientras se despedían, la niña continuó observando a Aika con curiosidad, claramente intrigada por la emoción de su abuela al verla.

Rikako, por otro lado, se veía un poco incómoda. Mientras se alejaban, intercambiaron una última mirada, Aika claramente avergonzada y Rikako un poco ¿resentida?

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora