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El día después de la conversación con Suwa, Aika se encontró frente a su laptop, buscando ideas para organizar una pequeña celebración. Aunque estaba acostumbrada a ayudarle a Kanako a planear eventos en la oficina, esta situación la inquietaba mucho más, especialmente porque implicaba a Rikako.

Se levantó del sofá y miró alrededor, tratando de imaginar cómo sería transformar su hogar en el escenario de un cumpleaños. Riko apareció de repente a su lado, saltando con entusiasmo. Aprovechó el momento en que Rikako salió a una papelería para comprar unas cosas de la escuela.

—¡Ya tengo ideas para la fiesta! —anunció, con una sonrisa tan radiante que Aika no pudo evitar sonreír también.

—¿Ah, sí? —preguntó Aika, tratando de esconder su nerviosismo—. ¿Qué tienes en mente?

Riko corrió hacia su mochila y sacó una libreta llena de dibujos coloridos. Aika se inclinó para mirar más de cerca mientras la niña explicaba con emoción.

—Podemos colgar luces en la sala, hacer cupcakes, y tener muchas flores, ¡como en los cuentos de hadas! Mamá ama las flores, ¿verdad? —preguntó Riko, sin detenerse a esperar una respuesta mientras seguía dibujando—. Y tal vez podamos hacer una mesa especial con regalos. Yo misma le haré uno.

Aika asintió lentamente, admirando el entusiasmo de Riko pero sintiendo una creciente sensación de aprensión. Organizar una fiesta parecía fácil en papel, pero sabía que lidiar con sus propios sentimientos sería lo más complicado. Sobre todo, la idea de tener a Rikako cerca en un ambiente tan íntimo no le dejaba de preocupar.

—Lo haremos sencillo, ¿de acuerdo? —dijo Aika con suavidad, más para convencerse a sí misma que a Riko—. No quiero que tu madre se sienta incómoda con algo demasiado elaborado.

—¡Sencillo pero bonito! —Riko afirmó con firmeza, levantando su dibujo para mostrarle—. ¿Qué te parece?

Aika miró la hoja llena de garabatos de luces y flores, y no pudo evitar reírse.

—Creo que es perfecto —respondió, acariciándole la cabeza con cariño.

Pero mientras Riko volvía a "su" consola y retomaba su juego, Aika se quedó pensativa, imaginando cómo sería ese día. ¿Qué sentiría Rikako al ver todo esto? ¿Sería una buena idea involucrarse?

El tiempo avanzaba lentamente, pero Aika sabía que pronto tendría que enfrentarse a lo inevitable: ver a Rikako en una situación completamente diferente a la habitual. Mientras pensaba en cómo manejar sus emociones, su teléfono vibró de nuevo. Esta vez, era Arisa.

—¿He oído bien? ¿Estás organizando una fiesta para Rikako? —decía el mensaje, cargado de incredulidad.

Aika suspiró. Parecía que las noticias viajaban rápido.

—No es lo que piensas —respondió rápidamente—. Riko es quien realmente está organizando todo. Yo solo... estoy ayudando.

Arisa no tardó en responder.

—Sí, claro. "Solo ayudando". Vamos, Aika, no te engañes. Deja de jugar a la madrastra.

Aika cerró los ojos por un momento, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá. Quizá tenía razón, pero no estaba preparada para enfrentar esa verdad. No todavía.

—Solo quiero que Riko esté feliz, ya le tengo cariño y no soportaría verla triste —respondió finalmente, desviando la conversación—. Lo demás... no importa.

—Ni siquiera te gustan los niños, mentirosa.

—Yo nunca he dicho eso. — era mentira, Aika sí lo había dicho cientos de veces.

Arisa no insistió más, pero Aika sabía que tarde o temprano tendría que dejar de esconderse detrás de esa excusa. Mientras tanto, lo único que podía hacer era concentrarse en que todo saliera bien para el cumpleaños de Rikako, aunque supiera que ese día traería consigo más preguntas que respuestas.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora