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El motor del auto de Aika rugía suavemente mientras avanzaba por la ciudad, iluminada por las luces de los faroles. En el asiento del copiloto, Rikako intentaba mantener la compostura mientras Riko, su hija, estaba sentada en sus piernas. Detrás, el trío compuesto por Arisa, Suwa, y Aina, charlaban animadamente, pero con una evidente picardía en el tono de sus comentarios. Aika, al volante, apretaba ligeramente el volante, ya anticipando lo que estaba por venir.

—¿Sabes, Aika? —empezó Arisa desde el asiento trasero—, es curioso lo cercana que te ves con Rikako últimamente... —Su tono era juguetón, pero tenía esa típica intención de incomodar a su amiga.

Aika suspiró, manteniendo los ojos fijos en la carretera, pero sin poder evitar el calor que subía a sus mejillas. No respondió de inmediato, esperando que Arisa se cansara de molestarlas.

—Oh, claro que sí. Parecen una pareja llevando a su familia de paseo ahora mismo —agregó Suwa, mientras Aina soltaba una risa ahogada.

Rikako intentó no reaccionar, pero no pudo evitar que su mano temblara ligeramente sobre las piernas de Riko. Aika podía sentir la tensión en el aire, aunque intentaba mantenerse centrada en la conducción.

—¿Qué quieren decir? —preguntó Riko, inocente, mirando a las amigas de su madre desde el asiento delantero—. ¿Aika y mamá son novias?

El auto quedó en silencio por unos segundos. Aika sintió cómo su corazón se detenía por un momento, y Rikako casi soltó a Riko del puro nerviosismo. En la parte trasera, Suwa y Arisa estallaron en risitas, mientras Aina sonreía de manera más discreta, pero claramente divertida por la situación.

—¡Riko! —dijo Rikako, su voz un poco más aguda de lo normal, intentando salvar la situación—, Aika y yo somos solo amigas, claro que no somos...

—¡¿Novias?! —interrumpió Aika, con la voz más alta de lo que pretendía. Tragó saliva rápidamente—. No, no, claro que no. No pienses eso.

El rostro de Aika estaba completamente encendido, y Rikako, aunque más reservada, tenía una expresión que claramente mostraba su incomodidad. Las amigas en la parte trasera no parecían dispuestas a dejarlo pasar.

—¿"Solo amigas", eh? —comentó Arisa, entre risitas—. Parece que alguien quiere mantener un secreto.

—Oh, vamos, déjenlas en paz —intervino Aina, aunque con un tono tan ligero que era evidente que también disfrutaba del momento—. Although, la pequeña Riko tiene buen ojo, ¿no creen? Se le nota la chispa para entender este tipo de cosas.

Rikako resopló, intentando no reírse, y Aika, aunque avergonzada, no podía evitar sonreír ante lo ridícula que se había vuelto la conversación. Pero antes de que pudiera responder, Riko volvió a intervenir.

—Entonces, ¿van a ser novias algún día? —preguntó la niña con toda la inocencia del mundo, sin comprender el caos que estaba generando en el auto.

Suwa soltó una carcajada fuerte, y Arisa tuvo que taparse la boca para no reír demasiado alto. Aika y Rikako se miraron por un segundo, ambas sin saber qué decir. La respuesta parecía estar atascada en sus gargantas.

—Riko... —empezó Rikako, pero Aika la interrumpió con un tono apresurado.

—¡Ah! ¡Mira, ya casi llegamos a tu casa! —dijo Aika, señalando la dirección que ya conocía de memoria.

Rikako, aliviada por el cambio de tema, miró por la ventana y asintió.

—Sí, ya estamos cerca. Tu abuela te está esperando, Riko —dijo, abrazando a su hija un poco más fuerte.

El ambiente en el auto seguía cargado de bromas contenidas y miradas cómplices desde el asiento trasero. Aika no podía esperar a llegar para dejar a Riko con su abuela y, de paso, intentar desviar la conversación hacia cualquier otro tema.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora