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Era miércoles, y Aika estaba en su oficina, mirando la pantalla de su computadora sin realmente ver lo que había enfrente

Acababa de colgar una llamada con su madre y su hermana, quienes la habían llamado para felicitarla por su cumpleaños. La conversación había sido rápida y llena de bromas familiares, pero Aika siempre agradecía esas pequeñas atenciones. Sonrió al recordar los intentos de su madre por hacerle recordar "la importancia de las buenas y confiables comidas caseras", o sea, que dejara de comer tanta comida basura como le era costumbre.

De repente, escuchó el sonido de la puerta de su oficina abriéndose, y alzó la vista para ver entrar a Arisa, seguida de Kanako. Ambas venían con una energía que Aika reconocía demasiado bien.

—¡Feliz cumpleaños, Aika! —exclamó Kanako con una amplia sonrisa, agitando una mano en señal de saludo exagerado.

—¡No lo olvidé! —añadió Arisa mientras se sentaba en una de las sillas frente al escritorio de Aika, sonriendo.

—Gracias chicas —respondió Aika con una pequeña sonrisa, aunque sabiendo que seguramente vendría algún comentario adicional.

Kanako se apoyó contra el marco de la puerta, cruzando los brazos con una expresión traviesa en el rostro.

—Prepárate para esta noche. Te prometí que te iba a dar alcohol, y vaya que lo voy a cumplir —dijo Kanako con una sonrisa divertida—. Te voy a hacer beber hasta borres cassette.

Aika dejó escapar una pequeña risa, sabiendo que Kanako siempre exageraba, pero también sabiendo que, con ella, todo era posible.

—Lo siento, pero no puedo beber tanto. Mañana tengo que trabajar —dijo Aika, levantando una mano en señal de protesta.

Kanako soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—Ah, no, no. Ese es mi regalo para ti, Aika. Te conseguí el día libre mañana —dijo, con una sonrisa de autosuficiencia, como si hubiera hecho la mayor hazaña del mundo.

Aika parpadeó, sorprendida.

—¿Qué? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó, aunque parte de ella ya sabía la respuesta.

—Uso mi influencia para el bien —respondió Kanako, dándole un pequeño guiño.

Antes de que Aika pudiera protestar más, Arisa intervino, apoyando la barbilla sobre sus manos mientras sonreía con picardía.

—Oye, ya que estamos hablando de regalos... Kanako y yo hemos estado pensando —dijo Arisa, mirando a Kanako cómplicemente—. ¿Qué te parece si te conseguimos una novia para tu cumpleaños?

Aika rodó los ojos y se recostó en su silla, resignada a lo inevitable.

—No, gracias. Estoy bien —respondió, manteniendo un tono neutral.

Pero Arisa no iba a dejarlo pasar tan fácilmente. Hizo una pequeña pausa teatral antes de continuar.

—De preferencia, una que se apellide Aida —añadió con una sonrisa maliciosa, refiriéndose a Rikako.

Aika sintió el calor subiéndole al rostro, pero en lugar de caer en la trampa de Arisa, solo suspiró y apuntó hacia la puerta.

—Fuera de mi oficina, las dos —dijo, con una sonrisa a medias.

Kanako y Arisa se echaron a reír, pero sabían que era hora de dejar a Aika tranquila, al menos por el momento. Aika las despidió con una sonrisa, aunque con el comentario de Arisa dándole vueltas en la cabeza.

Al final de la jornada, Aika cerró su computadora y se estiró. Arisa la esperaba en la entrada de la oficina, lista para caminar juntas al departamento de Aika.

El aire fresco de la tarde era agradable mientras ambas conversaban sobre cosas triviales, hasta que llegaron al edificio de Aika.

Cuando Aika abrió la puerta de su apartamento, se sorprendió al ver a Rikako y Riko ya esperándola en la sala, junto a Suwa y Aina, que también se habían sumado a la celebración.

—¡Aika! —gritó Riko emocionada, corriendo hacia ella y lanzándose a sus brazos con una energía contagiosa.

Aika la atrapó con facilidad, riéndose ante la efusividad de la niña.

—¡Feliz cumpleaños, tía Aika! —dijo Riko, abrazándola con fuerza.

—Gracias, Riko —respondió Aika, con una sonrisa genuina.

Rikako observaba desde el otro lado de la habitación, con una sonrisa cálida, aunque había algo en sus ojos que Aika no pudo descifrar del todo. Mientras tanto, Suwa y Aina estaban ocupadas decorando una pequeña mesa con bocadillos y refrescos, conversando entre ellas.

Riko, emocionada, tomó de la mano a Aika y la llevó hacia la mesa.

—¡Mira! ¡Yo hice el pastel! —dijo con orgullo, señalando un pastel que, aunque no era perfecto en su apariencia, lucía encantador por el esfuerzo que la niña claramente había puesto en él.

—¡Es hermoso! —exclamó Aika, sintiendo una ola de ternura.

—Quería que fuera especial para ti, porque me hiciste sentir muy especial en mi cumpleaños —dijo Riko, con una sonrisa llena de inocencia y gratitud.

Todas en la habitación, incluida Rikako, no pudieron evitar sonreír ante las palabras de la pequeña.

El ambiente se llenó de un calor acogedor mientras Riko tomaba fotos con su celular, insistiendo en hacerse varias selfies con Aika. Aika no era una gran fanática de las fotos, pero no pudo decirle que no a Riko.

—¡Una más, Aika! —decía la niña cada vez que lograba una nueva toma, mientras todas reían por su entusiasmo.

Después de un rato de risas y bromas, Aina y Suwa comenzaron a contar anécdotas, haciendo que el tiempo se pasara volando. Riko se encargó de presumir el pastel a cada persona, y cuando llegó la hora de la cena, todas disfrutaron de una comida sencilla pero deliciosa que Aina y Suwa habían ayudado a preparar.

Al caer la noche, Arisa se estiró en su silla y miró su celular.

—Bueno, creo que ya es hora de que nos vayamos a la celebración oficial de Kanako —dijo, mirando a Aika con una sonrisa traviesa.

Aika suspiró, sabiendo que la noche apenas comenzaba. Pero antes de que se fueran, tomó un último vistazo al departamento, lleno de personas importantes para ella. No podía negar que, aunque no era muy fanática de las grandes celebraciones, este pequeño momento íntimo había sido el mejor comienzo para su cumpleaños.

—¿Lista para beber hasta olvidar tu propio nombre? —preguntó Arisa, levantando una ceja con una sonrisa maliciosa.

Aika se rió, negando con la cabeza mientras se ponía de pie.

—No sé si tanto... pero veamos qué tiene preparado Kanako esta vez —respondió.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora