Gorda

GERMÁN - CAPíTULO 8: EL ERROR

Tan pronto como Agustín dejó solo a su jefe, este pensó en disculparse con su subordinado. Había sido un error de principiante, él mismo los había cometido peores durante sus primeros meses en el cuerpo. Aunque su error más grande había tenido lugar en su madurez profesional.

Abrió el primer cajón de su escritorio, siempre tenía allí su foto. A veces necesitaba verla. Sentía que le mostraba el camino a seguir. Le daba las fuerzas que necesitaba para no flaquear. No quería más víctimas a sus espaldas, no más vidas perdidas que dependieran de su valía en el cargo que ostentaba.

Gorka Valverde tenía tres años cuando desapareció. El inspector tardó dos horas funestas en poner en marcha el dispositivo de búsqueda. Ciento veinte minutos que Germán Gómez recordará como los peor invertidos de su larga carrera profesional como inspector jefe de su comandancia. El cuerpo sin vida del pequeño fue hallado cuatro días después por un pescador. El inspector todavía sentía la angustia de sus pasos mientras se acercaba a lo que parecía un muñeco. Las imágenes se repetían a menudo en sus sueños en forma de bucle agónico. Recordaba su corazón, latiendo con furia. Se recordaba a sí mismo avanzando a cámara lenta, calculando la distancia exacta para comprobar que realmente era él, aquel niño de ojos miel que le sonreía desde todos los escaparates y farolas de la ciudad.

El teléfono comenzó a sonar sacando al inspector de sus ensoñaciones.

-¿Germán? Buenas tardes -saludó Carmen.

-Buenas tardes, Carmen. ¿Has encontrado algo?

-Tengo el contacto de esos dos chicos con los que quedó la joven, pero hay algo más importante que quiero comentarte. ¿Estás ocupado?

-No, bajo enseguida.

El inspector devolvió con sumo cuidado la fotografía del pequeño Gorka al cajón de su escritorio. Tomó el expediente de Rebeca y guardó la denuncia y las fotografías de la chica tratando de retener una vez más aquel rostro serio cuya mirada se clavaba en la piel de Germán.