Tres meses habían transcurrido desde que Harry, Hermione, Draco y los demás comenzaron su búsqueda desesperada por respuestas. Tres meses de recorrer cada rincón de la biblioteca de Grimmauld Place, del Departamento de Misterios, y de cualquier otro lugar que pudiera arrojar luz sobre la naturaleza de la Ley de Matrimonios Concertados y el desbalance mágico que parecía estar detrás de ella.Pero a pesar de sus esfuerzos, todo había sido en vano. No encontraron el origen del problema ni una manera de detener el decreto. Lo único que consiguieron fue una creciente sensación de frustración y la presión inminente de un destino que no podían controlar.
Hermione pasaba horas sumergida en libros antiguos, sus dedos temblorosos de cansancio mientras hojeaba pergaminos llenos de polvo. Harry, cada vez más irritable y ansioso, había comenzado a entrenar de nuevo en solitario, lanzando hechizos en el sótano de Grimmauld Place como una forma de liberar su creciente frustración.
-Esto no puede estar pasando- murmuraba Harry una y otra vez, golpeando el saco de boxeo encantado que había colgado en un rincón del sótano. Cada golpe resonaba en la casa, pero no lograba acallar el eco de la incertidumbre que retumbaba en su cabeza. -¡No puede ser!
Mientras tanto, Hermione, desde la biblioteca, repasaba una vez más los antiguos registros que ya había leído mil veces. Pero nada nuevo surgía. Sus ojos cansados se detuvieron en un pasaje que había marcado previamente, donde se mencionaba el Vínculo del Equilibrio. Ese antiguo ritual seguía siendo la única pista, pero era insuficiente para explicar lo que estaban viviendo ahora.
-No tiene sentido- murmuró, cerrando el libro de golpe. -No hay registro de un desbalance mágico tan fuerte en la historia reciente. No debería estar ocurriendo.
Harry subió las escaleras, limpiándose el sudor de la frente, y se encontró con Hermione en el comedor. La mirada de ella era vacía, perdida entre las páginas que no ofrecían ninguna solución. Él se acercó lentamente, su frustración disminuyendo un poco al ver lo agotada que estaba su amiga.
-¿Alguna novedad?- preguntó, aunque ya conocía la respuesta.
Hermione negó con la cabeza sin mirarlo.
-Nada. No hay registros de un ritual como este que afectara a tantas personas. Es como si el Ministerio estuviera manipulando la magia para sus propios fines, pero no encontramos pruebas concretas. Todo es teórico.
Harry se dejó caer en una silla frente a ella, dejando escapar un largo suspiro.
-Hermione, no podemos seguir así. Estamos perdiendo el tiempo, y el Ministerio no va a esperar. Cada día que pasa es un paso más cerca del matrimonio.
Hermione lo miró, sus ojos oscuros por el cansancio. -Lo sé, Harry. Pero no podemos rendirnos. No sin encontrar una solución.
Antes de que pudiera continuar, un chasquido fuerte resonó en la habitación. Ambos se giraron hacia la ventana, donde una lechuza del Ministerio de Magia acababa de entrar, depositando un sobre sellado con el emblema oficial.
El silencio en la habitación se hizo más denso. Hermione miró el sobre con aprehensión antes de tomarlo en sus manos. El pergamino era pesado, su contenido claramente importante. Mientras rompía el sello y desplegaba la carta, Harry la observaba con el corazón acelerado.
Sus ojos recorrieron rápidamente el texto, pero a medida que avanzaba en la lectura, su rostro se fue volviendo pálido. Finalmente, bajó el pergamino, su voz temblando al hablar.
-Es del Ministerio- dijo en un susurro. -Nos están dando un ultimátum.
Harry frunció el ceño. -¿Qué tipo de ultimátum?
-Tenemos una semana para casarnos. Si no lo hacemos, seremos castigados por traición a la comunidad mágica.- Hermione apretó el pergamino en sus manos. -Nos quitarán nuestras varitas, Harry. Y seremos juzgados.
Harry se quedó en silencio por un momento, dejando que las palabras se asentaran. Traición. La palabra se deslizó por su mente como un veneno.
-¿Una semana? ¿Solo eso? ¿Nos casamos o nos convierten en criminales?
Hermione asintió lentamente. -Nos están dando la oportunidad de cumplir con nuestro deber hacia la sociedad mágica. Si no lo hacemos, seremos desterrados, o peor.
Harry se levantó de golpe, empujando la silla hacia atrás. -¡Esto es una locura! ¿Cómo pueden hacer esto? ¡No podemos dejar que nos controlen así!
-No tenemos opción, Harry- dijo Hermione, levantándose también. -No podemos permitirnos perder nuestras varitas. Sin ellas, no podemos luchar.
-¿Luchar contra qué?- Harry la miró desesperado. -No hemos encontrado nada. No tenemos pruebas de que el Ministerio esté detrás de esto. Ni siquiera sabemos si podemos detener esta maldita ley.
Hermione apretó los labios, intentando mantener la compostura.
-Nos casaremos porque no tenemos otra opción, pero esto no termina aquí. Seguiremos buscando una manera de anular este decreto. Lo prometo.
Harry la miró por un largo momento, su respiración acelerada. Finalmente, asintió, aunque sus ojos seguían brillando con frustración.
-Está bien. Nos casaremos. Pero no dejaré que nos controlen para siempre.---
Mientras tanto, en la Mansión Malfoy
Draco se encontraba en su despacho, contemplando el fuego crepitante de la chimenea cuando una lechuza negra irrumpió por la ventana abierta. Sabía que venía del Ministerio antes de que el ave tocara la mesa. Sin embargo, cuando tomó el pergamino y lo leyó, sintió un frío que lo atravesaba desde el pecho hasta los huesos.
Luna, que había estado en la habitación contigua, entró en ese momento. Notó la expresión de Draco y se acercó, preocupada.
-¿Qué sucede?Draco le tendió el pergamino sin decir una palabra. Luna lo tomó y leyó en silencio. Sus labios se fruncieron ligeramente, pero no hubo sorpresa en su rostro, como si ya hubiera anticipado que algo así sucedería.
-Una semana- murmuró, devolviendo el pergamino. -Parece que han decidido acelerar las cosas.
-Nos están acorralando- dijo Draco con amargura. -Casarnos o ser traidores. No hay otra opción.
Luna lo miró, sus ojos azules llenos de una serenidad que a Draco le resultaba desconcertante.
-No se trata de opciones, Draco. Se trata de cómo elegimos enfrentar lo que nos imponen.
Draco levantó la mirada hacia ella, sorprendido. -¿Cómo puedes estar tan tranquila? Nos están obligando a casarnos. Esto no es lo que ninguno de los dos quiere.
Luna sonrió suavemente, acercándose a él.
-Quizás no, pero no necesitamos dejar que nos definan. Este matrimonio no tiene que controlarnos. Solo nosotros podemos decidir qué significa.
-¿Y qué crees que significa?- preguntó Draco, su voz apenas un susurro.
Luna lo miró fijamente antes de responder.
-Significa que no dejaremos que nos quiten nuestra libertad interna, pase lo que pase. Podemos encontrar un camino juntos, sin importar lo que la magia o el Ministerio intenten imponernos.
Por un momento, Draco se dejó envolver por esas palabras. Había algo en la forma en que Luna veía el mundo que siempre lo sorprendía. Mientras él se hundía en la desesperación y la rabia, ella veía una luz en medio de la oscuridad. Y aunque no lo admitiera, esa luz era lo único que lo mantenía a flote.
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Unidos Por la Magia
RomanceLuego de la guerra, dos años exactamente, el ministro de magia lanzó una nueva ley, ley que se basa en "Matrimonios Concertados" por la magia. Nunguna persona que tenga de 18 a 35 años que no esté casado queda exento de esta ley. Todos tienen el deb...