Capítulo 21

90 6 0
                                    

Los días en la casa de Harry y Hermione habían comenzado a tomar un ritmo diferente. Cada mañana, mientras el sol se colaba por las ventanas, la sensación de que algo grande estaba a punto de cambiar llenaba el ambiente. La llegada de su hija se sentía cada vez más cercana, y con ella, una nueva etapa en sus vidas.

La Habitación de la Bebé

-¿Crees que estará lista?- preguntó Harry mientras observaba la cuna que acababa de montar en la habitación que habían preparado. El cuarto estaba pintado de un suave color lila, con detalles en blanco y beige, creando un espacio cálido y acogedor. Las paredes estaban decoradas con pequeños dibujos de criaturas mágicas y animales adorables que Hermione había encantado para que se movieran suavemente.

-Está perfecta- respondió Hermione desde el otro lado de la habitación, ajustando las suaves cortinas. -Es justo como lo imaginé.

En la esquina, una mecedora esperaba, y a su lado, una estantería llena de libros de cuentos que Hermione había seleccionado cuidadosamente. Harry había hecho todo lo posible para asegurarse de que cada detalle fuera perfecto. Desde los juguetes mágicos que se movían al ritmo de las risas, hasta el móvil encantado que colgaba sobre la cuna, lleno de estrellitas que brillaban suavemente en la oscuridad.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, admirando su trabajo. Sabían que en poco tiempo estarían meciendo a su pequeña en esa habitación, enfrentando los desafíos y alegrías de la paternidad.

Un Día en el Callejón Diagon

Días después, con la lista de pendientes en mano, Harry y Hermione decidieron hacer una última visita al Callejón Diagon para completar los preparativos. Al llegar, la bulliciosa calle estaba llena de brujas y magos comprando provisiones, pero ellos estaban concentrados en una misión: encontrar las cosas perfectas para su hija.

Entraron a la tienda de ropa infantil mágica, donde las prendas colgaban flotando en el aire, mostrando sus encantos especiales. Hermione sonrió al ver los diminutos vestidos que cambiaban de color según el estado de ánimo del bebé, mientras Harry observaba con fascinación unos zapatitos que emitían suaves destellos de luz cuando el niño daba sus primeros pasos.

-Estos son perfectos- dijo Hermione mientras sostenía un conjunto de suaves zapatitos blancos con detalles plateados.

-Y mira estos vestidos, Harry, cambiarán de color dependiendo de cómo se sienta nuestra pequeña.

Harry asintió, divertido.

-¿Y qué tal esos que tienen pequeños símbolos de quidditch? Apuesto a que será fan desde pequeña.

Hermione se rió, pero aceptó el conjunto, sabiendo cuánto significaba para Harry compartir su amor por el deporte con su hija. Continuaron comprando, llenando sus bolsas con ropita suave, mantas encantadas para calentar automáticamente al bebé, y hasta algunos juguetes mágicos que se movían o cantaban canciones de cuna.

En una pequeña tienda al final del callejón, Harry encontró un peluche de un hipogrifo que se movía suavemente al ser acariciado.

-Este lo quiero para ella- dijo con una sonrisa. -Es... especial.

Hermione lo observó con ternura, sintiendo cómo el amor y la emoción de Harry crecían cada día más ante la inminente llegada de su hija.

-Ella va a adorarlo.

Momentos de Anticipación

De regreso en casa, después de un día lleno de compras y risas, Harry y Hermione comenzaron a organizar las cosas en la habitación de su bebé. Cada pequeño detalle parecía una declaración de amor hacia la nueva vida que estaban a punto de recibir. Las mantas se doblaron, los juguetes se colocaron en sus estanterías y la ropa se guardó cuidadosamente en el armario.

Mientras Hermione se recostaba en la mecedora, acariciando su vientre que ya mostraba con claridad la presencia de su hija, Harry se acercó y se arrodilló frente a ella. Colocó una mano en su barriga y sonrió al sentir una suave patadita.

-Ya casi está aquí- susurró, su voz llena de admiración y asombro.

Hermione asintió, con una mezcla de emoción y nervios.

-¿Estás listo para esto, Harry?

Harry la miró a los ojos y, con una sonrisa tranquila, respondió: -No sé si alguien alguna vez está completamente listo, pero lo que sí sé es que no puedo esperar para conocerla. Y sé que lo haremos bien... juntos.

El silencio que siguió estuvo lleno de calma y comprensión. Ambos sabían que el futuro traería desafíos, pero también estaban seguros de que podrían enfrentarlos como equipo. Ya no era solo sobre ellos dos, ahora había una pequeña vida que dependía de ellos, una vida que ya amaban profundamente.

Unidos Por la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora