El Gran Comedor del Ministerio de Magia nunca había parecido tan silencioso como en ese momento. La noticia del Decreto había corrido como el fuego en el mundo mágico, y la tensión era palpable entre los empleados. Hermione y Harry caminaban lado a lado, abriéndose paso entre miradas furtivas y murmullos que se acallaban a medida que ellos pasaban.
No había nadie que no supiera lo que había sucedido: los primeros emparejamientos habían sido anunciados, y Harry Potter y Hermione Granger, los héroes de la Segunda Guerra Mágica, habían sido los elegidos para encabezar esta nueva ley. Lo que debería haber sido un motivo de orgullo, se sentía más como una sombra que los perseguía.
-Es como si estuviéramos de vuelta en el colegio- murmuró Harry, haciendo un ademán con la cabeza hacia un grupo de magos que intentaban disimular mientras los observaban.
-Peor- contestó Hermione en voz baja. -En Hogwarts había cotilleos, pero esto... Esto es diferente. Es como si nos hubieran convertido en un experimento.
Al llegar a su destino, una pequeña sala de reuniones dentro del Ministerio, Hermione empujó la puerta, y ambos entraron. Ya estaban ahí Ron, Ginny y algunos otros miembros de la familia Weasley. Todos parecían estar igual de perplejos.
-¿Es verdad?- fue lo primero que dijo Ron, sin rodeos. Se había puesto de pie tan pronto como Harry y Hermione entraron en la sala. Su expresión era mezcla de preocupación y... ¿enojo?
-Lo es- confirmó Harry con un asentimiento, pero sin atreverse a mirar directamente a Ron. Sabía que aquello era una noticia difícil de digerir para él, más de lo que parecía.
Ginny, que estaba sentada junto a Ron, se levantó lentamente, acercándose a su hermano. -Hermione, Harry... ¿por qué ustedes? No tiene ningún sentido.
-Lo sé- replicó Hermione, frotándose las sienes como si el estrés acumulado estuviera por explotar. -Creemos que se trata de la magia misma. El Ministerio nos ha emparejado, pero hay más en juego de lo que parece. No es solo una cuestión política... algo en la magia está cambiando."
Ron lanzó una risa amarga.
-¿La magia está cambiando? ¿Ahora resulta que la magia quiere que nos casemos con personas que no hemos elegido? Esto es ridículo, Hermione.
Ginny puso una mano en el brazo de su hermano, intentando calmarlo.
-Ron, no es culpa de ellos. No sabemos qué está pasando realmente.
Hermione bajó la mirada. Sabía que la reacción de Ron era inevitable. Durante años habían compartido una conexión cercana, pero lo que había entre ellos no era lo que se había esperado. La guerra había dejado cicatrices profundas en su relación, cicatrices que nunca se curaron del todo. Sabía que él había esperado más, pero ahora la vida parecía haber dado un giro inesperado.
-¿Y qué se supone que debemos hacer ahora?- preguntó Ron, claramente frustrado. -¿Simplemente aceptarlo? ¿Cumplir con esta ley absurda?
-No lo sé- confesó Harry. -Pero hemos hablado con Kingsley. Nos ha dicho que el Decreto es algo que no podemos ignorar. El Ministerio está respaldado por algo más que solo política... hay algo en la magia misma que está empujando todo esto.
Ginny frunció el ceño. -Pero... ¿por qué? ¿Qué podría estar debilitando la magia de esa manera?
Hermione, siempre racional, intentó explicarse mejor.
-Hay teorías. Después de la guerra, cuando derrotamos a Voldemort, muchas cosas quedaron... rotas. La destrucción de los horrocruxes dejó cicatrices en el tejido de la magia. Algunas áreas en el mundo mágico han sido inestables, y no es solo cuestión de tiempo. El Ministerio cree que si no aseguramos que haya descendientes mágicos, podríamos perder mucho más de lo que imaginamos.
El silencio se extendió por la habitación. Todos intentaban procesar las palabras de Hermione. Era difícil imaginar que la misma magia que había estado con ellos durante toda su vida ahora les estuviera jugando en contra.
-Entonces, ¿no hay otra opción?- Ginny rompió el silencio. Sus ojos se encontraron con los de Harry, buscando una respuesta. -¿Van a... casarse?
Harry tragó saliva.
-No lo sé, Ginny. No quiero hacerlo por obligación, pero... si realmente se trata del futuro de la magia...
Ron dio un paso adelante.
-Esto es una mierda. Siempre hemos tenido opciones. Luchamos en la guerra para que nadie nos dijera qué hacer con nuestras vidas, y ahora esto...
-Ron...- Hermione intentó calmarlo, pero él levantó la mano.
-No, Hermione, escucha. Esto no es lo que quieres. Lo sé. ¡Esto no es lo que nadie quiere! ¿De verdad vas a dejar que el Ministerio juegue con tu vida así? ¿Y tú, Harry? ¿Te vas a casar con Hermione solo porque alguien te lo dice?
Las palabras de Ron cayeron como un mazo sobre la sala. Todos se quedaron quietos, en espera de una respuesta.
Harry cerró los ojos un momento antes de hablar.
-No sé qué hacer, Ron. Pero no creo que sea tan simple como decir no. Si la magia está involucrada... si de verdad está en riesgo el futuro de todos...
Ron lo interrumpió, con la cara enrojecida. -¡Siempre hay una elección, Harry! Siempre la hay.
Antes de que Harry pudiera responder, la puerta de la sala se abrió de golpe. Una figura alta y rubia entró, su expresión serena pero llena de tensión. Draco Malfoy.
-Parece que no somos los únicos atrapados en este lío- dijo con un tono suave, pero cargado de ironía. Los ojos de todos se volvieron hacia él.
-¿Qué haces aquí, Malfoy?- preguntó Ron, sin esconder su desdén.
Draco esbozó una sonrisa amarga.
-¿No lo adivinas, Weasley? Yo también he recibido mi carta. Y déjame decirte algo: ninguno de nosotros tiene el control de lo que está por venir.
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Unidos Por la Magia
RomanceLuego de la guerra, dos años exactamente, el ministro de magia lanzó una nueva ley, ley que se basa en "Matrimonios Concertados" por la magia. Nunguna persona que tenga de 18 a 35 años que no esté casado queda exento de esta ley. Todos tienen el deb...