El tiempo parecía haber adquirido una cualidad extraña y asfixiante. Los días pasaban con una rapidez implacable, mientras que cada segundo se sentía eterno. La cuenta regresiva había comenzado, y tanto Harry como Hermione, así como Draco y Luna, sabían que el momento de sus bodas forzadas estaba cada vez más cerca.
Harry se encontraba en la cocina, absorto en sus pensamientos mientras la tetera hervía a su lado. Había pasado los últimos días en silencio, evitando las miradas preocupadas de Hermione y la insistencia de Ginny por hablar. Sentía que el peso de lo inevitable lo aplastaba.
Hermione entró a la cocina, deteniéndose al verlo perdido en sus pensamientos. Su propia angustia era palpable, pero había encontrado en el trabajo una manera de sobrellevarlo. Se había sumergido en los preparativos, haciendo todo lo posible para mantener las emociones a raya. Sabía que si permitía que el miedo la dominara, todo se derrumbaría.
-Harry- dijo en voz baja, rompiendo el silencio.
Él no levantó la vista inmediatamente, pero finalmente habló sin girarse.
-¿Qué vamos a hacer, Hermione? ¿Realmente vamos a dejarnos llevar por esto? ¿Casarnos porque nos lo ordenan?
Hermione se acercó y tomó asiento frente a él. El eco de la misma pregunta la había atormentado durante noches enteras.
-No tenemos otra opción. Si no lo hacemos, perderemos nuestras varitas, y con ellas, nuestra única oportunidad de cambiar algo.
Harry apretó los puños, la impotencia invadiéndolo una vez más.
-¿Cambiar qué? Hemos estado buscando durante meses y no hemos encontrado nada. Nos estamos quedando sin tiempo.
Hermione asintió con la mirada baja. Sabía que tenía razón. Cada día que pasaba sin encontrar respuestas era una derrota más, una confirmación de que estaban atrapados en una red de magia más poderosa de lo que podían manejar.
-Pero no podemos rendirnos- dijo finalmente, levantando la vista para mirarlo directamente a los ojos. -Aún tenemos una oportunidad de seguir investigando, aunque sea después de... después del matrimonio. Esto no tiene que ser el final.
Harry la observó, notando el cansancio en su rostro, pero también la determinación que nunca había desaparecido. Hermione siempre había sido su ancla en medio del caos, y aunque todo se sentía tan fuera de control, ella se mantenía firme.
-¿Crees que eso será suficiente?
-No lo sé- admitió Hermione. -Pero mientras tengamos nuestras varitas, podremos seguir luchando. Y si algo hemos aprendido, Harry, es que no debemos subestimar el poder de la resistencia, incluso cuando parece que todo está perdido.
El silencio volvió a caer sobre ellos, pero esta vez, no era tan opresivo. Harry se permitió un pequeño respiro, sabiendo que, aunque las circunstancias eran desesperadas, no estaban completamente derrotados. No aún.
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En la Mansión Malfoy
Draco estaba solo en el despacho familiar, rodeado de antiguos retratos de sus antepasados que lo miraban con desdén. La Mansión Malfoy siempre había sido un reflejo de su linaje: majestuosa y orgullosa, pero ahora, cada rincón parecía ahogarlo.
Luna estaba en el invernadero, cuidando las plantas mágicas que había traído consigo. El contraste entre ambos era evidente. Donde Draco veía sombras y cadenas, Luna encontraba belleza y luz en los pequeños detalles. Sin embargo, incluso la serenidad de Luna se había visto alterada en los últimos días. El ultimátum del Ministerio no era algo que pudiera tomarse a la ligera, y ambos sabían que el tiempo se les agotaba.
-¿Qué piensas hacer?- preguntó Draco, entrando al invernadero. Su tono no era agresivo, pero llevaba consigo una sensación de urgencia que no podía ocultar.
Luna levantó la vista, con las manos aún cubiertas de tierra.
-Creo que, por mucho que intentemos retrasarlo, debemos enfrentar lo que viene. No podemos huir de esto, Draco.
Él frunció el ceño, siempre sorprendido por la calma de Luna.
-¿Eso significa que simplemente... lo aceptarás?
Luna se limpió las manos con delicadeza, mientras lo miraba con sus grandes ojos azules, llenos de una calma que Draco envidiaba.
-No lo aceptaré, no en el sentido en que ellos quieren. El matrimonio es solo una formalidad para el Ministerio. Lo que hagamos con él es lo que importa. Y si podemos seguir siendo nosotros mismos, entonces no nos han derrotado.
Draco suspiró, corriendo una mano por su cabello. Había estado luchando internamente desde que recibieron el ultimátum. Parte de él quería rebelarse, huir, cualquier cosa antes que ceder al control del Ministerio. Pero sabía que, como Luna decía, eso no era posible sin grandes sacrificios.
-Entonces, ¿te casarías conmigo?- preguntó finalmente, su voz baja.
Luna lo miró con una sonrisa tranquila.
-No porque ellos lo digan, sino porque, en este momento, es lo que debemos hacer. Y prefiero enfrentar este desafío contigo que con cualquier otra persona.
Draco se quedó en silencio, procesando sus palabras. Luna siempre tenía una manera de ver el mundo que lo desconcertaba, pero al mismo tiempo lo hacía sentir menos atrapado. Si había alguien que podía convertir algo tan frío y calculado como este matrimonio en algo más... quizás era ella.
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El día de la boda se acerca
Con el paso de los días, el peso del ultimátum se hacía cada vez más insoportable. Mientras Harry y Hermione intentaban mantener la calma, Ginny y Ron se vieron forzados a aceptar la realidad de la situación. La tensión entre Ron y Harry seguía siendo palpable, pero poco a poco había comenzado a disminuir. Sabían que, a pesar de todo, no podían permitirse perder su amistad.
-Sabes que siempre serás mi hermano, ¿verdad?- le dijo Ron a Harry en una conversación privada. Sus palabras eran torpes, pero llenas de sinceridad. -Esto no es tu culpa.
Harry lo miró, sintiendo el nudo en su garganta que había estado ignorando.
-No me siento como tu hermano ahora, Ron. Pero lo agradezco.
Ginny, por su parte, estaba lidiando con sus propias emociones, evitando ver a Harry en los últimos días. El dolor de perder lo que una vez fue su futuro con él la estaba destrozando, pero sabía que este no era el momento para enfrentarlo. No aún.
Hermione, por otro lado, había comenzado a recibir consejos de Luna, quien, aunque peculiar en sus métodos, había encontrado en Hermione una amiga y aliada. Ambas, atrapadas en circunstancias que no habían elegido, compartían más de lo que podían imaginar. Y mientras el día de las bodas se acercaba, se apoyaban mutuamente, sabiendo que esta batalla, aunque perdida en apariencia, no había terminado.
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Unidos Por la Magia
RomantizmLuego de la guerra, dos años exactamente, el ministro de magia lanzó una nueva ley, ley que se basa en "Matrimonios Concertados" por la magia. Nunguna persona que tenga de 18 a 35 años que no esté casado queda exento de esta ley. Todos tienen el deb...