El invierno había llegado con fuerza a todo el mundo mágico. Las chimeneas ardían en cada rincón del Callejón Diagon y en las residencias de las familias afectadas por la Ley de Matrimonios Concertados. Pero, a pesar del frío exterior, el ambiente en la vida de Harry y Hermione se sentía cálido y reconfortante. Con la llegada de su hija Lily Jean, ambos habían encontrado un refugio en su hogar, alejados de las amenazas del Ministerio y los misterios que aún rodeaban la ley.
Sin embargo, sus días no podían estar completamente libres de preocupaciones. A pesar de su deseo de concentrarse únicamente en su nueva vida como padres, Harry sabía que la amenaza del Ministerio seguía acechando. Entre la felicidad de su reciente paternidad, y la investigación secreta que mantenían junto a sus amigos más cercanos, las responsabilidades se multiplicaban.
Un día lluvioso, mientras Harry cambiaba a Lily en su habitación, Hermione llegó con una carta en la mano. Su expresión era seria, pero había un toque de alivio en su mirada.
-Ginny ha dado a luz, Harry -dijo con una sonrisa, extendiéndole la carta-. Es un niño.
Los ojos de Harry se iluminaron.
-¡Qué increíble! -exclamó, con emoción, abrazando a Lily, que balbuceaba en su cuna-. Neville debe estar volando de felicidad.
-Estoy segura de que sí -dijo Hermione, sonriendo mientras se sentaba junto a él-. Según la carta, ha sido un parto largo, pero tanto Ginny como el bebé están bien. Lo han llamado Frank, como el padre de Neville.
Harry se quedó un momento en silencio, asimilando la noticia. La vida seguía avanzando, y aunque habían sido forzados a entrar en estos matrimonios, empezaban a ver la belleza de lo que surgía de ellos. A pesar de todo, un nuevo capítulo se abría para Ginny y Neville.
-Deberíamos ir a verlos pronto -comentó Harry-. Estoy seguro de que Ginny estará deseando presentarnos a su pequeño.
Hermione asintió, pero antes de que pudiera responder, el sonido de la chimenea activándose interrumpió la conversación. Draco y Luna aparecieron en el salón, con su pequeño hijo, Scorpius, en brazos. Luna sostenía al bebé con cuidado, acariciando suavemente su mejilla mientras Draco traía una caja de regalos.
-Venimos con noticias -anunció Draco, entrando en la sala con una leve sonrisa.
-¿Noticias? -preguntó Harry, mientras ambos dejaban lo que estaban haciendo para recibir a sus amigos.
Luna se acomodó en un sillón, y colocó a Scorpius, que ya tenía cinco meses, en su regazo. Sus ojos brillaban mientras acariciaba la cabeza del bebé.
-Nos hemos enterado de que no solo Ginny ha dado a luz -comentó Luna con su tono soñador-. Pansy y Blaise también han sido bendecidos con una pequeña.
Hermione levantó las cejas con sorpresa.
-¿Pansy? -dijo, mientras una sonrisa se formaba en su rostro-. No sabía que estaban tan adelantados en el embarazo.
-Ni yo -añadió Harry-. ¿Cómo están ellos?
Draco, que había sido amigo de Blaise durante años, suspiró.
-Están bien, aunque Blaise está tan nervioso que casi destrozó la sala de espera en San Mungo. La niña se llama Cassiopeia.
-Una niña para Blaise y Pansy -dijo Hermione, encantada-. Qué hermoso.
La conversación se desvió hacia el tema de los recién nacidos, y cómo, en tan poco tiempo, su grupo de amigos había pasado de ser jóvenes que luchaban contra Voldemort a padres en medio de un nuevo desafío, con sus hijos siendo las primeras generaciones nacidas bajo la Ley de Matrimonios Concertados.
Luna acarició la cabecita de Scorpius y, con una mirada significativa, miró a Hermione.
-Es curioso cómo la vida sigue adelante a pesar de todo, ¿verdad? -comentó Luna-. Nos preocupamos por las decisiones del Ministerio, por lo que está en juego, y mientras tanto, estos pequeños llegan a nuestras vidas como recordatorios de que hay más cosas importantes.
Hermione asintió, pensando en las palabras de Luna. A pesar de los misterios y amenazas que seguían colgando sobre sus cabezas, era imposible ignorar la alegría que sentían por el nacimiento de estos niños. No solo sus hijos, sino los de sus amigos, traían esperanza en medio de la incertidumbre.
-Sí, es cierto -respondió Hermione-. Creo que, en el fondo, lo que más nos preocupa es proteger a nuestras familias, pero ahora también sabemos que ya estamos construyendo algo, algo por lo que vale la pena luchar.
Draco, que normalmente no era tan dado a expresar sus emociones, hizo un leve asentimiento. Él también había sido consumido por el miedo y la desconfianza, pero sabía que la prioridad era clara: mantener a su hijo a salvo.
La conversación continuó, mientras el whisky de fuego se repartía en pequeños vasos y los amigos recordaban cómo habían llegado a este punto, y lo que significaba para cada uno de ellos. Luna, con su dulce sonrisa, acariciaba a Scorpius mientras hablaba del futuro que imaginaba para su hijo. Hermione, mientras tanto, observaba a Harry con ternura. Aunque no todo había sido fácil para ellos, ahora estaban más unidos que nunca, y la idea de formar una familia era más fuerte que cualquier amenaza externa.
-Aún tenemos mucho por delante -dijo Harry, levantando su vaso en señal de brindis-. Pero sé que juntos, todos nosotros, superaremos cualquier cosa que el Ministerio o el destino nos depare.
La conversación se desvaneció en un silencio cómodo, mientras afuera, la lluvia seguía cayendo. En ese pequeño refugio que habían construido, Harry, Hermione, Draco y Luna sabían que aunque el futuro podía ser incierto, siempre encontrarían fuerzas en su unión, y en las nuevas vidas que traían al mundo.
Bebé de Neville y Ginny (Frank)
Bebé de Blaise y Pansy (Cassiopeia)
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Unidos Por la Magia
RomansaLuego de la guerra, dos años exactamente, el ministro de magia lanzó una nueva ley, ley que se basa en "Matrimonios Concertados" por la magia. Nunguna persona que tenga de 18 a 35 años que no esté casado queda exento de esta ley. Todos tienen el deb...