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¿Por qué no se movía?

Eso perturbó a Ugo lo suficiente como para hacerlo meditar sobre sus movimientos: Limitarlos lo mejor que pudiera e irse de una buena vez.

Ya siquiera hacía ruido porque se sentía espantado por esa presencia silenciosa.

La luz era muy pobre, y aunque se esforzaba, no lograba ver quien era. Así que se armó de valor y dijo:

― ¿Qué pasa, eres el chico de antes? ¿Qué quieres, me estas siguiendo? ―Tuvo la maniática sensación de que estaba ahí por lo mismo que él.

<< Ah, con que eso estaba buscando. Por eso rondaba por aquí a estas horas. >> Pensó en sus adentros, molesto.

Pero, no se dejó llevar.

Por su lado, esperó a recibir una respuesta, la cuál no llegó a recibir. Como resultado en su cara se vio una mueca de disgusto e incredulidad.

<< ¿Qué le pasa, qué hace ahí? >>

― ¡¿No piensas responder?!

Se levantó, dejando la armadura sobre la capa en el suelo, dio la vuelta y fue a buscar la lámpara. Cuando regresó seguía en el mismo lugar, y se le acercó. Cuando luz comenzaba a alcanzarlo, Ugo pudo percatarse de sus prendas estaban extremadamente sucias, de barro probablemente, ensangrentadas. Tenía la piel como succionada por los huesos, y no por estar famélico, sino que estaba muy, pero muy rígida, cada musculo o vena era completamente visible y palpable. Era surrealista.

No le veía el rostro, estaba mirando en otra dirección.

A Ugo en silencio se le fueron los colores cuando un rayo rompió el silencio y lo hizo ver como aquél hombre se estremecía de una manera tan inusual. Como si aquél rugido de la naturaleza hubiera pasado cerca de sus oídos con forma de un insecto que le fastidiaba, y parecía estar tratando de hallar como obstruir su audición con los dedos.

Por instantes mantuvo la distancia, luego, pensó preocupado y algo confundido:

<< ¿Saul, qué hace este estúpido afuera? Está manchado de sangre... ¿Qué mierda hizo? >>

Era su primo, se decía, por sus comportamientos tan erráticos. Resopló sonoramente, molesto otra vez, se sintió ridículo por haberse asustado

Pero volvió a perder todo signo de valentía, enojo e incluso la razón en cuanto ese hombre se volvió y no era quien había pensado.

Sus ojos tenían un aspecto asqueroso y horrible, con ellos finalmente lo divisó entre tanta penumbra. Logró ver a Ugo porque estaba sosteniendo la lámpara, y de repente, se precipitó a alcanzarlo corriendo como una bestia violenta e irracional. Ni con eso hacía ruido, lo único que se podía oír eran sus pisadas.

Ugo comenzó a huir despavorido de esa persona, pero no era lo suficientemente rápido, más tarde que temprano lo atrapó.

No tenía nada en mente, abrazaba con todas sus fuerzas el deseo de salir de las manos de ese sujeto ensangrentado, sucio y malévolo. No le importaba en absoluto el oro, ni nadie más. Era tan feroz el golpe de adrenalina y lo rápido que todo estaba sucediendo que ni una sola vez se le cruzo por la mente gritar por ayuda.

Era fuerte, mucho más fuerte que él, veloz y salvaje.

Y antes de poder pensar en algo, le dio ese hombre una brutal mordida en la cara, y de ese modo, se alimentó con Ugo.

Nadie pudo oír sus gritos de dolor, nadie fue a salvarlo, porqué a tales horas la villa estaba siendo evacuada.

Muertos vivientes fue el nombre que le dieron unos, Poseídos otros, Monstruos para los más indiferentes.

Alma castigada - Hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora