Capítulo 15

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― ¡Si hay alguien que quiere maldecir a los cuatro vientos, soy yo! ¡Justo en la mejor parte, no puede ser! ―chillo Fiona dando patadas. Se colocó la mano en la cintura, y con la otra se rascaba la nariz. Luego, dijo―: ¿Ahora qué?...

―Limpiar... ―replicó Amer en tono de queja, con una evidente mueca en el rostro.

― ¡Tonterías! ¡Vete! Tú vas a ir y averiguarás lo que está pasando.

― ¿Qué? ―cuestionó Amer con el ceño fruncido― No voy a hacer eso.

―Sí, claro, como si no te interesara. ―sonrió ella.

―No lo haré. 

Fiona chasqueó la lengua y suspiró profundamente.

―Está bien. ―respondió de pronto con indiferencia y comenzó a limpiar.

―Vincent no me abrirá aunque le ruegue en la puerta. Trabaja un asunto a la vez, no me dará oportunidad de nada hasta que termine. ―se excusó Amer con indignación.

―Sí, sí. No necesitas explicármelo. ¿Quieres que te prepare algo cuando termine? ¿O qué harás?

Amer no supo qué responder inmediatamente, se detuvo a pensar y animándose a limpiar con ella, respondió:

―Quisiera que habláramos un poco.

―Gracias, usa esto ―dijo ella al ver su intención y le dio trapo mojado que tenía un olor muy fuerte a limpiador―. ¿De qué quieres hablar?

―Munet y yo hemos estado hablando desde hace un tiempo sobre dejar la dama parda.

Fiona estaba seria, tuvo el impulso de mirar a Amer cuando recibió la noticia pero no tuvo el valor. No sólo era inesperado, sino que también había una fuerte tensión creciendo entre ellos silenciosamente. Buscó otro trapo y lo hundió en una cubeta llena de agua, limpiador y residuos de la nube negra.

―Entiendo, me alegra ―dijo con voz tenue―. Pero, espero se acuerden de mí cuando me vaya a estudiar. ¿Qué piensan hacer?

―No estoy seguro, supongo que nos iremos a la ciudad. Munet sabe ocultar su identidad muy bien, quizá colaborará con artistas para conseguirse un trabajo en el mercado musical; yo estaré con ella y... ―suspira― Me siento extraño. He pasado demasiados años en este lugar. Es la primera vez que me planteo volver a tener una vida normal, y no es eso lo que me preocupa, sino que no sé cómo hacerlo exactamente. No sé cómo alcanzar lo que yo quiero. Para alguien como yo... ―sonrió―, dicen que estoy tan acostumbrado a las riquezas que dejar este trabajo es hundirse en la quiebra voluntariamente.

―Vaya, y yo pensé que no te cansarías del dinero, los lujos y el teatro. Bueno, sólo piensa que seguirás igual si les va bien. Esfuérzate como al principio y puede que todo vaya bien, y además, no veo necesario angustiarse por dinero si te estarás con Munet. Ella sabe hacer una cantidad de cosas... ―musitó, arqueando las cejas con severidad. 

―Sabes que no es amor al dinero lo que me mantuvo anclado a este trabajo, sólo me gusta estar tranquilo y no preocupado por mi bienestar. Ya te he hablado de esto. Fiona, yo todavía te amo, lo sabes.

Fiona se detuvo en seco, el estomago se le encogió casi instantáneamente.

―Entiendo la opinión que tu familia tiene sobre mí, y tienen razón; Elinor..., tu hermana se casó con un hombre como yo. Pero no somos iguales ―dijo al terminar con la limpieza de la estufa, y poniéndose en cuclillas comenzó a limpiar la olla en el suelo―. Yo no me iré a la quiebra, tengo talentos, sé trabajar, y mi mejor amiga es una comerciante de primera; por nada del mundo permitiré que algo te suceda. Mi corazón es parte de ti, si tú sufres, yo sufro. Si te jodes, yo me jodo. Si te vas al infierno, yo lo haré contigo. Me voy a sentir abandonado cuando te vayas con esa gente, al Sindicato, pero quiero que cumplas tus sueños más de lo que quiero que te quedes. Para mí vale centenas de millones verte hacerlo, verte lograrlo. Así que, imagina cuanto más que tú vuelvas a mí.

Alma castigada - Hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora