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― Bosque Aberrante ―


Beroola 58D, 8609

La caverna alguna vez fue un lugar lleno de agua limpia y muy pura, donde los habitantes de lo que hoy es una gran ciudad, buscaban agua y cazaban a los coloridos murciélagos que ahí crecían. Pero un día, un derrumbe bloqueó la salida del caudal. Los exquisitos frutos de la extensa enredadera en la pared poco a poco fueron escaseando, el agua comenzó a cercarse, y los seres que habitaban en ese lugar oculto de la luz del sol, desaparecieron al poco tiempo y no quedó nada más que una oscura maleza que no producía nada.

El caudal lo había creado Ramses, y también había sido él quien lo destruyó como resultado de su búsqueda de un mineral, uno que le fascinaba llevarse a las fauces: Oro. Pronto, cuando comenzó a creer, era difícil ocultarse de los humanos. Pero una vez que el pozo se secó, se adueñó por completo de la caverna. Los años pasaron y él quedó atrapado en esa gran cámara.

―Creo tener la idea correcta ―comentó Elaine finalmente―. Hace unos minutos hice esto con un duende, podría funcionar contigo. Al mismo tiempo, pienso en hacer una mínima modificación, eso será lo que cambiará tu tamaño... cierto tiempo. Quiero decir, serás pequeño sólo hasta que yo muera, y quizá, eso te parezca muy poco.

No es problema. ―replicó tranquilo.

― ¿No lo es? ―rió ella con diversión.

Tú, quieres volver a tu hogar; yo, no quiero destruir el mío.

Elaine sonrió.

―Siendo franca, Ramses... ―añadió ella, mientras dejaba a un lado la capa. Se esforzó y empujó un inmenso escombro del oro masticado―. No quiero volver, quiero encontrarlo. Me he preguntado... ¿Cómo habría sido la vida de mi hermano y la mía si no hubiese estallado la guerra por el trono? ¿Cómo murió? No tengo esperanzas de hallarlo, pero... Pole no era un tonto. Apolo, mi hermano, es listo igual que yo. Incluso más. Aprendió mucho junto a mí siendo tan niño.

Ella dejó  el escombro en un lugar apartado y le dijo que lo hiciera arder.  Se ocultó, lejos, detrás de una densa montaña de un oro.

Ramses, se movió lentamente, haciendo temblar la caverna. Inhaló profundamente y escupió su llama azul hasta que se le acabó el aire.

Elaine volvió y buscó la escama que había usado antes. Cuando la tuvo en sus manos, con cuidado la dejó caer sobre el oro brillante, ardiente y casi fundido, y utilizó un encantamiento.

Ectur Aqua.

Movía su mano izquierda al son de la escritura y sobre el oro aparecían runas de agua que lentamente descendieron e hicieron contacto con la superficie en altas temperaturas. El agua hizo que el fragmento escupiera nubes de vapor en grandes cantidades hasta hacerla desaparecer en una cálida blancura.

Una vez que se disipó, Elaine pudo ver que se había convertido en un gran huevo de piedra. Funcionó.

¿Quieres encontrar a tu compañero de sangre? ―preguntó el Dragón en sus palabras, recordándole a Ema haciendo la misma pregunta, y también como le mintió descaradamente.

―No lo sé. Hace mucho me resigné a que esté muerto. Durante todos estos años crié a una niña del mismo modo que a él, y la considero como una pequeña hermana. Y aunque en realidad no lo sea, luego de ir a ver con mis propios ojos el lugar de donde tuve que huir, ver que nada ha cambiado seguramente, quisiera regresar y seguir viéndola crecer... A ella y a su futuro hijo. Eso es lo que quiero.

Alma castigada - Hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora