Una silueta oscura volaba entre la lluvia. Ramses cruzó la ciudadela, volando bajo, pero mejor que cualquier otro bajo la lluvia y el gran cumulo de escombros.
Elaine, rugiendo, se levantó. Se había roto algunos huesos y estaban sanando a una deprimente velocidad.
―Roger está muerto, definitivamente lo está... ―decía convencida― Pero ¿quién, por qué hicieron esto?
Se tambaleó de una forma espantosa, y gruñendo exasperada se apoyó en el techo caído de una torre. Se llevó la mano al rostro y cerró los ojos con fuerza... conteniendo el llanto. Sus ojos estaban enrojecidos y llenos de ira.
Respirando fuertemente se quedó inmóvil y haciendo un movimiento preciso se colocó la cadera dislocada en su lugar. Resopló, estaba sudorosa y las lagrimas se deslizaron en silencio por sus mejillas. De haber sido sólo eso habría estado tranquila, pero no, sabía que tenía costillas rotas, un tímpano destrozado y uno que otro golpe que, pese al poco tiempo, ya se encontraba de un color poco agradable.
―No moriré... No moriré... ―fruncía el ceño, y dijo―: Behdes Fenix.
En cuanto recitó aquel hechizo, las nauseas no tardaron en llegar, pero por encima de escupir las entrañas el dolor era insoportable. Se llevó la mano al cuello y no pudo evitar soltar un grito, le dolía como si le quemaran la piel con hierro fundido, más que cuando la sangre de los no muertos penetraba en su carne. Con aquel hechizo había sanado todo su cuerpo, pero en cambio... La Hidra comenzó a restaurarse una vez más.
Y al igual que todas las veces anteriores, se preguntó:
<< ¿Por qué tengo esta maldición? ¿Cuál es la razón... cuál es la maldita razón? ¿Por qué me tiene que pasar esto? El sello se romperá, y si éste no es el límite serán ocho marcas... Tarde o temprano me voy a morir. Pero sigo siendo una estúpida y pienso que será la Hidra lo que acabe conmigo... no acaba. No entiendo porqué no muero, no entiendo porqué no lo hago. La inmortalidad no tiene nada que envidiar, ¿en qué mierda estaba pensando el bastardo que me maldijo?... >>
Con todo y el cansancio acumulado decidió usar la pequeña chispa de magia que había logrado obtener los últimos minutos.
―Creo que sólo podré hacer esto un par de veces más, sino... mi corazón explota o me saldrá otro sello. Ambas son malas elecciones ―pensó en voz alta y alzando las cejas―,pero... ¿Qué debo hacer? Estoy propensa a que el rey nos investigue bajo lupa. Dudo que ignoren un rastro tan simple como las huellas... las marcas... son pruebas. ―Estuvo observando el entorno un largo rato―. Ya no están aquí, pero yo sí. El único rastro de Éter será el mío... ―afirmó.
Sólo podía oírse la lluvia, el rugido de la tormenta, y los pasos que daba cuando se dirigía al único lugar que se le ocurrió. Sabía que si Roger había entrado al palacio antes de la explosión, había sólo un lugar al que podía ir. Se dirigió a la salida secreta de la ciudadela, la puerta trasera; se suponía que sólo Roger Kains, el Mariscal, y ella conocían el lugar. Por lo tanto se disiparon sus dudas, desaparecieron las sospechas, cuando se encontró con que el muro junto a la puerta de la galería de Ron no estaba: la entrada al túnel estaba abierta.
Dicho muro era de piedra y de una muy pesada, y sólo con un interruptor que se activaba con una reliquia de la familia podía deslizarse y dar paso a un bodega subterránea.
―Tiene el anillo ―se dijo Elaine, convencida―. Es él.
Desesperada por entender, comenzó a perseguir el sentido de aquella fuga. Deseaba hallarlo a cualquier costo. Iba tan rápido como podía por aquella escalinata descendente e irregular, y no perdió el ritmo hasta que llegó el final del túnel. La luz del exterior fue cegadora tras haber estado en la oscuridad por varios minutos. Frente a ella tenía el bosque aberrante, el lado oeste...
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Alma castigada - Hilos del destino
Mystery / ThrillerChastised soul sigue los pasos de una mujer extremadamente hermosa, capaz, e incluso mortal; pero pese a sus sólidas capacidades intenta huir de su pasado, sí, huir... Quienes la conocían veían algo que poseer, algo que desear. Ella, por su lado, só...