Ibreth 60D, 8612
Después de saciarse con algo de comida, y a sólo unos minutos de Coral Crab, el siseo de la tela era lo único que podía escucharse en la habitación. Había un pequeño y peculiar frasco vacío sobre la cama. Entonces, el emperador dijo:
―Esto sabe peor que la medicina.
El emperador resopló frustrado, mientras que Howe guardaba silencio. Estaba enojada.
―Nada que venga de la magia tiende a ser dulzón.
La voz de Howe era profunda. Era un hombre. Sus ojos habían cambiado por la poción y eran azules, brillantes y expresivos. Tenía mandíbula definida, nariz recta y labios delgados. Un cuerpo atlético y bien mantenido, musculoso.
El emperador, una vez más con aquella apariencia envejecida, suspiró con una mueca y el ceño fruncido.
― ¿Te equivocaste de frasco?
―No. La señora Lauren tiene un puto. ―avisó ella casi rugiendo.
En cuanto llegaron al puerto Abano, en Coral Crab, el emperador tomó varios caminos para llegar a algún lugar... como si ya conociera de memoria la isla.
Estaba anocheciendo, las gaviotas y el sonido del mar aún invadían el aire con la misma fuerza que durante el día. Habían más barcos de los que el muelle podía incluir, y más personas de las que pertenecían a la isla. No había ni un solo habitante que no tuviera el oficio de pescar o trabajara con los beneficios del mar.
También había extranjeros, un sin numero de comerciantes de todo tipo, y sus respectivos compradores. Era un lugar donde no habían pequeñas tiendas... en Coral Crab exportaban todo lo que el mar podía dar. Todo en cantidades inmensas, de un modo que era impactante si se tenía en cuenta el tamaño de la isla. Era muy pequeña comparada con todo lo que se exportaba de ahí.
Incluso... los traficantes de personas no disimulaban su indistinguible ocupación. Llevaban tranquilamente largas filas de hombres y mujeres a sus grandes barcos. Barcos nada miserables, algo completamente alejados del prejuicio de que los de su clase siempre iban desaliñados.
Tenían al día pretextos y documentos que afirmaban que eran esclavos, o criminales que negociaron sus vidas a cambio de ese tipo de libertad.
El emperador había estado observando a lo lejos, con el rostro oculto en la sombra de su capa. Entonces Howe lo tomó de los hombros y lo hizo avanzar, diciendo:
―Hoy no.
Se fueron alejando, y cuando Howe estuvo segura de que estaban solos, continuó diciendo:
―Cuando seas el emperador de nuevo, cuando estés muy lejos del grave peligro de ser rodeado por veinte delincuentes, cuando no puedas ser asesinado como un desarmado y escuálido hombre de mediana edad... Sólo entonces podrás hacer lo que quieras.
El emperador alzó el mentón volcando los ojos. Contempló a Howe unos segundos, severo... y con una creciente incomodidad.
―Dijiste que es una segunda piel. No influye en mi capacidad real. ¿O he entendido mal? ―inquirió frustrado.
―Eso dije, pero ¿desde cuando no peleas con las manos desnudas con dos docenas de hombres armados, sádicos tramposos y bárbaros sanguinarios?... Sí hace muchos años.
El emperador arqueó una ceja, e hizo una maniobra rápida que inmovilizó a Howe quien era más alta y grande.
Ella suspiró, indignada.
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Alma castigada - Hilos del destino
Misteri / ThrillerChastised soul sigue los pasos de una mujer extremadamente hermosa, capaz, e incluso mortal; pero pese a sus sólidas capacidades intenta huir de su pasado, sí, huir... Quienes la conocían veían algo que poseer, algo que desear. Ella, por su lado, só...