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Kron dio un vistazo a la multitud que los observaba por el revuelo que él había armado. De pronto, se encontró con las miradas de su familia: Su hermano y su abuela. Fue conmovido por un contagioso deseo de protección, tenía un nudo en la garganta, y eso lo haría sonar como animal en agonía si hablaba, por lo tanto, se limitó a asentir.

―De acuerdo. Después de traer los suministros vamos a... ―Estaba diciendo Louvel cuando se percató de que Elaine no estaba en el salón―... Vamos a hacer lo mismo que los de afuera. Debemos acabarlos.

―Espera un minuto Gorila Albino ―espetó Hádrian, quien aún se encontraba cerca y había presenciado todo el conflicto―, ¿pretendes que, los que se supone debemos cuidar cada una de estas vidas, como tú le llamas, vayamos a terminar de hacer el trabajo de los guardias? ¿En donde dejaste el cerebro?

― ¿Qué prefieres, que vengan y nos toquen a la puerta, o que salgamos y ahorremos tiempo? —contestó— Y no sólo para hacer reconocimiento, sino que también porque, lo quieras o no, debemos salir por comida para ellos. De hecho, sabes ―alegó, frunciendo el ceño―, yo mismo fui a la cocina del palacio a buscar comida para mí y mi prometida antes de venir. Es camino seguro.

―¿Fuiste a la... qué? ―hizo una mueca, confundido.

―Me escuchaste. Pasé por allí de ida y vuelta. Si nos encontramos a alguno de esos seres dudo que tengamos problemas. A diferencia de los hombres que hacen guardia, que saben sólo lo básico para la defensa del palacio. ¿Por qué para nosotros sería igual? Quiero decir, no creo que sobrevivimos al entrenamiento para hacer exactamente lo mismo que ellos. ―Se palmeó el pecho― Nosotros estamos preparados incluso para la guerra. Mientras te hago recordarlo ―agregó en tono arrogante―, los monstruos de allá afuera no razonan. Ya no son personas como tú, o como yo, y están matando lo que tengan en frente. ¿Nosotros no somos mejores que los que han estado sufriendo allá afuera, y capaces de darle fin a este problema?

―No estas lejos de darme la razón ―replicó Hádrian enfadado y con el ceño fruncido―. ¿Es razonable dejarlos aquí y sólo ir a cazar monstruos? Lo nuestro es mantenerlos a salvo.

―Hádrian, haz lo que quieras entonces. Quédate tú si es lo que deseas... ―observó al resto de los caballeros y luego les dijo sin dirigirse a nadie exactamente―: Junto con él, Kron, y Gary... permanezcan aquí como garantía de que no llegarán a lastimar a ninguno de los presentes.

―Pero ¿no acabas de decirme que vaya contigo? ¿Eres estúpido? ―se quejó Kron―. No sé de qué sirvió la charla si al final nos vas a dejar aquí.

―Me llamaste estorbo y cobarde sin decirlo. ―criticó Hádrian con mal gesto, ofendido y cruzando los brazos sobre su pecho.

―Siendo franco... después de haberlo dicho, me di cuenta de que no sería conveniente si llegan a ver los que aman convertidos en esas cosas que están rodando por todos lados, ni como se alimentan de las personas hasta matarlas ―Señaló con el dedo hacia las ventanas―. Habrá huecos en sus defensas, no querrán atacar por la esperanza de que recobren el sentido, y en el peor de los casos, podrían intentar detener el plan... ―Notó las crudas miradas de desaprobación de los otros caballeros― Hádrian tenía novia, por si no lo sabían... Por eso, se quedará aquí, y él todos los que hayan sido afectados del incidente de ayer.

―Eso quiere decir que... seremos siete hombres contra los que queden de... casi una centena de personas locas y enfermas. Grandioso. ―comentó Hasit, sarcásticamente y algo dudoso mientras se acercaba.

―¿Y ustedes, vendrán? ―preguntó Brooke.

―Yo no estoy seguro. ―respondió Oliver Lee, torciendo los labios.

Alma castigada - Hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora