Salem, 1681
—Y recuerda, t/n, nunca debes entrar al bosque prohibido —me advirtió mi abuela, su mirada fija en el fuego mientras me acerco a la mesa y agarro la canasta para ir al pueblo por carne y verduras.
—¿Por qué no debemos ir al bosque, abuela? —preguntó mi hermana Elizabeth, su voz curiosa y dulce. Tenía seis años menos que yo, pero su curiosidad siempre parecía superar su edad.
—Bueno, querida Liz, es una historia que nunca te había contado... pero ya eres lo bastante grande para saberla —respondió mi abuela, suspirando. Había un tono oscuro en sus palabras que siempre me hacía sentir que el peligro no era el cuento.
—Abuela, ya me voy. Regreso más tarde —dije mientras ajustaba mi capa sobre los hombros y tomaba la canasta, evitando involucrarme en la conversación.
—Sí, querida, cuídate y vuelve pronto —me dijo, haciendo la señal de la cruz sobre mi frente. Su mano, aunque era firme, temblaba ligeramente debido a su edad.
Sabía cuál era la historia que le iba a contar mi hermana. Era la misma de siempre, la de las hermanas Sanderson. En 1656, Winifred Sanderson, una joven de dieciséis años, se negó a casarse con un joven que el reverendo Traske le había asignado. Esa objeción le costó el destierro de Salem, pero cuando intentaron separar a sus dos hermanas menores, Mary y Sarah, para "corregirlas" y evitar que siguieran el mal ejemplo de Winifred, se desató el caos en el pueblo, una pequeña araña escaló por el brazo del reverendo, provocándole un ataque de pánico. La distracción fue suficiente para que las tres hermanas escaparan al bosque prohibido, el lugar al que nadie osaba ir, desde entonces, nunca más se supo de ellas. Aquella misma noche, la casa del reverendo Traske ardió en llamas, y aunque los aldeanos lograron apagar el fuego, el misterio permaneció.
Mis padres solo tenían quince años, todavía no sabían que se iban a casar. Junto a mis abuelos, ayudaron a contener el fuego. Desde ese día, sucesos inexplicables han atormentado a Salem, muchos dicen que es una maldición por haber desterrado a las Sanderson. Pero yo no lo creo. A diferencia de los demás pueblerinos, soy escéptica, aunque prefiero no decirlo en voz alta. Los rumores corren muy rápido en este lugar.
Al llegar al mercado, me dirigí directamente al puesto de William, el hijo del señor Thomas Farrer, dueño de la tienda de frutas y verduras.
—Hola, Will —lo saludé, ajustando mi canasta mientras elegía las verduras.
—Hola, t/n ¿Cómo estás? —respondió William con una sonrisa amistosa, mientras daba el cambio a una clienta que recién había terminado sus compras.
—Bien, gracias. Oye, escuché un rumor... Dicen que una de las vacas de la señora Smith apareció muerta. ¿Es cierto? —le pregunté, bajando la voz, recordando el reciente murmullo en la plaza.
William asintió, pero su rostro adoptó una expresión seria. Se inclinó un poco más cerca de mí, hablando en un tono más bajo.
—Sí, es cierto. Y no solo eso... —dudó por un momento, como si no quisiera continuar, pero al final suspiró—. Dicen que la vaca no tenía ni una gota de sangre en su cuerpo, y que estaba completamente tiesa. Mi padre habló con la señora Smith, y ella jura que es obra de las brujas Sanderson.
—Pero ¿cómo podrían ser ellas? Han pasado años desde su desaparición. —saqué algunas monedas para pagar mientras mi mente procesaba la idea. William frunció el ceño mientras pesaba mis verduras.
—Algunos creen que no son las brujas. Hay un rumor que llegó con unos visitantes, dicen que esto es obra de vampiros... que los han visto en otros lugares, y que ahora han venido a Salem.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)
RandomSalem guarda más secretos de los que cualquiera imagina. En medio de un romance inesperado y una maldición permanente, una joven se encuentra atrapada en este juego peligroso. Hay mucho en riesgo y llegó tu amor en el peor momento. ¿Podrás sobrevivi...