Solo fueron Piezas en mi Plan

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Ese collar... ¿qué...?— Antes de que pueda terminar la pregunta, Mary llama a Winifred, rompiendo el momento.

— Winnie—

—¿Sí? — responde Winifred, mirándola de reojo mientras mantiene un tono de curiosidad.

—Huelo... niños — declara Mary con una intensidad casi febril.

—Encuéntralos — ordena Winifred, avanzando con paso firme.

Mi corazón late con fuerza. Mi plan era que se fijaran en esos tontos adolescentes, Jay e Ice, no en los hermanos Dennison ni en Allison. Ellos solo fueron piezas en mi juego, nada más.

—Eh... Mary, quizás te confundas. Han pasado muchos niños por aquí, pero eso fue hace meses... puede que el olor se haya quedado — trato de desviar la atención con una sonrisa nerviosa, pero en ese instante, uno de los chicos hace un leve ruido.

—No — Mary olfatea el aire de nuevo, con los ojos entrecerrados — Estoy segura... es una pequeña niña — Sus palabras dejan un eco escalofriante en la habitación, y siento un nudo formándose en mi estómago. Lentamente, avanzo hacia la puerta y la abro apenas lo suficiente para que los chicos puedan escapar si es necesario.

— Siete... tal vez ocho años y medio — murmura Mary, su voz cargada de ansias.

—Oh, juguemos con ella — exclama Sarah con una risa traviesa, lanzándose entre sus hermanas con un salto entusiasta.

—¡Oigan! Creo que se están confundiendo, ¿saben? — digo, tratando de mantener la calma mientras me acerco hacia el otro lado de la habitación, y entonces veo a Dani. Le hago discretas señas para que se esconda detrás de mí, tratando de ofrecerle un escudo.

Las Sanderson comienzan a caminar lentamente hacia mí, cada paso resonando en el silencio mientras Dani se refugia detrás de mí, con sus manos aferradas a mi espalda, justo en ese instante, Sarah comienza a cantar suavemente su hipnótica melodía, su voz flotando en el aire como un hechizo dulce y siniestro. Winifred, irritada, le cubre la boca de golpe, silenciándola antes de que sus palabras nos atrapen a todos.

Me deslizo hacia un lado de la mesa, con las Sanderson frente a mí. Veo a Winifred lanzar una rápida señal a Sarah. El ambiente se vuelve más tenso; cuando intento moverme para interponerme entre ellas y Dani, Sarah me agarra del brazo, inmovilizándome.

—Sal, querida. No te haremos daño...— asegura, con una voz suave y falsamente tranquilizadora, mientras Sarah suelta una risa contenida y perturbadora.

—Amamos a los niños — añade Mary, dándole un golpe brusco a la mesa, que hace eco en la habitación y provoca que Dani salga de su escondite, con su pequeña capa y sombrero de bruja, luciendo frágil e inocente. Es adorable, pero también peligroso bajo la mirada hambrienta de las hermanas.

Winifred y Sarah se quedan un instante en silencio, sorprendidas y algo desconcertadas al ver a Dani. Ella, en un tono seguro, declara — Creí que nunca vendrían, hermanas —

Winifred la observa de arriba abajo con una mezcla de curiosidad y diversión, mientras realiza un gesto teatral con las manos —Saludos, pequeña — murmura con una sonrisa calculada.

—Fui yo quien las trajo de regreso — responde Dani, en un tono que casi me hace sonreír, aunque también siento cómo se me encoge el estómago. Su inocencia es tan valiente como temeraria en este lugar.

—Lo imaginaba — dice Winifred, con sus típicas expresiones exageradas, examinando a Dani como si fuera un espécimen raro. "Que linda... niña," termina, aunque la palabra "niña" le sale con un deje de disgusto, como si fuera un insulto. Sarah no puede evitar reírse, encantada por el sarcasmo de su hermana.

De pronto, Mary se desliza alrededor de la mesa hasta quedar junto a Dani, observándola con un brillo malicioso en los ojos — Mírenla... tan bien alimentada, ¿no es así? — Mary empieza a observarla detenidamente, mientras Dani grita y se sacude, presa del pánico. No puedo soportarlo más, así que la jalo hacia mí, intentando alejarla de esas miradas peligrosas.

Pero las Sanderson no se rinden tan fácilmente. Winifred la arrebata de mis brazos con un movimiento rápido, sujetando sus pequeños hombros con una fuerza fría. Sus ojos muestran una mezcla de emoción y desprecio mientras se inclina hacia Dani.

— Dime, dumpling, ¿en qué año estamos? — le pregunta, su voz burlona y autoritaria.

Me acerco hasta quedar al lado de Dani, mirando a Winifred directamente, desafiándola. —1993 — respondo de forma seca y brusca, sin apartar la mirada.

Winifred sonríe, pero me lanza un gesto que muestra una amenaza implícita. Sin dudarlo, empuja a Dani hacia una silla, obligándola a sentarse con un movimiento cruel. Me lanza una mirada tan cargada de desprecio que no puedo evitar un escalofrío. Esa silla... la misma donde Emily tomó su último aliento.

—Hermanas, hemos estado ausentes durante 300 años — declara Winifred, su voz cargada de nostalgia y malicia, mientras se inclina hacia el lado contrario al mío, justo al lado de Dani, quien se estremece bajo su presencia. Sarah, con una expresión despreocupada, se coloca detrás de la silla, y Mary, con su característica expresión intensa, se pone de frente.

—Oh, Winnie, el tiempo vuela, ¿no? — comenta Mary, en tono casual.

—Cuando estás muerta — añade Sarah con una sonrisa traviesa, y las tres hermanas estallan en risas, mientras Dani, imitando su energía, se une a sus carcajadas, tratando de seguirles el juego.

Las Sanderson comienzan a girar alrededor de la silla. Al pasar junto a mí, Sarah deja que sus dedos rocen mi cintura, un toque ligero pero eléctrico, que me hace mirarla, ella me guiña un ojo con esa picardía que hace que el aire parezca más denso entre nosotras, antes de enfocar nuevamente su atención en Dani. La pequeña deja de reír y mira a Mary, quien responde con un gruñido bajo, amenazante.

—Bueno, creo que ya han sido suficientes bromas. Dani tiene que irse — anuncio, mi muestra seguridad mientras tomo la mano de Dani, tratando de guiarla lejos de ellas. Pero Winifred me detiene, sus dedos apretando mi muñeca con una fuerza fría.

—Oh, T/n, deja que se quede un poco más — dice con un tono siniestro, soltando mi mano y lanzando una mirada significativa a sus hermanas. —Deténganla— ordena, refiriéndose a Dani, mientras gira su atención hacia mí, sus ojos brillando con una sospecha que me atraviesa.

—T/n, todo está en su lugar... excepto una cosa — dice, avanzando lentamente en mi dirección. 

Su mirada es muy penetrante, cada palabra caé como un peso sobre mí —La bola de cristal... ¿dónde está? — 

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora