1691
Han pasado diez años y las cosas se han mantenido relativamente en calma. Desde aquella noche en que vi a los vampiros y a una de las hermanas Sanderson, no he vuelto a presenciar nada fuera de lo común.
Mi vida, sin embargo, ha cambiado drásticamente. Ahora tengo veinticinco años y llevo tres años casada con Will. Fue una decisión que tomé debido a la presión social, ya que, en este pueblo, si no seguías lo que dictaba Dios, la gente empezaba a juzgarte y a murmurar.
Will me pidió que fuéramos novios cuando teníamos dieciocho años, y aunque al principio acepté por conveniencia, con el tiempo la presión nos llevó al matrimonio, y aunque ambos coincidimos en que no estábamos preparados para formar una familia, nos casamos, y él ha sido respetuoso, dándome mi espacio y privacidad. Vivimos en la casa que sus padres ayudaron a construir, cada uno tiene su habitación y privacidad, y la casa está cerca de la de mis padres, justo al lado del bosque prohibido, igual que mi antigua casa.
Hoy, la señora Farrer, madre de Will, se ha sentido peor de salud, y tengo una larga lista de tareas que el doctor Briggs ha recomendado para mejorar su condición, entre ellas, debo recolectar unos pétalos de una flor muy particular que, desafortunadamente, sólo crece en las orillas del bosque prohibido. Después de buscarla en el mercado sin éxito, decidí regresar a casa sin la dichosa flor.
Will llegó poco después de mí, visiblemente cansado.
—T/n, ¿pudiste recolectar todo lo que pidió el doctor Briggs? —me preguntó, mientras dejaba una caja en la entrada y se secaba el sudor con la manga. Desagradable.
—Todo menos los pétalos de esta flor —dije, mostrándole la canasta y el papel donde el doctor había escrito su nombre—. Traté de encontrarla en el mercado, pero no hubo suerte.
Will frunció el ceño, preocupado.
—El doctor dijo que necesitaba todo para esta noche... —respondió, visiblemente inquieto.
—Lo siento, hice lo que pude... —dije, sintiéndome mal por no haber conseguido todo.
—No te preocupes, T/n —me respondió con una sonrisa forzada—. Iré yo mismo a buscarla. No quiero que te arriesgues.
Asentí, mientras él tomaba la canasta. Salió rápidamente, y unos veinte minutos después escuché fuertes golpes en la puerta. Al abrirla, vi a George, el primo de Will, jadeando.
—T/n, ¿está William en casa? —preguntó con urgencia.
—Lo siento, George, fue al bosque a recolectar unas flores para tu tía. ¿Qué pasa? —pregunté, asustada.
—Mi tía ha empeorado. Necesitamos la medicina que el doctor va a preparar con las cosas que les pidió —me explicó, preocupado.
Corrí hacia el bosque y, en la distancia, vi a Will buscando. Lo llamé, y al verme, vino corriendo.
—Tu primo está en la casa —le dije apresuradamente—. Dice que tu madre ha empeorado y necesita las flores.
Will me mostró la canasta con solo tres flores y se alteró.
—¡Esto no es suficiente! Estas tres no tienen los suficientes pétalos, solo sirven para cubrir una dosis pequeña y mi madre necesita una dosis grande... —dijo con voz temblorosa.
—Tranquilo. Ve con George y entrega lo que tienes. Yo buscaré el resto de las flores —le dije, intentando calmarlo.
Él asintió, pero antes de irse, me tomó de los hombros y, con voz suave, me dijo:
—No quiero que te adentres en el bosque. T/n, tal vez no seamos como cualquier matrimonio, pero te amo y no quiero perderte.
Me dio un beso en la frente y se fue con George, asi que tomé una vela y una canasta pequeña, y salí en busca de las flores restantes. Después de revisar las orillas sin éxito, decidí adentrarme un poco más en el bosque, sin darme cuenta de cuánto había caminado hasta que noté lo lejos que estaban las casas.
Mientras seguía buscando las flores, de repente, escuché crujidos, algunos gritos y susurros en una lengua que no entendía, asi que me escondí tras unos arbustos, me asomé y vi a dos mujeres volando en escobas, una de ellas lanzaba rayos verdes mientras cuatro figuras pálidas, de ojos rojos, esquivaban los ataques.
Me moví un poco para poder observar con mayor detalle y me asombré al ver cómo Sarah Sanderson, a quien había visto años atrás, sostenía a uno de los vampiros mientras una de las mujeres que estaban volando, lo golpeaba con un rayo. Supongo que las otras mujeres debían ser sus hermanas.
Mis piernas temblaban y mi corazón me latía con fuerza, intenté retroceder lentamente, pero algo me detuvo, sentí una presencia detrás de mí, una figura alta y oscura, y antes de que pudiera reaccionar, un dolor agudo me atravesó el cuello.
Todo se volvió negro.
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Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)
RandomSalem guarda más secretos de los que cualquiera imagina. En medio de un romance inesperado y una maldición permanente, una joven se encuentra atrapada en este juego peligroso. Hay mucho en riesgo y llegó tu amor en el peor momento. ¿Podrás sobrevivi...