Muy Pronto Me Amarás

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Desde la muerte de Billy, los juicios contra las supuestas brujas del pueblo terminaron sin pruebas suficientes para culpar a alguien, el reverendo Traske declaró que no se darían por concluidos hasta que colgaran a las hermanas Sanderson, a quienes responsabiliza del asesinato. Aunque no se equivoca, es evidente que llegó a esa conclusión por los rumores persistentes sobre ellas, desde entonces, la cacería para dar con las hermanas no se ha detenido.

Por otro lado, Sarah no me ha dirigido ni una sola palabra. Al principio pensé que eventualmente volvería a hablar conmigo, pero al parecer me equivoqué. Hoy, Winifred me ha pedido que venga a la cabaña para una tarea. No me ha dicho qué es, solo que debo presentarme.

Llego a la cabaña y abro la puerta, encontrando a las tres hermanas ocupadas en sus asuntos: Winifred está consultando su libro, Mary revuelve algo en el caldero, y Sarah salta distraída en el fondo. Al verme entrar, todas me miran, y Winifred esboza una sonrisa.

—T/n, estás aquí, puntual como siempre —dice Winifred.

—Si no lo hago, ya sé lo que me pasaría —respondo de forma directa, lo que provoca una risa burlona de su parte. Típico de Winnie.

—Lo sé, por eso es conveniente —responde, aún divertida. Luego, regresa a su tono habitual y cierra su libro con un movimiento brusco—. Ahora, al grano. Necesito que vayas con Sarah a recolectar agua del lago encantado.

Perfecto, ahora soy la escolta de Sarah.

—¿No puede ir sola? —pregunto, intentando sonar ingenua.

—No. La tonta se distrae con los gnomos que viven en el área —dice con fastidio, lanzando una mirada a Sarah, quien se incomoda—. Así que irás con ella para asegurarte de que no se distraiga.

—¿Gnomos? ¿Existen? —susurro para mí, sin esperar respuesta.

—Sí, t/n, existen —me responde Winifred, de forma irónica y con un toque de molestia—. ¡Por algo te estoy pidiendo que acompañes a Sarah! —remata con un grito que retumba en la pequeña cabaña.

—Bien, ¿cuánta agua necesitas? —pregunto, tratando de mantener la calma. Winifred suele controlar a sus hermanas mediante el miedo, asegurándose de que hagan lo que ella quiera, y entiendo por qué ellas se disculpan y apresuran ante sus órdenes, pero en estas situaciones, como la chica de los mandados, su actitud me irrita más de lo que me intimida.

—Solo trae la cantidad que quepa en los frascos que le di a Sarah. Y no hagas más preguntas, ahora vete —me responde, impaciente. Asiento y espero a que Sarah salga.

Empezamos a caminar en silencio. No tengo idea de por qué se comporta de forma tan distante conmigo; después de todo, no le he hecho nada. Mientras dejo que mis pensamientos divaguen, siento la mirada de Sarah fija en mí, así que la volteo a ver, y ella inmediatamente gira la cabeza.

—¿Pasa algo, Sarah?

—Nada —responde de la manera más cortante posible.

Me detengo y la observo, frustrada. —Sarah... me gustaría que fuéramos sinceras. Quiero saber por qué me estás evitando.

Ella sigue sin responder, y mi paciencia se va agotando.

—Sé que lo de Billy y Winnie te afectó, pe... —antes de que pueda terminar, Sarah me interrumpe con un grito.

—¡No hables de eso! No te importó decirle a Winnie.

¿De qué está hablando? ¿Acaso...? No, dudo que Winifred le haya dicho algo.

—¿De qué estás hablando? Si Winnie te dijo algo, quizá lo entendiste mal. Ella fue quien me dijo a mí lo de Billy.

—Oh, por favor, t/n—su voz suena cada vez más irritada—. Winnie no sabía nada, ¡ni siquiera lo sospechaba!

La intensidad en su tono me deja claro que Sarah se siente traicionada y que probablemente nunca considere perdonarme.

—Sarah, te lo digo en serio —trato de sonar lo más honesta posible.

—T/n, sé perfectamente que le das informes a Winnie. Entre ellos, le contaste todo acerca de Billy, y también sé que nos observabas cada noche en que nos encontrábamos. Pero nunca pensé que le dirías todo a Winnie, considerando que podría matarte.

No esperaba que Sarah se hubiera dado cuenta de que la estaba espiando.

—Sarah, yo... pero, ¿por qué? Si sabías todo eso, ¿por qué te arriesgaste? —le pregunto, desconcertada.

Sarah guarda silencio, y justo cuando llegamos al lago, la tomo de los brazos para que me mire directamente.

—Sarah, respóndeme, por favor.

Ella se aparta bruscamente. —¡Está bien! ¿Quieres saber por qué? —exclama, frustrada—. Estaba celosa.

Eso no tiene sentido para mí. —¿Celosa? No entiendo, ¿por qué dices eso?

—Estaba celosa. En todos mis intentos por que aceptaras mi amor, siempre me rechazaste, recordándome que estás casada. Y luego llegas y te comportas con Winnie como si fuera lo más importante en el mundo —dice, hablando rápido, dejándome completamente aturdida.

Sigue sin quedarme claro si Sarah está celosa de mi esposo o de Winnie... tal vez sea de ambos.

—Sarah, tienes que entender que lo de Winnie fue un trato en el que me vi forzada. La obedezco porque mi vida depende de ello, no porque quiera. Además, si recuerdas bien, el trato no es solo con ella; dijo que sería para las tres, no solo para Winnie. De alguna forma, tú también podrías ordenarme algo... aunque te agradecería que no lo hicieras. Ya tengo suficiente con Winnie —pauso para que procese lo que le digo y continúo—. Y respecto a estar casada... nunca le he contado a nadie, pero fue por presión del pueblo. No quería casarme, ni amo a Will. Lo veo más como un buen amigo que terminó siendo mi esposo, pero en verdad no es lo que quiero. Así que, abuelita, no tienes por qué estar celosa —añado, tratando de aligerar el ambiente.

—¿"Abuelita"? ¿Otra vez con eso? —responde, molesta pero menos que hace un momento.

—Lo siento —digo, disculpándome sinceramente.

Sarah me observa con intensidad y pregunta: —T/n, ¿qué te impide amarme? ¿Mi apariencia? Si es así, te lo repito: mi belleza se renovará. Muy pronto seré joven de nuevo y me amarás; sé que, en el fondo, también me amas. Solo espera y verás.

Me deja sin palabras. Es cierto que la veo como una mujer adulta, pero nunca he considerado que lo que siento sea amor... aunque, ¿y si es así? La aprecio por la ayuda que me brindó y los bellos recuerdos que compartimos, pero ¿amor? No lo sé. Aunque es algo mayor y se le notan en algunos rasgos, conserva todavía rastros de su belleza, y también mencionó que va a rejuvenecer... Sacudo mi cabeza dejando de lado eso pensamientos.

Sarah percibe mi silencio y suspira. —Debemos llevar el agua que pidió Winnie antes de que se enoje.

—Tienes razón, vamos.

Con eso, emprendemos el regreso. El ambiente es más ligero, aunque aún lleno de cierta melancolía. Espero que, poco a poco, Sarah vuelva a hablarme como antes.

Pero hay algo que me tiene inquieta, ya casi termina octubre, faltan tres días y estoy sumamente preocupada por las Sanderson. Hace unos días, un pueblerino casi encuentra la cabaña. Por suerte, logré ahuyentarlo, pero están cada vez más cerca de encontrarlas. Tengo que darle mi informe a Winifred el sábado, y espero que hasta entonces no suceda nada.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora