Lluvia Ardiente Mortal

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—T/n, todo está en su lugar... excepto una cosa — dice, avanzando lentamente en mi dirección. Su mirada es muy penetrante, cada palabra caé como un peso sobre mí —La bola de cristal... ¿dónde está? —

Antes de que pueda contestar, nuestros ojos se vuelven hacia Dani, quien en su intento de escapar es sujetada por Mary y Sarah. La pequeña empieza a gritar al sentir cómo la arrastran hacia el caldero, sus manos aferrándose a cualquier cosa que encuentra, resistiéndose con desesperación.

—¡Hey! — Max y yo gritamos al unísono, y por un segundo nuestras miradas se cruzan, compartiendo la misma determinación.

—¡Dejen a mi hermanita! — grita Max, avanzando hacia ellas con una valentía.

—¡Ásalo, Winnie! — exclama Mary, sujetando a Dani con una sonrisa oscura.

—No, Sarah, encárgate de tu amante rebelde — dice Winifred, lanzando un rayo fulminante hacia Max, que lo derriba al suelo. Él se retuerce, su dolor visible en cada movimiento.

Intento acercarme rápidamente para rescatar a Dani, pero antes de que pueda tocarla, Sarah me toma por el brazo, sus dedos clavándose en mi piel con firmeza —Te quiero mucho, pequeña vampira, pero no me obligues a hacer algo que ambas lamentemos — susurra en un tono bajo, sus ojos intensos fijos en los míos. La miro de reojo, buscando un atisbo de empatía en su expresión.

—Sarah, por favor... dejen a esa niña. No les ha hecho nada. ¡Tengo un plan para que vivan! Solo dejen a los hermanos en paz — le ruego, mi voz cargada de súplica y urgencia.

—Oh, amor...— murmura, inclinándose hacia mi oído, su voz seductora pero fría, —me encanta cuando suplicas. Ojalá hubiera sido otro tipo de súplica...—Su aliento cálido me eriza la piel, pero su indiferencia me duele aún más.

Ignorándola, me giro justo a tiempo para ver cómo Winifred eleva a Max con sus poderes, arrojándolo hacia una pared. Sus gritos de dolor resuenan en la habitación, y Sarah se ríe, encantada por el espectáculo. — Esto es tan divertido de ver — dice, deleitándose en el sufrimiento ajeno, pero yo la ignoro, mis sentidos se alertan al oír unos pasos que se acercan, debe ser Allison.

Allison grita: —¡Mary! — Y la hermana se vuelve con sorpresa.

— Oh, hola — responde Mary, solo para recibir el empujón de Allison y un golpe  con una sartén. Aprovecho el caos para ver cómo Dani, con su bolsa de dulces en mano, se lanza hacia Winifred, su pequeña voz llena de valentía. — ¡Deja a mi hermano en paz! — grita Dani, golpeándola con todas sus fuerzas, su dulzura convertida en una chispa de ira.

Por un instante, Sarah parece vacilar, sujeta a medio camino entre ayudar a sus hermanas o mantenerme quieta. 

Me suelta, y en ese breve segundo de libertad, corro hacia Max, intentando ayudarlo a incorporarse. Pero no tenemos mucho tiempo: Winifred, furiosa por la intromisión, agarra a Dani por la cabeza y justo entonces, como un héroe inesperado, Thackery se lanza contra ella.

—¡Quítenmelo! ¡Sarah, quítame a esta bestia de encima! — grita Winifred, intentando desesperadamente librarse de Thackery, que se aferra a su cabeza. Sarah, tras un instante de asombro, se apresura a ayudarla, tratando de arrancar al enfurecido gato.

—¡Vamos, Dennison, muévete! — le susurro a Max, ayudándolo a ponerse en pie.

—Sí, Max, ¡vamos! — añade Dani con urgencia, mientras Max se tambalea, aún aturdido por el golpe anterior. Los conduzco hacia la salida y, en un impulso, les ordeno: —¡Corran, no miren atrás! —

Pero cuando me giro hacia las Sanderson para vigilar su distracción, veo a Max escalando, moviéndose en dirección opuesta.

—¡¿Qué haces, Max?! ¡Vete de aquí! — le grito, pero él me ignora, decidido y desafiante, subiendo hasta alcanzar la parte superior de la cabaña. De repente, su voz resuena en la sala.

—¡Hey! — llama, atrayendo la atención de las hermanas.

—¡Se han enfrentado con el gran y poderoso Max! ¡Y ahora sufrirán las consecuencias! — declara con teatralidad mientras las Sanderson se giran hacia él, curiosas y desconcertadas, observándolo —Convoco a la lluvia ardiente mortal — dice con dramatismo, sacando un encendedor y levantándolo.

Las hermanas intercambian miradas de confusión, susurrando entre ellas sobre el extraño conjuro. Cuando Max enciende el encendedor, una chispa roja ilumina la escena y las Sanderson dan un respingo, asustadas.

—¡Hace fuego en su mano! — exclama Winifred, mirándolo con intriga y temor. Mientras Max sostiene el encendedor, un pensamiento atraviesa mi mente, y suspiro al imaginar lo incómodo que será quitarme este traje al final de la noche.

Max acerca el encendedor a los rociadores en el techo, y en un instante, el agua comienza a caer en un diluvio sobre las Sanderson, que lanzan gritos de terror.

—¡Oh, la lluvia ardiente mortal! — Winifred se encoge, aterrorizada, intentando encontrar refugio, mientras sus hermanas, se retuercen bajo el torrente. El agua las empapa, pero sus gritos pierden intensidad, tornándose en jadeos de desconcierto y temor.

—¡Vamos, tontas! — Winifred se detiene solo un momento para recoger a sus hermanas y guiarlas a un rincón seguro, lejos del "aguacero mortal". Entre el caos, Max se lanza a mi lado, pero resbala en el suelo mojado y cae con un golpe seco. No puedo evitar soltar una risa; verlo tan torpe en medio de esta situación surrealista es un alivio inesperado.

—T/n, amor, ¡ven a mí! ¡Morirás bajo la lluvia ardiente mortal! — clama Sarah, desesperada, y lágrimas caen por su rostro. La ternura en su voz me hace sonreír en silencio; es adorable verla tan asustada por algo tan inofensivo. Pero sé que antes de poder explicarles la verdad, tengo que sacar a este chico de aquí.

Al girarme hacia Max, veo a Thackery saltar frente a él y darle una bofetada con su pata. ¿Un gato abofeteando a un adolescente? Definitivamente, este es el mejor momento de la noche.

—¡Vamos, muévete! — le digo a Max, quien finalmente se pone de pie y se apresura hacia el libro. Intento acercarme desde el otro lado, pero Thackery, rápido, se lanza hacia mí, enredándose en mi hombro.

—¡Bájate de mí, Thackery Binx! — le grito, tratando de quitarme al felino y en cuanto Max logra tomar el libro, Thackery finalmente me suelta y vuelve a su misión.

Desde el otro lado de la habitación, oigo la desesperación en la voz de Winifred. —¡T/n, ve por mi libro! ¡Mi libro! — Pero antes de poder decidirme, Thackery se detiene, mirándome con ojos penetrantes.

—T/n, es momento de que decidas— dice con seriedad. —¿Vas a apoyar a unas brujas que quieren matar a los niños de Salem, o nos vas a ayudar? — Sus palabras me causan un conflicto en mi interior. Thackery percibe mi indecisión y se acerca un poco más.

—Tienes poco tiempo para pensar, pero cuando llegue el momento, espero que elijas bien — añade antes de salir corriendo tras Max, dejando un vacío de silencio tras él.

Quedo allí, mirando la puerta abierta, perdida en mis pensamientos.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora