Un poco aturdida por su comportamiento, respondo: —Ehh... sí... bueno, más bien no, nunca he conducido uno, pero... puedo intentarlo.
Me siento al volante e intento hacer funcionar el vehículo. Las puertas se cierran con un sonido sordo, y Sarah, con las otras hermanas, me observa en silencio. Finalmente, Mary rompe el silencio.
—¿Sí puedes hacerlo funcionar, T/n? —pregunta, con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—S-sí... eso intento —murmuro mientras muevo algunas palancas y botones. Después de unos segundos, el autobús empieza a moverse. Sarah suelta un chillido de emoción.
—¡Eres tan inteligente, pequeña vampira! Te amo demasiado —exclama, mientras se acerca a mí, quita una de mis manos del volante y se sienta en mi regazo. Esto me hace frenar de golpe.
—¡T/n, controla esta cosa! —me grita Winifred, mientras Sarah se ríe a carcajadas.
—S-sí... lo siento, Winifred —murmuro, nerviosa. Nunca me había disculpado con ella, pero con Sarah en mi regazo, me siento completamente abrumada.
Vuelvo a poner el autobús en marcha, mientras Sarah se acomoda mejor. Sin embargo, debido a la posición incómoda, no veo un tope en el camino y, al pasar sobre él, el autobús rebota, haciendo que Sarah se golpee contra mí. El impacto es tan fuerte que hace que sea más cercano e íntimo.
—U-un... tope... jeje —río nerviosamente, mientras Sarah sigue riendo y comienza a tocar la bocina del autobús de forma descontrolada.
Sigo conduciendo, ahora un poco más relajada, ya que Sarah se ha tranquilizado y no se mueve tanto. Pero de repente, Mary grita:
—¡Alto! —me grita Mary, forzándome a frenar de golpe, otra vez.
El frenazo repentino provoca que Sarah golpee el volante, y yo, atrapada en la inercia, me golpeo contra ella. Nuestros cuerpos chocan, pero la confusión me empuja a retroceder. Sarah se reincorpora rápidamente para mirar a sus hermanas, sus mejillas sonrojadas por la sacudida.
— ¡Huelo a niños! —exclama Mary, y podría haberme avisado para evitar este pequeño caos.
— Maravilloso —comenta Winifred mientras yo me detengo en la acera y les abro las puertas. Con un suspiro entre resignado y divertido, las observo descender.
Les abro las puertas del autobús y apago el motor justo cuando ellas saltan a la acera.
— ¡Date prisa, pequeña vampira! —me grita Sarah mientras yo empiezo a bajar.
Al tocar el asfalto, mi mirada se encuentra con las fascinantes escenas de Halloween que nos rodean. Los niños disfrazados de monstruos, superhéroes y criaturas míticas corren por la calle, una ola de risas y gritos alegres fluyendo a su alrededor. En ese instante, una niña emerge de una casa cercana, luciendo un delicado disfraz de ángel.
— Dios las bendiga —dice, inclinándose en un tierno saludo. La dulzura de su gesto me arranca una sonrisa y, al instante, se va, perdiéndose entre el bullicio.
Sin embargo, mi alegría se ve interrumpida por el gesto de desdén de Mary mientras suelta un quejido. Winifred refleja su descontento con un gruñido audible de desaprobación y, en un arranque, Sarah comienza a gritar. Claro, son brujas.
Me acerco a Sarah, intentando calmarla.
— Tranquila, no pasa nada... —le digo, tomando sus manos entre las mías— Eres un desastre esta noche —añado con una sonrisa, intentando aliviar la tensión.
Ella me mira, sus ojos chispean con emoción, y me toma de la mejilla antes de inclinarse hacia mí para robarme un beso. Su toque es cálido y, por un breve momento, todo lo demás se desvanece. Cuando se separa, sus labios aún dibujan un brillo en su rostro.
— No tienes idea de cómo logras calmarme —dice, devolviéndome un beso más antes de mirarme a los ojos. Su mano se desliza a mi cintura— Si Winnie no estuviera mandándonos a hacer mil cosas, tal vez ya no tendrías este lindo vestuario.
Sin poder articular una respuesta, la observo mientras se dirige de nuevo a sus hermanas, me pregunto si alguna vez podré entender a estas brujas.
— T/n, el tiempo se nos acaba. Ve a buscar a esos adolescentes, no confío en Billy — me ordena Winifred con su habitual tono imperativo.
Asiento sin cuestionarla y me doy la vuelta, corriendo hacia un lugar donde pueda escapar de la vista de los mortales. Una vez fuera del alcance de miradas, me transformo en murciélago y me lanzo a los cielos.
Después de un tiempo de vuelo sin éxito, decidí regresar al lugar donde me transformé. Volví a mi forma humana y me dirigí de nuevo hacia donde estaban las hermanas Sanderson, al acercarme, las veo saliendo apresuradas de una casa y caminando a paso rápido por la acera. Winifred parece totalmente concentrada, así que me quedo parada a cierta distancia. Apenas se detienen, Mary y Sarah me notan, pero Winifred sigue hablando con sus hermanas, inmersa en su discurso.
—Porque él no es nuestro maestro y estos no son duendes —afirma Winifred con desdén, mientras arranca la máscara de un niño.
—¿Qué les pasa? —se queja el niño, mirándolas con una mezcla de molestia e incredulidad. Me hago la misma pregunta.
—Es... un niño —dice Mary con asombro, tocándole el brazo para asegurarse de que realmente lo es.
Molesto, el niño le da un golpe en el estómago a Mary con su bolsa de dulces y sale corriendo.
—¡Locas! —les grita mientras se aleja.
Winifred, sin inmutarse, comienza a explicar la situación del día a sus hermanas. Me sorprende su conocimiento; ¿cómo logró averiguarlo si ni siquiera le he hablado de eso?
—¡Frenéticos, frenéticos, frenéticos! —empieza a decir Sarah con energía mientras da pequeños saltitos. Pero Winifred la interrumpe de un golpe en el estómago, silenciándola de golpe. Rápidamente, me interpongo entre ambas para asegurarme de que Sarah esté bien.
—Hermanas, miren cómo los niños van de puerta en puerta recolectando dulces. ¡Nosotras también podemos repartirles dulces! —declara Winifred en un susurro siniestro.
—¡Al mercado! —exclama Sarah, ya recuperada, ylas tres se giran hacia mí.
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Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)
RandomSalem guarda más secretos de los que cualquiera imagina. En medio de un romance inesperado y una maldición permanente, una joven se encuentra atrapada en este juego peligroso. Hay mucho en riesgo y llegó tu amor en el peor momento. ¿Podrás sobrevivi...