—¡Al mercado! —exclama Sarah, ya recuperada, y las tres se giran hacia mí. Alzo una ceja, sorprendida.
—Ah... sí, claro... por aquí —respondo, y comienzo a guiarlas al supermercado más cercano.
Cuando llegamos, les abro las puertas. Ellas siguen en la entrada, mirando a su alrededor, completamente desconcertadas.
—Entren —les digo, esperando que sigan mi indicación, pero en vez de caminar, aceleran el paso.
Resoplo, siguiéndolas con resignación, y me encuentro con la escena de Winifred subiendo a Sarah al asiento de bebé de un carrito de compras. ¿Qué están haciendo?
—Winifred, ¿qué estás haciendo? —pregunto, viendo a Sarah sentada en el carrito de compras.
—Oh, T/n, debemos actuar con normalidad. Esa mujer del pueblo llevaba a su... hija en este asiento, así que coloqué a Sarah aquí. Después de todo, es la menor —responde Winifred, completamente seria.
Miro a Sarah, quien me devuelve la mirada con una sonrisa traviesa mientras saca una bolsa de dulces y empieza a comerlos. Sintiéndome un poco avergonzada, decido dejarlas por un momento y me dirijo a otro pasillo, allí, encuentro un sombrero enorme, ideal para disimular. Me lo pongo, esperando que me ayude a pasar desapercibida.
Cuando las busco de nuevo, veo que ya se dirigen a la caja. Me acerco justo cuando el cajero empieza a cobrar todo. Al ver la cantidad de cosas que agarraron, solo puedo negar con la cabeza, resignada al pago que tendré que hacer en estos días. Me quito el sombrero para que el cajero lo pase por la caja y, en cuanto me ve, sus ojos se ensanchan.
—¡T/n! ¡Qué gusto verte! —exclama, con una sonrisa que me toma por sorpresa.
Alzo una ceja, tratando de recordar si lo conozco.
—Eh... sí, hola... —le contesto, intentando sonreír de forma amable pero incómoda.
—Hace unos días te vi por aquí y pensé en preguntarte si querías salir algún día —dice, entusiasmado. Bien, esto se puso raro.
—Oh, lo siento, estoy bastante ocupada... —intento responder, pero Winifred lo interrumpe antes de que pueda responderme.
—¿Podrías apresurarte? —le dice, claramente irritada.
—Oh, sí, claro... —dice el cajero, algo desconcertado. —¿Efectivo o... recargo?
—Recargo —responde Winifred, levantando las manos y empezando a conjurar energía.
De inmediato, bajo sus manos con suavidad y le doy una sonrisa nerviosa al cajero.
—Recargo a mi nombre, por favor —le digo, soltando una risa nerviosa —Verás, estamos haciendo un... espectáculo, ya sabes, efectos especiales y todo eso. Queríamos ver las reacciones del público, no te asustes.
El cajero asiente haciendo una mueca incómoda, y me dedica una sonrisa forzada, aunque todavía luce un poco confundido, mientras terminamos de pagar. En el fondo, me preparo para lo que pueda suceder al seguir con estas tres en su peculiar "normalidad".
—Listo, que tengas buena noche.
Le devuelvo el gesto y hago señas a las Sanderson para que salgamos. Apenas estamos afuera, Winifred nos conduce a un rincón apartado con el carrito y empieza a sacar algunas cosas. Aprovecho para ayudar a Sarah a bajarse, y ella, con una sonrisa juguetona, me da un beso en la mejilla antes de unirse a sus hermanas.
—T/n, vigila que no venga nadie —ordena Winifred en voz baja.
Asiento y camino hacia la entrada, observando el lugar atentamente para asegurarme de que nadie nos siga. Un momento después, las tres salen de su escondite, con una sonrisa de satisfacción.
—Vamos, hay que movernos —dice Winifred, y la veo apresurarse con sus hermanas hacia un grupo de niños que pasan cerca.
Cuando me acerco a ellas, noto que están sacando unos dulces... aunque "dulces" quizás no sea la palabra adecuada. Tienen formas extrañas, como pequeños cuervos, y eso me alarma.
—¡¿Qué les están dando?! —les pregunto, alarmada.
—Nada, T/n —responde Winifred con una voz tranquilizadora que no me engaña— Solo estamos siendo amables con estos adorables... niños —agrega, forzando una sonrisa.
Frunzo el ceño, pero antes de que pueda decir algo más, veo que Nancy y Jeff, se acercan con curiosidad, probablemente en busca de dulces. Me apresuro a interceptarlos.
—Liz—empiezo a decir, sacudiendo la cabeza de inmediato por la costumbre de protección con mi hermana Liz— Lo siento, Nancy, Jeff, les recomiendo no acercarse a esas señoras. Ya se les acabaron los dulces y... —me bajo a su altura y les susurro—. Entre nos, sus dulces saben a... pasas.
Los niños fruncen la nariz de disgusto al escuchar la posible opción de dulces.
—Esas mujeres se parecen a las Sanderson —dice Jeff con fascinación en su voz.
Antes de que pueda responderle, Winifred levanta la voz.
—Oh, T/n, por fin haces algo útil esta noche. Tráeme a esos niños, son los últimos dulces.
Mi cuerpo se tensa y la miro fijamente.
—Eh... lo siento, Winifred, pero ellos no —respondo con firmeza, colocándome frente a los niños para protegerlos.
Ella me observa con evidente irritación.
—Lo único que has estado haciendo esta noche es interferir en nuestros planes. Si no piensas colaborar, entonces rompamos nuestro trato —dice, su voz transformándose en un susurro amenazante al final.
Y aqui está, como ver una nueva versión de Winifred, a pesar de que su comportamiento siempre es el mismo, conmigo muestra cambios muy abrupto pero con una fluidez y profundidad en las emociones que me hacen dudar del porqué en un inicio quizo mi ayuda.
Trago saliva nerviosamente y, con un intento de firmeza, le respondo a Winifred.
—He hecho la mayoría de las cosas que me has pedido, pero esta vez... no lo permitiré.
Winifred rueda los ojos, con una mueca de desdén.
—Oh, por favor, T/n, solo son niños...
Antes de que pueda continuar, Sarah se acerca a nosotros, mirando con curiosidad a la niña y, de pronto, frunce el ceño.
—T/n, ¿por qué esa niña tiene el mismo collar que tú?
Siento un escalofrío al notar cómo las tres hermanas se alinean y me observan fijamente. Sé que están cerca de descubrirlo. Antes de que la situación empeore, un ruido distante capta la atención de Winifred.
—Creo que entiendo lo que sucede... pero no tenemos tiempo para esto, tenemos que darnos prisa, la noche se acaba —dice, y sin más demora, empieza a caminar hacia el origen del ruido. Sus hermanas la siguen obedientes.
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Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)
RandomSalem guarda más secretos de los que cualquiera imagina. En medio de un romance inesperado y una maldición permanente, una joven se encuentra atrapada en este juego peligroso. Hay mucho en riesgo y llegó tu amor en el peor momento. ¿Podrás sobrevivi...