Prohibido Regresar

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Cuando desperté, la luz de las velas oscilaba suavemente en una habitación pequeña y oscura, no sabía dónde estaba, pero mi cuerpo dolía como si hubiera sido arrastrada, intento moverme, pero pronto escucho voces. Las conocía. Era Sarah, susurrando algo a sus hermanas, vi a las tres hermanas Sanderson estaban a espaldas mías, pero logré escuchar lo que decían.

—¿Creen que es una de ellos? —preguntó Sarah, con voz llena de curiosidad.

—Lo sabremos pronto —murmuró una de sus hermanas mientras observaba un libro bastante grande—. Si lo es, la convertiremos en algo mucho peor.

En cuanto noto que Sarah se gira para mirarme, cierro los ojos rápidamente. No quiero que sospeche que he despertado, si puedo alargar mi vida unos minutos más, lo haré.

De repente, siento sus manos en mi rostro, un leve escalofrío recorre mi cuerpo cuando sus dedos se deslizan por mi cuello, bajando lentamente hacia mi clavícula y el momento se interrumpe cuando una de sus hermanas habla.

—Sarah, deja de jugar y asegúrate de que tiene la mordedura —la reprenden con tono autoritario y Sarah me suelta de inmediato.

—Sí, Winnie, lo siento —murmura Sarah, con cierta sumisión, ahora sé que la que habló es Winifred. Vuelve a acercarse, coloca su mano fría en mi cuello y, con un giro sutil de mi cabeza, deja escapar una pequeña risa burlona.

—Buenas noticias, hermanas. Es una de ellos —anuncia con una risa maliciosa.

"¿Una de ellos? ¿A qué se refiere?" Mi corazón late con fuerza mientras siento que Sarah retira su mano y escucho sus pasos alejarse, trato de no moverme.

—Muy bien, Sarah, ahora hay que despertarla —ordena Winifred, cerrando su libro con un golpe seco antes de caminar hacia mí—. Mary, trae ajos.

"¿Ajos? ¿Para qué?"

—Sí, Winnie, ya voy —responde otra voz, que ahora identifico como la de Mary. Ya tengo claro quiénes son las tres. En cuestión de segundos, Mary le entrega los ajos a Winifred.

—Hermanas, prepárense para cualquier ataque —advierte Winifred antes de colocar los ajos justo debajo de mi nariz, el olor fuerte y penetrante me hace toser de inmediato, como si algo en mi cuerpo rechazara el aroma.

—Bien, ya has despertado, vampira —dice Winifred mientras se inclina hacia mí con un gesto intimidante—. Ahora, dinos... ¿dónde se fueron los demás?

Cuando logro controlar la tos, la miro confundida, a pesar de ser brujas, las tres parecen de una edad avanzada, y Winifred... vaya que es dientona. Luego, mis ojos viajan de una hermana a la otra antes de volver a fijarse en Winifred.

—¿Los demás? No... no sé de qué me hablas. —Mi voz suena sincera, pero estoy aterrada. Estoy atada y no tengo opción de huir.

Winifred me observa con detenimiento, buscando algún signo de mentira después frunce el ceño y se aleja unos pasos.

—No mientas. Estabas inconsciente justo al lado del lugar donde tuvimos la pelea con tus "amigos" —dice, enfatizando la palabra "amigos" con un gesto de comillas en el aire—. Ahora, ahórrate una muerte dolorosa y dinos la verdad.

Su tono se vuelve más amenazador. Siento un nudo en la garganta mientras trato de encontrar las palabras adecuadas.

—Te digo la verdad. Soy una joven del pueblo de Salem, estaba recolectando flores en los límites del bosque... pero me adentré demasiado y vi la pelea. Intenté alejarme, pero... —mi voz se va apagando mientras mi mente revive el miedo de ese momento — Sentí la presencia de alguien detrás de mí, y luego... un dolor en mi cuello. Después de eso, nada— .

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora