Desagradables Revelaciones

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A medida que pasaban los meses, mi vida fue un viaje constante entre el pueblo y el bosque prohibido, donde me arriesgaba cada dos semanas para llevar información a las hermanas Sanderson. La situación en Salem se volvía cada vez más violenta, pues, los juicios de brujas se intensificaron, y las ejecuciones eran más frecuentes y brutales. Al principio, la gente hablaba de "niñas poseídas" y "esposas rebeldes"; sin embargo, con el tiempo, comencé a escuchar susurros que mencionaban a las tres brujas mayores que habitaban en los límites del bosque: las Sanderson.

Las múltiples veces que les mencioné esto, Winifred siempre soltaba una carcajada bastante fuerte y con un tono sarcástico.

—¿Creen que pueden enfrentarse a nosotras? —decía, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Son unos tontos.

Pero a pesar de su actitud segura, podía percibir una pizca de inquietud en Mary; y la actitud de Sarah se tornaba más esquivo. Con anterioridad, se portaba muy cariñosa, hacía insinuaciones bastantes sugerentes pero desde que le doy informes a Winifred, poco a poco, ella empezó a tomar distancia de mí, sin motivo aparente. Al principio pensé que estaba molesta, pero no parecía ser eso. La sentía... lejana. Durante mis visitas, apenas intercambiábamos unas pocas palabras antes de que Winifred me diera una instrucción, y cuando lograba apartarse, Sarah hacía algún comentario cortante o se excusaba para desaparecer dentro de la cabaña.

La situación con Billy Butcherson resultó ser tan intrigante como todo lo que rodeaba a las hermanas. Era un nombre que, hasta entonces, apenas me resultaba familiar, un hombre reservado que había sido mencionado brevemente en el pueblo. Los primeros meses, Billy apenas presentaba señales de ser relevante; sin embargo, en el último mes, su comportamiento empezó a cambiar. Lo vi deambulando por las noches e incluso entrando y saliendo del bosque, muy diferente a la figura tranquila que la gente solía conocer. En mis reportes a Winifred, mencioné estos detalles con cuidado.

La reacción de Winifred fue extraña. Primero, frunció el ceño y luego soltó un leve gruñido de disgusto.

—Sigue vigilándolo —masculló entre dientes—. Y síguelo cuando entra al bosque, quiero saber que hace.

Y, finalmente entramos en 1693, Winifred se volvía cada vez más irritante y su paciencia parecía agotarse más rápido, con cada visita sentía el peso de una tensión creciente entre las hermanas. Sarah, sin embargo, había adoptado una postura diferente cada ves que las visitaba. Sumisa, callada y obediente, cada vez me miraba menos, y aquellos gestos de complicidad que solía lanzarme habían desaparecido, reemplazados por una frialdad que dolía más de lo que me atrevía a admitir.

Una noche, después de mi informe habitual, no pude resistir más y me acerqué a ella, aprovechando que Winifred y Mary se apartaban para discutir algo en voz baja.

—Sarah, ¿estás bien? —le pregunté en un murmullo, con una cautela que jamás había sentido antes.

—Estoy bien —respondió, sin mirarme y con un tono tan cortante que me dejó helada.

La sensación de distancia era tan palpable que incluso el silencio se tornaba incómodo. Sentí su indiferencia envolverme como una bruma helada, y comprendí que intentar acercarme era en vano. Había algo profundamente extraño en su comportamiento, y aunque la idea de que Winifred le hubiera ordenado alejarse de mí rondaba en mi mente, muy en el fondo, intuía que era algo más, algo que no podía descifrar.

La noche siguiente, mientras intentaba mantenerme fuera de la vista de los vigilantes del pueblo, observé una figura que se escabullía hacia el bosque. Era Billy. Mi curiosidad despertó al instante; él rara vez se mostraba tan tarde en el pueblo, y menos aún dirigiéndose al bosque. Decidí seguirlo a distancia, cuidando cada paso. Se adentraba cada vez más en la espesura, hasta que de repente se detuvo, mirando a su alrededor en un claro solitario y girando con precaución.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora