Un punto de Inflexión

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Con esfuerzo, empiezo a arrastrar el cuerpo. Al principio pensé que me llevaría media hora, pero el peso hace que todo sea más lento; tardo casi una hora en llevarlo hasta el límite del bosque y dejarlo ahí, a la vista. Es un final triste, pero también siento alivio. Billy se metió en problemas al involucrarse con Sarah. Quizá así ella vuelva a ser la misma de siempre conmigo. No creo que llegue a descubrir que fui yo quien la delató.

Al regresar a mi casa, echo un último vistazo al cuerpo desde la ventana. Sí, ahí queda, visible para todos.

 Sí, ahí queda, visible para todos

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Apenas amanece, un grito me despierta. Me levanto rápidamente, me visto y bajo las escaleras. Veo a Will en la entrada, lo cual me sorprende; normalmente a esta hora ya está en el trabajo.

—Hola, Will, buenos días. ¿Qué pasó? Acabo de escuchar un grito —digo, fingiendo preocupación.

—Hola, t/n. Buenos días. No lo sé; estaba a punto de irme, pero hay tanta gente bloqueando el camino que no puedo pasar con la carreta —responde mientras se ajusta las botas y me mira.

—Creo que sería buena idea ir a ver qué está ocurriendo, ¿no te parece? —le digo con una sonrisa amable. A veces tengo que aparentar amabilidad.

—Tienes razón, vamos a revisar —dice. Abre la puerta y, antes de salir con él, me coloco un sombrero grande para protegerme del sol. He tenido malas experiencias desde que adquirí mi "condición".

Cuando salimos, vemos a un grupo de personas reunido cerca del bosque prohibido. Me congelo por un instante, temiendo que estén planeando un ataque contra las hermanas Sanderson. Me acerco discretamente, tratando de captar fragmentos de la conversación.

—Qué terrible, no merecía esto —dice la señora Sutherland con tristeza.

—Lo sé, era un hombre amable y considerado. Una lástima que nunca se casó —añade la señora Smith.

¿De quién están hablando?

De pronto, el reverendo Traske se hace oír, llamando la atención de todos.

—Gente del pueblo de Salem, lamento anunciar que nuestro hermano y vecino, Billy Butcherson, ha fallecido. Es trágico que un hombre tan bueno haya tenido un final tan trágico. Guardemos un minuto de silencio en su honor.

El silencio cubre al pueblo, solo interrumpido por alguna tos ocasional o los ruidos de animales. Mi mente da vueltas, preguntándome el efecto que podría tener sobre las Sanderson. No sé cuál fue el plan de Winifred al ordenarme que lo dejara en las orillas, pero fue una mala jugada. La voz del reverendo corta mis pensamientos.

—Bien, pueblo, desconocemos las razones de su muerte, pero parece haber sido un acto de venganza. No descansaremos hasta encontrar a la bruja responsable, y cuando lo hagamos, colgaremos a ella y a cualquiera que esté involucrado.

La multitud responde con un grito unánime de "¡Sí!", un rugido que resuena en el aire. La tensión es palpable, y aunque dudo de sus posibilidades, la amenaza queda latente en el ambiente.

—Eso ha sido todo. Enterraremos el cuerpo de Billy por la tarde para quien desee asistir —anuncia el reverendo Traske, despidiéndose mientras los aldeanos se dispersan.

—Vaya, eso fue inesperado. No pensé que alguien fuera capaz de asesinar a Billy —dice Will acercándose a mí, la sorpresa aún reflejada en su rostro.

—Tienes razón, es algo raro... aunque no puedo decir mucho; apenas conocía a Billy. —Claro, t/n, como si no supieras incluso cuánto tiempo le llevaba llegar hasta Sarah.

—Supongo que es porque trabajas mucho. Creo que deberías descansar. Mi padre va a cerrar el puesto unos días por el miedo, y yo puedo atender la carnicería. ¿Qué te parece? —me dice, con una sonrisa y sentándose en las escaleras.

No es mala idea, pero si me quedo en casa será más complicado alimentarme. Con Salem en alerta, salir a cazar será todo un reto, y si paso demasiado tiempo en casa, tarde o temprano notará que nunca como. Aun así, podría decirle que me deje sacar algo de carne de vez en cuando; podré usarla para cocinarle y así también obtener algo para mí.

—Claro, Will, me vendría bien. Solo necesito que me permitas sacar un poco de carne para preparar la comida de vez en cuando —le digo.

—Por supuesto, t/n, y no te preocupes, aprendo rápido; George puede enseñarme. Creo que mereces un buen descanso —responde, con una amabilidad.

—Gracias, Will. ¿Empiezas hoy? —pregunto, algo curiosa.

—Sí. Mientras intentabas ver qué pasaba, me encontré con mi padre. Me dijo que no abriría hoy, así que empiezo de inmediato.

—Muy bien. Te espera buen trabajo —respondo, tratando de sonar animada.

—Tiene razón, señora Farrer —dice, con un tono burlón.

Pongo los ojos en blanco. Me irrita que me llame así, como si solo fuera "su esposa". Nadie me llama así, y espero que nadie más lo haga.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora