No Otra Vez...

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Pasaron varias semanas practicando con Sarah, y sorprendentemente, logré avances notables. Ahora podía escuchar con mayor claridad, oler la sangre de los animales a kilómetros de distancia, y mis ojos veían en la oscuridad como si fuera de día, incluso aprendí algo sobre la supervelocidad. Intenté también el poder de transformarme en murciélago, pero eso es sumamente difícil y todavía no lo he logrado, pero para el poco tiempo que llevo, me parece un avance enorme.

Sabía que debía ser discreta, tanto por mi seguridad como por la de Sarah. En el pueblo ya comenzaban a surgir rumores sobre comportamientos extraños entre algunas mujeres.

—¡T/N! —una voz me saca de mis pensamientos. Parpadeo y veo a Will a mi lado, mirándome algo desconcertado.

—¿Qué pasa, Will? Me asustaste —le digo, molesta.

—Lo siento, T/N. Acabo de llegar y te vi sentada, pero no me respondías. Creo que estabas sumida en tus pensamientos. ¿Pasa algo? —pregunta mientras deja su suéter en una silla.

—No pasa nada, Will. Solo estaba pensando en cosas de la carnicería. Creo que pronto tendremos que comprar más cerdos y vacas —le explico.

—Claro, puedo aportar la mitad de mis ganancias, y tú pones la otra mitad. Así no nos quedamos sin fondos —me dice, sonriendo.

—Está bien, deja que te caliente la comida —digo, poniéndome de pie mientras él toma asiento.

—Gracias, T/N.

Después de que Will cenó, me dediqué a recoger la cocina, observándolo mientras él se levantaba para ayudarme con los últimos detalles.

—Me voy a dormir, T/N. Estoy agotado, nos vemos mañana. Descansa —dice Will con una sonrisa antes de subir a su habitación.

Espero pacientemente en la cocina, sin hacer ruido, hasta que todo está en completo silencio y, cuando es lo suficientemente tarde, salgo en dirección a nuestro punto de encuentro; Sarah mencionó que hoy hablaríamos de algo importante. Como siempre, al llegar, la veo justo aterrizando.

—Hola, Sarah. Hace tiempo que no nos vemos, ¿qué serán? ¿Unas dos semanas? ¿Cómo has estado?

Sin responder, se quita la capa y la coloca sobre la piedra, me sonríe y de repente corre hacia mí, envolviéndome en un abrazo.

—Vaya, parece que me extrañaste.

—No tienes idea... verte es un alivio. Estas dos semanas fueron una tortura, pequeña vampira —dice mientras acaricia lentamente mi cabeza.

Nos quedamos así un rato, pero empiezo a sentirme incómoda y me aparto un poco.

—¿Sarah? Necesito algo de espacio...

—Lo sé, pero yo te necesito a ti, así que déjame otro rato más —dice, apretando su abrazo, como si temiera que me fuera.

—Lo siento, Sarah, pero no puedo... es demasiado. Por favor, suéltame —le suplico suavemente. Sarah asiente y se aparta, dándome espacio.

—Gracias, Sarah... —digo, aclarando mi garganta mientras busco las palabras—. Dijiste que tenías algo importante de qué hablar conmigo.

Sarah se sienta en la piedra, y yo me acomodo frente a ella, sobre el pasto. Su expresión es seria.

—Sí, T/N. Es algo... importante.

Cuando usa mi nombre, sé que debo prestar atención. Sarah nunca lo hace a menos que se trate de algo realmente importante.

—Verás, cuando te capturamos, hubo una pelea con unos vampiros. Creo que sabes a cuál me refiero... viste la pelea, pero no sabes la razón. Quiero que la sepas porque, si te encuentras con alguno de ellos, no quiero que te llenen de ideas erróneas y termines volviéndote nuestra enemiga —me dice en un tono grave, con un matiz de dolor en sus palabras.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora