Piel Negro Azabache Lo Cubre...

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—Hermanas, ¡observen! —exclama Winifred, extendiendo los brazos con una sonrisa de satisfacción. Su voz retumba con una emoción maliciosa.

—¡Soy hermosa! Finalmente, T/n me amará —grita Sarah, radiante de felicidad. Su mirada se encuentra con la mía, y siento un extraño nudo en el estómago. Pero antes de que pueda procesar ese pensamiento, noto que Thackery me observa, su rostro mezcla sorpresa y confusión.

—¿T/n?... Esa bruja dijo... ¿tu nombre? ¿Acaso tienes algo que ver con ellas? —me pregunta, con una chispa de desconfianza y un ligero enojo en la mirada.

Trago saliva, sintiendo el peso de su acusación.

—N-no, Thackery. Al menos no tiene nada que ver con lo que le sucedió a tu hermana —respondo con sinceridad, deseando que mis palabras alivien su sospecha.

Pero antes de que Thackery pueda responderme, la voz de Winifred corta el aire como una daga.

—¡Mentirosa! —dice con desdén a Mary—. Pero lo seré cuando absorba la vida de todos los niños de Salem —añade, lanzándonos una mirada peligrosa.

Thackery se pone de pie en la escalera, desafiante, mientras las tres brujas empiezan a acercarse lentamente hacia nosotros.

—¡Prepararemos otra porción! —declara Winifred, sus ojos centelleando con un brillo maligno mientras se fija en Thackery como su próximo objetivo.

Miro detenidamente a las tres hermanas. Es cierto, lucen considerablemente más jóvenes, pero Sarah... ella destaca de una manera hipnotizante; está deslumbrante. Su cabello brilla bajo la tenue luz, y sus ojos, esos ojos azules, parecen brillar aún más, envolviéndome en una especie de trance del que me cuesta escapar.

Sarah me observa intensamente de arriba abajo, su mirada recorriéndome con una mezcla de curiosidad y algo más que no logro descifrar. Justo en ese momento, la voz de Thackery rompe el silencio.

—¡Tú, bruja! —grita, con furia en la voz—. No existen suficientes niños en el mundo para hacerte joven y hermosa.

Winifred gira lentamente hacia Mary, sus labios se curvan en una sonrisa peligrosa.

—Bruja...—musita en un susurro cargado de amenaza.

Mary se estremece y balbucea:—O-oh...

Winifred, con esa expresión típica suya de superioridad, hace una pausa dramática y continúa.

—Hermanas, ¿escucharon cómo las llamó? —susurra con una sonrisa siniestra, disfrutando del momento—. ¿Qué deberíamos hacer con él?

Mary, sin perder un segundo, deja que su apetito morboso se refleje en su respuesta:

—Vamos a asarlo como un filete.

—Déjame colgarlo en un gancho para que T/n pueda chuparle la sangre —dice Sarah acercándose con una sonrisa burlona y una chispa de malicia en sus ojos. Thackery la mira con desconcierto y luego dirige su mirada hacia mí. Siento un nudo en el estómago; apenas puedo mirarlo, la culpa por lo que ha sucedido con su hermana pesa sobre mí como una roca que se hunde en un gran lago.

—¡No! —grita Winifred, interrumpiendo a Sarah y empujándola hacia atrás con un ademán de impaciencia—. ¿Libro? ¿Querido? Ven con mami.

Ante su llamado, el viejo libro de hechizos se acerca flotando a ella, como si tuviera vida propia. Lo observo sorprendida; no sabía que ese libro, siempre presente en las manos de Winifred, era capaz de moverse por sí solo.

—Sí... su castigo debe ser más severo... más duradero —declara Winifred, sosteniendo el libro con aire solemne. Sus dedos acarician la cubierta con una familiaridad inquietante—. Muéstrame, cariño.

Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora