En el instante en que la llama cobra vida, se torna de un negro intenso, y una ráfaga de viento sacude el lugar. Las velas decorativas se rompen, reemplazadas de inmediato por velas reales, mientras el suelo tiembla bajo sus pies y resplandece con un brillo verde. Me sujeto con fuerza a la ventana, observando cómo los viejos encantamientos comienzan a desatarse.
Después del temblor, el silencio vuelve a la cabaña. Poco a poco, las velas se encienden una a una, y el fuego en el caldero crepita suavemente. Un sonido familiar y escalofriante llena el aire: la risa de Winifred. La puerta se abre de golpe y las veo entrar, luciendo exactamente como el día en que se fueron.
Winifred lidera la marcha, con sus hermanas detrás de ella, su mirada satisfecha mientras recorre la cabaña con una sonrisa.
—Estamos en casa —anuncia, sus ojos brillando al observar su entorno restaurado.
Winifred sonríe y exclama con fervor: —¡Oh, dulce venganza! ¿Vieron, hermanas? ¡La maldición funcionó a la perfección! —
Sin poder contener la emoción, salto al frente, colocándome directamente ante ellas.
—Hola, bellas damas. Cuánto tiempo sin verlas, ¿cierto? —les digo, sonriendo a las tres con el corazón latiendo rápido.
Winifred y Mary se detienen, un atisbo de sorpresa en sus rostros, pero al instante me reconocen. Ambas sueltan un suspiro, aliviadas y un tanto divertidas. Sarah, en cambio, da un grito de alegría y se lanza hacia mí, me envuelve en un abrazo, plantando varios besos rápidos y emocionados alrededor de mi rostro.
—¡Te extrañé tanto! —exclama Sarah, sus ojos llenos de esa chispa que siempre la caracterizó.
— Oh, T/n, qué bueno que siempre has estado de nuestro lado. ¡Nos trajiste de vuelta! — Dice Winifred, y aunque el abrazo de Sarah es cálido y lleno de dulzura, no puedo evitar separarme un poco para mirar a Winifred. Alzo una ceja, incrédula. ¿En serio, Winifred? Ah, sigue siendo la misma, tan egocéntrica como siempre.
A nuestro lado, escucho a Allison susurrar para sí misma, atónita — ¿T/n... conoce y está saliendo con una de las Sanderson? ¿Cómo es posible? — Sus palabras quedan suspendidas en el aire. ¿Cómo definir mi relación con Sarah? Ni siquiera yo lo sé con precisión. Pero sí... algo así.
Cuando vuelvo mi atención a Sarah, ella no pierde un segundo en tomarme de las mejillas, guiándome para que mis ojos se encuentren con los suyos.
Esos ojos azules, tan profundos y hechizantes, como el destello de la luna abrazando la superficie de aquel extenso lago, el lugar secreto donde solíamos encontrarnos.
Me sostiene la mirada y siento cómo su sonrisa suave envuelve todo a nuestro alrededor. Se inclina lentamente, rozando sus labios con los míos en un beso que enciende mis sentidos, sus manos acarician mis mejillas, como si el tiempo mismo quisiera detenerse en este instante, en esta magia que sólo ella puede invocar.
Nuestro momento se interrumpe con el grito impaciente de Winifred — ¡Sarah! ¡Deja de besar a T/N! — Me separo rápidamente, aún con la sonrisa en mis labios, tratando de disipar la incomodidad. Pero antes de que pueda decir algo, Winifred me lanza una mirada inquisitiva, sus ojos se clavan en mí con una mezcla de curiosidad y sospecha.
—¿Quién prendió la vela de la llama negra, T/N? Solo podía hacerlo un virgen ...humano — murmura con desdén, mientras sus ojos se posan en la vela.
—Y-yo... eh, fue... complicado, — respondo. Bajo la mirada mientras Winifred me estudia intensamente. A mi lado, veo que Sarah empieza a buscar algo en lo alto de la puerta.
—¡Mi cola de rata de la suerte! — exclama con esa inocencia peculiar que siempre la rodea. ¿Sarah tenía eso? Sonrío, divertida ante sus pequeñas excentricidades.
Después de unos segundos en los que Winifred me observa fijamente, desvía la mirada y se enfoca en su libro, guardado en una vitrina, y sonríe con devoción —Despierta, despierta, dormilón — murmura, tocando suavemente el cristal, y el ojo del libro se abre lentamente.
— Oh, te he extrañado... ¿también me extrañaste? — Winifred murmura casi con ternura.
Me giro para ver si los chicos ya se han ido, pero ahí está Allison, asomándose nuevamente, atrapada entre la incredulidad y la curiosidad. Me congelo un instante, indicándole con gestos que se vaya de una vez, pero antes de que pueda seguir insistiendo, siento el brazo de Sarah rodeándome por el costado en un abrazo cálido.
—¿Qué haces, pequeña vampira? — susurra Sarah mientras se inclina y empieza a aspirar el aroma de mi cuello, sus labios casi rozando mi piel. Su cercanía hace que me ponga nerviosa.
— Oh, Sarah, nada... solo recordaba — murmuro, girando la cabeza para encontrarme con sus ojos, intensos y llenos de un brillo juguetón.
Ella sostiene mi mirada un segundo antes de bajarla lentamente hacia mi escote, su sonrisa expandiéndose con picardía. Siento cómo el rubor calienta mis mejillas cuando sus ojos regresan a los míos, tan penetrantes, como si pudieran ver cada rincón de mi mente.
— ¿Te vestiste así solo para mí? — susurra, deslizándose frente a mí y dejando una de sus manos descansar en mi clavícula. Su toque es ligero, pero el calor que me provoca recorre mi piel como una caricia ardiente. Entonces su mirada se posiciona en mi collar y frunce el ceño — Ese collar... ¿qué..?—
Antes de que pueda terminar la pregunta, Mary llama a Winifred, rompiendo el momento.
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Bajo la Luna de Salem (Sarah Sanderson X Lectora)
RandomSalem guarda más secretos de los que cualquiera imagina. En medio de un romance inesperado y una maldición permanente, una joven se encuentra atrapada en este juego peligroso. Hay mucho en riesgo y llegó tu amor en el peor momento. ¿Podrás sobrevivi...