La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La señora Weasley regresó del callejón Diagon como a eso de las seis, cargada de libros y con un largo paquete envuelto en papel marrón que Ron le quitó de las manos con un gemido de deseo contenido.
— No la desenvuelvas aún; vendrá gente a cenar, así que los quiero a todos abajo — dijo la señora Weasley, pero en cuanto se perdió de vista, Ron arrancó el papel en un arrebato de euforia y, extasiado, examinó centímetro a centímetro su nueva escoba.
— Pero que desesperado eres, Weasley — lo criticó Gareth virando los ojos, pero lo dejó que admirara su escoba.
Kate siguió a la señora Weasley hacia la cocina con intención de ayudarla a preparar la cena, y juntas hicieron un montón de postres y todo tipo de bocadillos.
Kate no la había visto de tan buen humor durante las vacaciones.
La señora Weasley les había pedido a todos que bajaran al sótano, en donde había puesto una mesa rebosante de comida, y había colgado una pancarta de color rojo que decía:
FELICIDADES RON Y HERMIONE NUEVOS PREFECTOS
No pasó mucho tiempo antes de que Sirius, Remus, Tonks y Kingsley Shacklebolt aparecieran allí, y Alastor Moody entró poco después también.
— ¡Oh, Alastor, me alegro de verte! — exclamó la señora Weasley jovialmente al ver al nombrado aparecer —. Hace mucho tiempo que queríamos pedírtelo... ¿Podrías echar un vistazo al escritorio del salón y decirnos qué hay dentro? No hemos querido abrirlo por si se trata de algo peligroso.
— No te preocupes, Molly... —. El ojo mágico de Moody giró hacia arriba y se clavó en el techo de la cocina —. En el salón... — gruñó mientras se le contraía la pupila —. ¿Ese escritorio del rincón? ¡Ah, sí, ya lo veo! Sí, es un boggart... ¿Quieres que suba y me deshaga de él, Molly?
— No, descuida, ya lo haré yo más tarde — dijo la señora Weasley sin dejar de sonreír —. Ahora tomate algo. Verás, hoy hemos organizado una pequeña fiesta... — señaló la pancarta roja —. ¡El cuarto prefecto de la familia! — añadió con orgullo, alborotándole el cabello a Ron.
