Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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Harry's pov
El avión comenzó su descenso, y el leve sonido de los motores se mezcló con la respiración pausada de Maddy a mi lado. Max, nuestro golden retriever, dormía plácidamente a sus pies, acomodado sobre una manta que ella había insistido en llevar. A veces, creo que ese perro tiene más privilegios que yo, pero, si soy sincero, no me molesta.
Miré por la ventana. Las luces de Nueva York aparecían en el horizonte, recordándome que este no era el aterrizaje al que estaba acostumbrado. Si no fuera por la pandemia, estaríamos tocando tierra en Londres, donde siempre hemos sentido que realmente está nuestra casa. Pero la granja, en las afueras de Nueva York, ha sido un refugio necesario, un lugar donde podemos escondernos del ruido del mundo.
Volver a estar con Maddy en Italia fue… diferente. No solo por los paisajes y la comida, sino por algo más profundo. Sentí que habíamos recuperado algo que el tiempo y los problemas nos habían robado. Esa noche, bajo las estrellas, me recordó quiénes éramos realmente: dos personas que se encontraron en el momento perfecto y que, a pesar de todo, siguen eligiéndose. No puedo explicar cómo, pero parecía que habíamos vuelto a ser esos adolescentes que se enamoraron cuando todo era nuevo y emocionante.
No era solo una noche más; era como redescubrirnos, con menos miedos y más certezas. Esa química, que a veces siento que hemos tenido que luchar por mantener viva, estaba ahí, como si nunca se hubiera ido. Nos dejamos llevar tantas veces como pudimos, como si compensáramos todo el tiempo perdido.
Maddy se movió ligeramente, despertando de su sueño. Abrió los ojos y me miró con esa mezcla de cansancio y calidez que me hace sentir en casa, sin importar dónde estemos.
— ¿Ya estamos llegando? — Preguntó, su voz suave y todavía algo dormida.
— Sí, cariño. Queda poco — Respondí, mientras mis dedos se deslizaban por su cabello.
Ella sonrió y luego se inclinó para acariciar a Max, quien, al sentir su toque, levantó la cabeza y movió la cola con entusiasmo.
— Buenos días, dormilon — Le dijo con un tono lleno de ternura.
Max bostezó y, tras un par de movimientos perezosos, volvió a acomodarse. Yo observé la escena con una sonrisa, disfrutando de este momento de calma que parecía encapsular todo lo bueno que habíamos encontrado juntos últimamente.
El avión tocó tierra suavemente, y mientras nos preparábamos para salir, ayudé a Maddy con su abrigo mientras ella sujetaba la correa de Max. Salimos del jet privado hacia el frío de la mañana, y Maddy se acercó un poco más a mí, buscando refugio del viento.
— No es Londres — Murmuró, con un tono que no era de queja, solo de nostalgia.
— Lo sé. Pero estamos juntos, y eso es suficiente, ¿no?
Ella asintió, su sonrisa débil pero sincera. Max, siempre atento a sus emociones, le lamió la mano, como si supiera exactamente lo que necesitaba.
— Sí, Harry. Es suficiente — Dijo, dándole un apretón a mi mano mientras caminábamos hacia el coche que nos esperaba.