Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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El sol apenas entraba por la ventana de la cocina y ya olía a pan tostado y café recién hecho. Ollie balbuceaba algo desde su sillita alta mientras movía sus piernas como si estuviera pedaleando en el aire. Harry tenía puesta una camiseta blanca arrugada y ese short gris que siempre usaba para estar en casa. Estaba preparando unos huevos revueltos mientras tarareaba algo sin darse cuenta.
Yo intentaba cortar rodajas de banana para Dora, aunque lo hacía tan lento como si nunca antes hubiera tenido un cuchillo en la mano. Me ardían los ojos. Tragué saliva. No quería que me saliera la voz temblorosa.
— ¿Estás bien? — Preguntó Harry, sin girarse todavía.
— Sí. Solo... estoy bien — Mentí, apretando los labios.
Pero cuando me acerqué a poner las frutas en su plato con forma de unicornio, vi el pequeño uniforme azul y blanco doblado con tanto cuidado sobre la silla del comedor. Su estiche con sus lapices que habiamos preparado la noche anterior, y la mochila con mariposas estaba lista junto a la puerta. Todo eso me golpeó de golpe, como si el tiempo se me hubiera escurrido entre los dedos.
Y sin querer, empecé a llorar.
— Es su primer día... — Murmuré, con la voz quebrada — Su primer día de escuela. Y... ¿y si alguien se burla de ella? ¿Y si se siente sola o...? Los niños pueden ser tan crueles, Harry.
Me apoyé en la mesada, cubriéndome el rostro con una mano. Sentí que me temblaban los hombros. Era como si me estuvieran arrancando un pedacito del corazón.
Harry dejó la espátula en la sartén y se acercó enseguida. Me rodeó con los brazos por detrás y apoyó su barbilla en mi hombro.
— Mads, escucha... — Susurró — Theodora es valiente. Más de lo que creemos. Tiene tu carácter, no deja que nadie la pisotee. Si alguien intenta meterse con ella, créeme, no va a quedarse callada.
Yo solté una risa ahogada mientras me limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.
— Eso es lo que me da miedo — Bromeé débilmente.
Harry me dio un beso en la mejilla, suave, como si tuviera miedo de interrumpir el momento.
— Va a estar bien — Insistió, mirándome con ternura — Tú y yo le dimos alas, pero también le dimos raíces. Es una mezcla de los dos... y eso la hace fuerte.
Me giré para abrazarlo bien fuerte, sintiendo su camiseta contra mi cara. Y él me acarició el cabello con paciencia.
Después de un rato, me dio otro beso, esta vez en la frente, y dijo:
— Voy a buscar a los niños. Anda respirando. Hoy no se nos quema el desayuno... si es que Ollie no decide volcar su jugo de nuevo.
Lo vi salir del cuarto rumbo a la habitación, y me quedé un momento en la cocina, sintiendo que el corazón me latía como si acabara de correr una maratón. Mi bebé iba a la escuela.