Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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Harry's pov
A las siete y media, Dora ya estaba despierta. No la habíamos escuchado salir de su cuarto, pero de pronto apareció en la cocina con su osito en una mano y una mochila rosa en la otra.
- ¿Hoy vamos a ver al elefante? - Preguntó con esa mezcla de emoción y solemnidad que le salía solo cuando se trataba de animales.
Me agaché a su altura y asentí, aún medio dormido, mientras le revolvía el cabello.
- Hoy sí, amor. Al elefante, al mono, al pingüino... al que quieras.
Maddy ya estaba preparando el desayuno, Ollie en su brazo izquierdo, y su sonrisa me iluminó más que el café recién hecho. Oliver tenía la cara enterrada en el cuello de su mamá, medio babeado, con ese mechón rebelde igual al mío cayéndole sobre la frente. Ya era evidente que iba a ser mi clon. Aunque, por ahora, él no se despegaba de ella ni por un segundo. Ni aunque yo le ofreciera la luna.
- ¿Le pusiste protector solar a Dora? - Me preguntó mi esposa, mientras intentaba cortar fruta con una sola mano.
- Estaba en eso... pero me ganó. Ya está vestida con mochila y todo. Creo que durmió así.
Maddy soltó una risita, de esas suaves, casi en secreto. Dejó a Ollie en la sillita alta para darle su papilla. Él protestó un poco, pero terminó aceptando cuando ella le cantó esa canción suave que siempre lo tranquilizaba.
- Amo a los tigres ¡¿Vamos a ver uno?! - Dora seguía en lo suyo, girando en círculos sobre su propio eje, con los zapatos al revés.
- Vamos a ver todos los que quieras. Pero primero, zapatos bien puestos, cariño - Le dije, acercándome para ayudarla. Ella puso cara seria, como si supiera que esa era una misión importante. En el fondo, lo sabía.
Criarla sin pantallas fue difícil al principio, pero valió la pena. Tenía una forma de observar el mundo que a veces me dejaba sin palabras. Se emocionaba con cosas que a mí se me pasaban por alto. Las hormigas en la acera, el sonido del viento entre los árboles, una hoja que caía en espiral. Aunque por las tardes, si estaba muy cansada, se acurrucaba con Maddy en el sofá para ver un episodio de Bluey. Y ahí sí que no había discusión. Era su momento.
- ¿Papá, los flamencos duermen parados?
- Sí. Y con una sola pierna - Le respondí, terminando de atarle los zapatos.
- ¡Qué raro! - Rió, encantada. Maddy se giró para mirarla y le dio un beso en la nariz.
Ollie parecia quedarse dormido en su sillita, aferrado a un peluche blandito que Maddy había elegido para él. Se parecía tanto a ella cuando dormía. Pero cuando abría los ojos... ahí sí que no había duda: era mi hijo. Y no solo por los rasgos, sino por esa forma tranquila de mirar todo como si ya lo entendiera.
Cinco meses. No puedo creer que ya hayan pasado cinco meses desde que Ollie llegó a nuestras vidas. A veces siento que fue ayer que lo cargamos por primera vez en el hospital, con Maddy exhausta pero sonriendo como si hubiera tocado el cielo. Y otras veces... otras veces siento que siempre estuvo con nosotros.