Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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— Creo que ahora sí — Dije, soltando el aire con una mano en la espalda baja.
Harry se giró desde el rincón donde acababa de colgar la guirnalda con el nombre de nuestra hija y sonrió como si estuviéramos en la recta final de una gran obra de arte. Y sí, lo estábamos. Después de meses imaginando este momento, la habitación estaba oficialmente lista.
Me quedé en el centro del cuarto, mirando todo alrededor. Las paredes eran de un tono cálido, entre rosa viejo y durazno suave, y el papel tapiz en una de ellas tenía ramas finitas con flores chiquitas. La cuna de madera clara ya estaba en su lugar, con las sábanas lavadas y dobladas como me enseñó mi hermana, y un móvil colgando arriba que proyectaba estrellitas en el techo cuando lo encendíamos. Al lado, habíamos puesto una mecedora con una mantita tejida por mi abuela.
Me sentía hinchada, cansada y con el humor en sube y baja. El peso de la panza me tenía lenta, todo me daba calor, y cualquier movimiento me hacía suspirar. Pero también me sentía feliz. Rara, nostálgica sin razón. Como si estuviera despidiéndome de algo mientras esperaba lo más importante de mi vida.
— ¿Te duele algo? — Me preguntó, acercándose con una botella de agua en la mano.
— Solo soy yo siendo yo — Dije, sonriendo de lado mientras me sentaba con cuidado en la mecedora — Estoy bien, nomás… muy embarazada.
Harry se rió bajito y se agachó para atar el bolso del hospital, que estaba abierto en el suelo junto a la puerta. Lo habíamos llenado hace unos días, pero hoy terminamos de ajustarlo: bodies diminutos, pañales, mantitas, mi bata, ropa cómoda para él, el libro que quiere leerle en la clínica. Me conmovió verlo tan metido, tan tranquilo. Tan él.
— Una semana — Dije en voz baja, con la mano en la panza — No me entra en la cabeza.
Harry me miró como si él tampoco lo terminara de creer.
— Falta poco — Susurró — Pero lo hiciste todo tan bien… Y ella ya tiene todo listo.
Me estiré para tomar su mano y la apoyé sobre mi vientre. Sentí un movimiento leve, casi como un saludo.
— ¿Lo sentiste?
Él asintió, y por un momento se nos hizo un nudo en el pecho a los dos. Era de esos momentos que no se repiten, donde todo parece en su lugar, hasta el silencio.
Le di el último bocado a mi tostada con queso y me apoyé en la silla, mirando a Max con esa cara que ponía cuando sabía que ya venía su parte. Tenía el plato listo al lado de su bebedero, y apenas me paré, empezó a mover la cola como si no hubiera comido en días.
— Ya va, glotón — Le dije, mientras me agachaba con algo de esfuerzo para servirle su comida.
Él metió el hocico enseguida en el plato y me reí sola, acariciándole la cabeza. Harry, desde la cocina, estaba terminando de lavar lo que habíamos usado para el almuerzo. Escuchaba el agua corriendo y el ruido de los platos entrechocando con cuidado. El día estaba tranquilo, nublado, y la casa olía a café con vainilla.