epilogo 1

277 20 10
                                        

Desperté con un sonido que al principio no supe ubicar. Eran pasos pequeños, suaves, casi torpes, mezclados con susurros y risitas que venían desde el pasillo. Tardé un momento en darme cuenta de dónde estaba; la luz tenue que se filtraba por las cortinas me recordó que no estábamos en Londres.

Por un segundo, todo estuvo quieto otra vez lo cual comenzaba a sonar sospechoso, hasta que escuché nuevamente un murmullo cerca de la puerta.

— Shhh, Ollie, despacito. Mamá y papá están dormidos — Dijo quien parecía ser Theodora, aunque su tono apenas podía contener la emoción.

Me giré un poco, escondiendo una sonrisa contra la almohada. A mi lado, Harry seguía completamente dormido, con una mano sobre mi cintura y el cabello desordenado cubriéndole media cara. Me incliné apenas para susurrarle algo que nisiquiera yo pude entender.

Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió rápidamente y la cama tembló. Dos pequeños cuerpitos se lanzaron sobre nosotros con gritos que podrían haber despertado a todo orlando.

— ¡Disneyland! ¡Disneyland! — Coreaban los dos niños rebotando sobre las sábanas como si fuera una cama elástica.

Solté una carcajada mientras mi esposo abría los ojos de golpe, confundido por un segundo, hasta que Oliver cayó sobre él y Dora se acomodó encima de mí haciendo que los cuatro nos riamos.

— ¡Hoy es el día, papi! — Dijo Dora, con una sonrisa que casi le cerraba los ojos.

— ¿Qué día? — Preguntó él, fingiendo no entender causando una expresión molesta de nuestra hija mayor.

— ¡Disneyland! — Respondieron los dos al mismo tiempo, como si fuera obvio.

Harry se echó a reír, abrazando a Ollie contra el pecho.

— Ah, cierto. Ese pequeño detalle.

La habitación olía a sábanas limpias y a sueño. El aire del hotel era más frío de lo que imaginaba para Florida, o tal vez era solo que aún no me terminaba de despertar. Miré a mis hijos quienes eran mi caos favorito y sentí esa mezcla extraña de ternura y agotamiento que solo se tiene cuando uno es padre.

Ayer por la noche habíamos aterrizado en Orlando, después de un vuelo caótico desde Londres lleno de dibujos, comida y preguntas cada cinco minutos sobre cuanto faltaba para llegar. Habíamos prometido traerlos cuando fueran lo bastante grandes para recordarlo, ya que Harry y yo individualmente fuimos a su misma edad y desde la perspectiva de un niño de aproximadamente de 5 años, era mágico. Y ahora, viendo la emoción en sus caras, supe que habíamos acertado.

Los dos cumplían con una semana de diferencia: Dora acababa de cumplir siete, y Ollie cumpliría cuatro en unos días. Así que decidimos celebrarlo juntos, con algo que los uniera, algo que siempre soñaron. Y vaya si lo estaban viviendo desde temprano teniendo en cuenta que ninguno de los dos eran madrugadores.

— Deberíamos ponerles una alarma a las seis cada mañana — Dijo Harry, con voz grave, mientras Dora lo abrazaba.

— Podría ser peor. Al menos no pidieron pastel en la cama — Bromee, acariciando el cabello de Ollie, que ya estaba intentando destapar las cobijas.

— ¿Y después Mickey? — Preguntó ella.

— Después Mickey — Confirme, y me besó la mejilla antes de bajar de la cama, decidida a vestirse.

Ollie la siguió enseguida, tropezando con una zapatilla en el camino y riendo cuando Harry lo atrapó de la capucha del pijama antes de que se cayera.

— Eso fue cerca, ¿eh, campeón? — Dijo él, sonriendo dándole confianza de que no había sucedido nada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

INVISIBLE STRING [H.S] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora