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Hay momentos en los que el tiempo parece ralentizarse, en los que cada detalle se graba en mi memoria como una fotografía

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Hay momentos en los que el tiempo parece ralentizarse, en los que cada detalle se graba en mi memoria como una fotografía. Este es uno de ellos.

Maddy sale del vestidor y, de inmediato, siento que me han sacado el aire de los pulmones.

Su body negro es ajustado, con las transparencias estratégicamente ubicadas que dejan poco a la imaginación sin perder un ápice de elegancia. El pantalón de vestir cae a la perfección sobre sus caderas, alargando aún más su silueta. Pero lo que realmente me mata es su cabello, peinado hacia atrás con gel, exponiendo cada una de sus facciones. Sin distracciones. Solo ella.

Maldición.

Me reclino contra el tocador con los brazos cruzados, mirándola de arriba abajo sin ninguna intención de disimular. Maddy se detiene frente al espejo para ajustar los pendientes y enarca una ceja al notar mi silencio.

— ¿Qué?

— No puedo creer que me estés obligando a ir a una boda cuando podríamos quedarnos aquí y aprovechar ese maldito outfit — Respondo, con un tono más grave de lo necesario.

Ella suelta una risa breve y niega con la cabeza.

— Harry…

— No, en serio. Creo que tengo fiebre. O que de repente Jeff no me cae tan bien.

Maddy gira sobre sus talones, cruzándose de brazos. El movimiento hace que la tela transparente de su body atrape la luz de la habitación, como si no fuera lo suficientemente tentadora ya.

— No voy a caer en tu jueguito.

— ¿Jueguito? No es un jueguito si es la verdad.

Me acerco sin apuro, disfrutando de la forma en que su respiración se vuelve más corta cuando acorto la distancia entre nosotros. Paso un dedo por la línea de su cintura, sintiendo la diferencia de texturas entre la tela y su piel.

— Estás increíble, Mads — Mi voz baja una octava cuando mis dedos se deslizan hacia su cadera — Sabes lo que me haces cuando te vistes así, ¿verdad?

Ella me mira de forma indescifrable por un segundo. Después, con un destello de diversión en los ojos, se inclina apenas, rozando sus labios con los míos sin llegar a besarme.

— Sabes lo que me haces cuando hablas así, ¿verdad?

Aprieto la mandíbula y exhalo con fuerza.

— Maldición, Hadid.

Me quedo ahí un segundo, viéndola caminar con esa seguridad devastadora, y decido que el karma es real. La próxima vez seré yo quien la torture.

Unos minutos después, mientras termino de arreglarme, Maddy se acerca y toma la corbata en sus manos.

— Ven aquí.

Obedezco sin discutir, permitiendo que la ajuste con movimientos expertos. Está tan cerca que puedo oler su perfume, algo sutil pero embriagador.

INVISIBLE STRING [H.S] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora