Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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Nunca imaginé que mi vida sería así.
Cuando era niña, soñaba con muchas cosas: la casa en la que viviría, los hijos que podría tener, el trabajo que haría. Pero nunca soñé con la fama. Nunca soñé con escenarios gigantes ni con el sonido ensordecedor de miles de voces coreando mis canciones. Siempre tuve esa magia para la música pero era demasiado tímida, demasiado tranquila para siquiera imaginarme en el centro de todo.
Crecí rodeada de lodo y caballos, con el amor incondicional de mi abuela y la compañía de mis hermanos. Mi madre no estuvo demasiado presente, siempre siguiendo a mi padre en sus viajes de negocio, y él… él siempre estuvo más enfocado en lo suyo que en nosotros. Así que mi mundo, en gran parte, era mi abuela. Era su casa, su voz cantando en la cocina, su manera de hacer que todo pareciera más fácil.
Y ahora estoy aquí.
Acabo de llegar al recinto en Londres, donde Harry dará un concierto íntimo para presentar su tercer álbum de estudio. Los fans ya comienzan a agruparse, emocionados, y el equipo de producción se mueve con precisión entre cables, luces y monitores.
Mi propio álbum está siendo un éxito rotundo y pronto comenzaré mi gira por estadios. Es un pensamiento que todavía me cuesta procesar. No era parte del plan. No cuando de niña imaginaba una vida más… simple.
Pero, de alguna manera, esto también se siente como hogar.
El motor del auto se apagó con un suave ronroneo, y solté un suspiro mientras me quitaba el cinturón de seguridad. Habíamos llegado con tiempo suficiente para instalarnos con calma antes del concierto, pero sabía que en cuestión de minutos, el lugar estaría lleno de movimiento.
—¿Tía Maddy?
Giré la cabeza hacia el asiento trasero, donde Rubi me miraba con impaciencia.
—¿Sí, amor?
—¿Tú crees que el tío Harry se ponga nervioso? — Preguntó, balanceando los pies mientras su pequeño rostro se iluminaba con curiosidad.
Sonreí mientras abría la puerta del auto y me agachaba para desabrocharle el cinturón de seguridad.