El frío de Londres se sentía diferente al de Nueva York, más húmedo, más envolvente, pero igualmente festivo. La ciudad estaba adornada con luces doradas, los escaparates decorados con esmero y la gente apresurada con las últimas compras de Navidad. Después de semanas de tour, estar de vuelta justo a tiempo para las fiestas me daba una sensación de calma que no había sentido en meses.
— ¿Llevas guantes? — Preguntó Harry mientras cerraba la puerta del departamento.
— Sí, mamá — Respondí con una sonrisa sarcástica, mostrándole las manos cubiertas.
Él resopló con diversión y terminó de cargar el auto. Entre los dos, acomodamos las bolsas con los regalos y el postre que habíamos elegido cuidadosamente para la cena en casa de William. Max, impaciente, movía la cola y saltaba alrededor nuestro, emocionado por la salida.
El trayecto hasta la casa de mi hermano no era largo, pero con el tráfico navideño se volvía una pequeña odisea. Aun así, no me importaba. Me recosté contra el asiento mientras observaba las luces parpadeantes reflejarse en la nieve que cubría las calles. En la radio sonaban clásicos navideños y, sin darme cuenta, empecé a tararear junto a Harry, que conducía con una mano en el volante y la otra descansando en mi pierna.
— Había olvidado lo mucho que me gusta Londres en Navidad — Murmuré.
— Sí… tiene su encanto — Admitió mi prometido, lanzándome una mirada rápida antes de volver la vista a la carretera.
Desde el asiento trasero, Max soltó un pequeño gruñido, acomodándose sobre su manta. Sonreí y me estiré para acariciarle la cabeza, sintiéndome más en casa que nunca.
No importaba cuántos aeropuertos hubiera cruzado en los últimos meses, cuántas ciudades distintas hubiera pisado; estar aquí, con Harry y con mi familia esperando al final del camino, era lo único que realmente hacía que la Navidad se sintiera como Navidad.
El auto se detuvo frente a la casa de William, y antes de que Harry siquiera apagara el motor, el sonido de risas y pequeños gritos llenó el aire. Ruby, Emma y Khai estaban claramente en su propio mundo de juegos, probablemente corriendo por toda la casa mientras el resto de la familia intentaba mantener el orden.
— Bueno, definitivamente ya empezó la fiesta —Murmuré con una sonrisa mientras abría la puerta.
El aire frío de Londres nos envolvió en cuanto bajamos, pero la luz cálida que se filtraba desde las ventanas de la casa de William nos recordaba que estábamos a punto de entrar en un lugar acogedor. Max, emocionado, tiró un poco de su correa mientras yo cargaba el postre y Harry llevaba las bolsas con los regalos.
Apenas llegamos a la puerta, esta se abrió antes de que pudiéramos tocar el timbre.
— ¡Por fin! — Exclamó mamá — Ya pensábamos que el tráfico los había secuestrado.
Sonreí y la abracé con fuerza, sintiendo ese alivio familiar de estar en casa. Amelia siempre tenía una energía particular, incluso en momentos caóticos como este.
— No podíamos llegar sin el postre — Bromeé, levantando la caja.
— O sin regalos — Añadió Harry, sacudiendo una de las bolsas.
Detrás de mamá, Lía, mi abuela, se acercó con una sonrisa cálida y me estrechó en un abrazo.
— Mi niña, qué gusto verte en Navidad — Dijo, acariciándome la mejilla con cariño.
— Te extrañé, abuela — Respondí con sinceridad.
En cuanto cruzamos la puerta, el sonido del caos familiar nos envolvió. La chimenea crepitaba, el árbol de Navidad brillaba en una esquina de la sala, y la mesa ya estaba puesta con detalles perfectamente organizados por Jade. Francesco, mi abuelo, estaba cómodamente sentado en su sillón favorito, observando a los niños correr con una mezcla de diversión y resignación.
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INVISIBLE STRING [H.S]
FanfictionMadison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible? Continuación de "You we...
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