INVISIBLE STRING [H.S]

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Día 22

Últimamente, los días pasan lentos, casi arrastrándose. La luz del sol que entra por la ventana no trae consigo la calidez que solía sentir antes. Hay momentos en que ni siquiera sé en qué día vivo; todo parece borroso, monótono, sin sentido. Me cuesta salir de la cama, enfrentar el mundo, y me he aferrado a pequeñas rutinas sin importancia para intentar mantener una apariencia de normalidad. Cada mañana, me encuentro revisando las mismas series de televisión una y otra vez, sin prestar atención a las tramas ni a los personajes, solo para llenar el vacío del silencio en casa.

Harry y yo hemos estado distantes. No lo decimos en voz alta, pero lo siento en cada uno de nuestros gestos, en la forma en que nos movemos por la casa sin apenas rozarnos, en el tono medido y cauteloso con el que intercambiamos palabras. Sé que él también lo siente, pero ninguno de los dos se atreve a romper el hielo que parece haberse formado entre nosotros. Tenemos miedo, ambos lo sabemos, miedo de enfrentarnos a lo que nos está pasando.

A veces lo veo observando su teléfono, revisando mensajes que nunca envía, y me pregunto si está buscando las palabras adecuadas para hablarme, o si, como yo, se siente perdido en esta niebla de emociones no resueltas. Yo, por mi parte, he dejado de revisar el mío; no puedo enfrentarme a las preguntas de Abby o a la realidad de mi propia vida. Así que paso los días en automático, fingiendo que todo está bien, pero sintiéndome cada vez más desconectada, no solo de Harry, sino de mí misma.

La noche de hoy no ha sido diferente. La televisión reproduce algo al azar de fondo mientras Harry y yo nos sentamos en nuestros respectivos lados de la cama en silencio. La distancia entre nosotros parece mayor que nunca, y el peso de las palabras no dichas cuelga en el aire como una nube cargada de tormenta. Lo observo mientras está sentado a mi lado, sus manos descansan en su regazo, sus dedos entrelazados, y su mirada fija en la pantalla como si realmente estuviera interesado en lo que ocurre allí. No se da cuenta de que lo estoy mirando.

No sé qué me lleva a hacerlo, tal vez solo quiero romper esa barrera invisible que nos separa, tal vez solo quiero probar las aguas, sentir que aún existe algo entre nosotros que no esté completamente roto. Me he vuelto una sombra de la persona que era, siempre buscando en su mirada una chispa, una señal de que sigue amándome de la misma manera.

— Harry, mírame — Digo, mi voz casi desesperada. Me mira, pero es como si su mente estuviera en otro lugar — Dime que todavía me amas.

Él parpadea, desconcertado. Siento que mi corazón late tan fuerte que podría romperse en cualquier momento. Quiero que me diga que sí, que me ama, que todo lo que siento es solo una mala racha. Pero la incertidumbre en sus ojos me da miedo.

— Claro que te amo, Mads — Tesponde al fin, pero sus palabras suenan vacías, como si las estuviera diciendo más por obligación que por deseo. No puedo soportar esa indiferencia.

— No, no me digas eso solo para hacerme sentir bien — Replico, apretando sus mejillas con más fuerza. — Quiero sentirlo, Harry. Quiero que me lo demuestres.

Él se queda en silencio, su expresión pasando de la sorpresa a la tristeza. Siento la desesperación crecer en mi interior como una tormenta. Así que, en un impulso, me inclino hacia él, mis labios encontrando los suyos con urgencia. Lo beso con todo lo que tengo, con la esperanza de que él responda, de que su cuerpo me devuelva ese fuego que una vez compartimos. Mis manos bajan por su cuello, su pecho, buscando una respuesta, algo que me confirme que todavía estamos conectados.

Al principio, él no se mueve, como si no supiera qué hacer, pero luego, lentamente, responde a mi beso. Sus manos, aunque reticentes, comienzan a acariciarme la espalda, y por un momento, creo que he roto la barrera entre nosotros. Quiero más. Necesito más. Desesperada, mi mano desciende, tirando suavemente de la cintura de su camiseta, queriendo acercarlo a mí, queriendo que él también me desee, que me necesite tanto como yo lo necesito.