Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Harry detuvo el coche frente a la casa y bajó el volumen del villancico que sonaba bajito. Afuera, las luces navideñas decoraban cada rincón de la fachada como si Anne hubiera estado esperando este día todo el año. Seguramente era así. Sentí ese cosquilleo familiar en el pecho: no importa cuántas veces viniera, Holmes Chapel siempre tenía algo que me calmaba.
- ¿Dormidos? - Pregunté en voz baja, girándome hacia atrás.
- Casi - Susurró Harry mientras abría la puerta de su lado - Voy con Ollie.
Yo salí despacio, envolviendo mejor a Dora en su abrigo. Tenía las mejillas coloradas por el calor del coche y los rizos un poco revueltos. Me abrazó sin abrir los ojos del todo, pero en cuanto escuchó la voz de su abuela desde la puerta, se despertó por completo.
- ¡Abuela! - Dijo con esa voz suave que usaba cuando recién despertaba, como si todavía estuviera entre sueños.
Anne bajó los escalones con los brazos abiertos. La vi contenerse apenas para no apurarse demasiado, aunque en cuanto Dora corrió hacia ella, se agachó de inmediato para recibirla.
- ¡Mi niña hermosa! - Exclamó Anne, llenándola de besos en las mejillas mientras la levantaba del suelo con un esfuerzo teatral.
Yo sonreí, cerrando la puerta del coche justo cuando Harry venía con Ollie apoyado en su pecho, la cara del bebé hundida en su cuello. Venía con los párpados pesados pero los ojos abiertos, medio curioso, medio confundido.
- ¡Dios mío, cuánto creció! - Dijo Anne, bajando a Dora para abrirnos paso - A ver, déjame verlo.
Harry le dio un beso en la frente a su madre antes de entregarle a Ollie con cuidado. Yo aproveché para sacar un par de bolsos del maletero, mientras Anne no dejaba de hablarle a los niños como si fueran lo más espectacular que había pisado su casa.
- ¿Esta es la casa de papá? - Preguntó Dora en voz bajita, tironeando de mi mano mientras entrábamos.
- Sí, amor. Acá creció papá - Le respondí, agachándome a su altura - Y ahora vamos a dormir en su cuarto de cuando era joven.
- ¿Y tiene juguetes? - Quiso saber, como si esa fuera la medida de si la casa valía la pena o no.
- Creo que sí - Le dije, guiñándole un ojo - Pero seguro hay más libros que otra cosa.
Subimos todos juntos y Anne nos mostró la habitación. El cuarto seguía teniendo esa mezcla de adolescente y adulto que nunca se va del todo. Pero lo más lindo fue ver la camita que Anne había agregado, bajita y con un acolchado de estrellas lilas que seguramente había comprado especialmente para Dora.
Mientras Harry ayudaba a armar las cosas de Ollie y yo ordenaba nuestras bolsas junto al armario, sentí esa paz rara que solo aparece cuando todo está donde tiene que estar. El olor a madera antigua, la risa de Dora, la manera en que Ollie se abrazaba a su osito, la voz de Anne llamando desde la cocina.