Madison y Harry le habían puesto fin a su relación, ninguno de ellos pensaba que las casualidades de la vida los haría reencontrarse más de una vez... ¿Que sucedera cuando se den cuenta que están atados por un hilo invisible?
Continuación de "You we...
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El mar tenía una calma contagiosa aquella mañana. Desde el balcón, el sol empezaba a teñir de dorado las aguas, reflejando las barcas que se mecían en el puerto. Me había despertado temprano, pero Harry ya no estaba en la cama. La falta de su calor me hizo sonreír: seguro había salido a correr.
Bajé descalza y, como esperaba, lo encontré en el patio, estirando mientras acomodaba la gorra azul en su cabello despeinado.
— ¿Sales solo otra vez? — Pregunté, apoyándome en el marco de la puerta.
Harry levantó la mirada, una sonrisa dibujándose en su rostro — ¿Por qué? ¿Vas a acompañarme esta vez?
—Claro que sí — Respondí, con más seguridad de la que sentía.
—¿En serio? — Su expresión se iluminó, como si no me creyera del todo.
— Si tú puedes hacerlo, yo también.
— Esa es mi chica — Dijo con orgullo, tomando su botella de agua.
Subí rápidamente para cambiarme: top negro, leggings ajustados y una gorra que me ayudaba a mantener mi cabello bajo control. Al bajar, Harry ya estaba listo, apoyado en la pared con una expresión triunfante.
— Te ves bien con ropa de corredora — Comentó con un guiño.
— Deja de hablar y muévete — Respondí, ajustándome los auriculares.
Salimos de la villa al mismo ritmo, Harry a mi lado. Al principio, la brisa fresca de la costa me hizo olvidar el esfuerzo que requerían las primeras zancadas, pero pronto sentí cómo mi cuerpo entraba en sincronía con el suyo. El camino bordeaba la costa, con vistas espectaculares de las aguas cristalinas y el cielo despejado. Harry corría con facilidad, sus movimientos fluidos y sin esfuerzo, como si hubiera nacido para esto.
— ¿Siempre te ves tan feliz cuando corres? — Le pregunté entre respiraciones.
— No te lo dije antes, pero soy como un perro: déjame correr y soy feliz — Respondió entre risas.
Me reí también, intentando no perder el ritmo. Poco a poco, el silencio entre nosotros se volvió cómodo, solo interrumpido por el sonido de nuestras zapatillas contra el pavimento y las olas rompiendo a lo lejos.
Unos kilómetros después, nos encontramos con un pequeño grupo de personas que reconocí al instante: fans. Eran chicas jóvenes, con cámaras y móviles en mano, paradas al borde del camino. Nos vieron desde lejos y pude notar la emoción en sus rostros, aunque no se acercaron. Se quedaron quietas, respetuosas, observándonos mientras corríamos.
— ¿Te has dado cuenta? — Murmuré a Harry, girando apenas la cabeza.
— Sí — Respondió él, sin bajar el ritmo— Son buenas, solo quieren estar cerca.
— Deberíamos saludar.
— Si quieres. Pero mantén el paso, no te vayas a quedar atrás.
Rodé los ojos, pero sonreí. Mientras pasábamos junto a ellas, levanté la mano en un saludo rápido, y Harry hizo lo mismo, sonriendo de lado. Las escuché gritar emocionadas, aunque sus voces se fueron apagando conforme seguíamos avanzando.