POV: Aoom Chatamonchai
En el momento que desperté tuve la tonta ilusión de que lo primero que vería seria el bonito rostro de mi esposa, aun cuando yo era más que consciente de que tipo de personalidad ella poseía, creí ingenuamente que en esta ocasión, tras ser testigo de lo que había ocurrido, habría tomado la decisión de mantenerse a mi lado, aunque fuese solo para asegurarse de que estaba con vida, pero el golpe de realidad me dio de lleno en el momento en que amplié mis parpados observando el blanquecino techo del lugar tan conocido para mis memorias. Con cuidado estiré mis manos queriendo palpar la mano de mi esposa mientras que, de fondo era capaz de escuchar una voz masculina llamándome desde la lejanía, ¿Realmente no fuiste capaz de quedarte? pensé deslizando mi mirada en dirección del sonido. Rápidamente pude notar la presencia de un agotado Chai apareciendo en mi campo de visión con aquel cabello marrón completamente alborotado junto con esas oscuras bolsas bajos sus ojos que indicaba lo poco que había descansado, ¿Cuánto llevas sin dormir?, me cuestione siendo más que consciente que ese tipo de cansancio no sería capaz de reflejarse en tan solo un día, ¿cuánto llevo inconsciente?, me pregunte a la vez que los recuerdos de lo que había sufrido comenzaba a bombardear el interior de mi cabeza, Seungwang, fue todo lo que pude pensar al mismo tiempo que giraba mi rostro queriendo buscarlo en el interior de la habitación. Rápidamente mi corazón se estrujo en el momento que vi como mi pequeño bebe estaba sentado con sus ojos fijos en mi expresión: a simple vista parecía estar genuinamente aliviado de ver que había despertado. Estas bien... pensé sintiendo unas terribles ganas de llorar.
-S-Seun... ¡Cough! ¡Cough!
A pesar de que no había sido realmente mi intención no pude evitar el comenzar a toser al tratar de llamarlo provocando que otra persona apareciera al costado de la cama. El miedo por volver a vomitar sangre frente a mi hijo me hizo llevar impulsivamente mis manos contra mi boca, la sensación de ardor, la misma que tuve el día que bebí ese maldito te lentamente estaba acariciando el interior de mi cuerpo: era tan incómoda la sensación que sentía que mi garganta se cerraba mientras que mis pulmones seguían contrayéndose ante la fuerza de mi tos. Aquel aterrador sentimiento de que me faltaba el aire comenzaba a ponerme de los nervios, con fuerza entreabrí mi boca queriendo llenar mis pulmones, pero el aire simplemente no quería ingresar a mi organismo. Mis ojos se cristalizaron, podía sentir la cabeza caliente ante la fuerza de mi tos mientras que unos dedos se envolvían alrededor de una de mis muñecas tratando de llamar mi atención. La desesperación que estaba pasando en aquellos instantes me impidió el prestarle atención al extraño que había osado tocarme.
No era capaz de despejar mis pensamientos, el miedo aterrador de morir antes que Meena me abrumaba. La tos continuo en todo momento, no podía tranquilizarme, y estaba completamente segura que no hubiese sido capaz de calmarme si no fuese por el hecho de sentir aquel calor envuelto en la zona donde los dedos ajenos estaban envueltos, ¿Huh?, pensé en el instante que me percate de aquella nueva sensación comenzando a deslizarse a través de mi muñeca en dirección a mi hombro hasta llegar a mi pecho y cuello logrando por fin el relajar mi apretada garganta; no dude en tomar una buena bocanada de aire que lleno por completo mis pulmones.
Ligeramente más calmada decidí girar mi rostro viendo con cierta confusión aquella mujer de cabello castaño y unas delicadas facciones que harían sacudir las emociones de cualquiera que la viera. Durante los primeros segundos se mantuvo completamente concentrada en trasladar su mana hacia mi cuerpo, así que por eso pude calmarme, pensé manteniendo mi atención fija en su rostro tratando de recordar de donde la había visto. No puede ser... pensé mientras que mis parpados bruscamente se ampliaban, ¿Es la Santa?, me cuestioné sin poder creer que realmente estuviese Charlotte Austin, mejor conocida como la Santa traidora del Imperio Karst curándome. ¿Cómo es posible que estés acá?, pensé sin poder ocultar mi sorpresa, en estas fechas deberías estar muerta, y según los recuerdos que poseía de mi vida anterior, antes de que yo me hubiese casado con Meena, la Santa había sido sentenciada a la guillotina por la Iglesia y el mismo Rey Karst con la excusa de querer eliminar a todo aquel que tuviese intenciones de crear una rebelión, recuerdo perfectamente esa situación ya que el Marques Thaweeporn constantemente se quejaba de que Meena había abandonado el Norte para instalarse indefinidamente en la Capital impidiendo de esa forma que yo pudiese comprometerme con ella. Ahora que lo pensaba, ¿Por qué Meena se fue en aquel momento? Me cuestione manteniendo mi atención fija en como ella continuaba deslizando su mana en mi cuerpo, ¿Qué tipo de relación tenían o tienen para que ahora estés acá?, y no es que estuviese precisamente celosa, más que nada, sentía curiosidad por saber si Meena ya la conocía antes de su muerte o si esto se debía a un efecto causado por mi regresión.

ESTÁS LEYENDO
La Tirana Del Norte (G!P) MeenBabe
RandomElla era una mujer fría como el clima de sus tierras. No tenía emociones, y el desapego emocional era lo suficientemente grande para ser considerado un problema. Los rumores dicen que estaba maldita, era de conocimiento público que nació con una mal...