POV: Meena Chatamonchai
No me podía concentrar, simplemente no importaba cuanto lo intentara para leer los papeles que debía rellenar y tener listo esta misma semana. En sí, mi cabeza no daba señales de querer enfocarse en lo que tenía que hacer. Quiera o no admitirlo, mis pensamientos estaban completamente sumergidos en la existencia de mi esposa, desde sus ojos verdes esmeralda hasta el sonido de su voz, podía sentirla junto a mi reclamándome por cosas que yo no era capaz de comprender y por lo cual tampoco deseaba entender. No me había percatado de ello los primeros días, pero Aoom se había deslizado en el interior de mi cabeza al punto de ya no poder sacarla de ella; comenzaba a volverme loca. Frustrada decidí presionar mis palmas contra la mesa impulsando mi cuerpo hacia arriba para poder levantarme. En silencio arrastre la silla hacia atrás para luego simplemente girarme observando el gran ventanal que tenia detrás de mí. Con clama me crucé de brazos observando el exterior, fácilmente pude notar las flores color verde agua que sobresalían por la nieve, eran las únicas que sobrevivían a este gélido clima, ¿Por qué de ese color? y no podía recordar la razón de porque se habían plantado específicamente esas, micho menos tengo noción del día en que comenzaron a florecer, era simplemente extraño, pero no me importaba lo suficiente como para querer indagar al respecto de ese tema. Ahora que lo pensaba con mayor calma, habían transcurrido dos días desde la última vez que mantuve un tema de conversación con mi esposa, luego de que ella se hubiese encargado de insultarme y abofetearme no volví a verla, ni siquiera cuando por mera casualidad ingresaba en el comedor o caminaba por los pasillos; simplemente se sentía como si, en primer lugar, ella jamás hubiese puesto un pie en el interior del frío Ducado.
En sí no me preocupaba el estado en que se encontraba, yo sabía perfectamente que ella estaba bien porque Chai se encargaba cada vez que tenía la oportunidad de hacerme saber cómo había amanecido. A pesar de que jamás había preguntado por ella, ese idiota continuaba platicándome de su existencia, de esa forma fui consciente en que los últimos dos días se la había pasado bordando o simplemente saliendo hacia uno de los cuatro jardines del Ducado en compañía de un par de escoltas y de su sirvienta principal. Solo porque Chai lo había dejado en evidencia, supe que a Aoom le gustaban las flores verdes que sobresalían de la espesa nieve y de las rosas rojas que estaban en el interior del jardín de cúpula. Francamente yo jamás había ido al jardín, no me gustaban las flores porque eran frágiles, mucho menos había ido al jardín de la cúpula porque está había sido construida como un regalo hacia mi difunta madre; a ella le gustaban las rosas rojas y doradas, porque le recordaban a su amor por mi padre, así que él se encargó de esparcir aquellas rosas por todo el norte, hizo un sobre esfuerzo estúpido para llenar sus tierras de los colores que ella tanto ama, para que al final, cuando su muerte se llevó a cabo por culpa de mi existencia, las flores que en algún momento estuvieron resplandeciente ahora simplemente se trataban de tallos secos en tierra muerta. Todas murieron, a excepción de las flores en el interior de la cúpula, aquel recinto era el único que podía mantenerlas bien durante invierno y verano, eso me hacía pensar que las cosas frágiles sólo deben estar encerradas para estar a salvo.
Con calma me llevé una de mis manos contra mi nuca notando desde mi posición como Jeongin hacia acto de presencia junto con la pequeña niña que había sido rescatada de las tierras muertas del Barón Choi, la niña tenía las mejillas rojas al igual que su nariz ante el gélido clima que golpeaba su escuálido cuerpo, aun cuando está más abrigada que mi guardia, seguía temblando como perro mojado lo que indicaba que la ropa no estaba siendo suficiente para calentar su pequeño cuerpo. A pesar de ser tan pequeña y de estar en una vidente desnutrición, no parecía querer detenerse, su hambre voraz por querer tener venganza la estaba manteniendo en pie, pero yo sabía a la perfección que eso no dudaría por mucho tiempo; tarde temprano la frustración la consumiría, aun así Jeongin le entregó la espada y la ayudó a practicar intentando lo más seguro no hacer que la niña se diese por vencida con tanta facilidad. La mocosa carecía de fuerza, no podía sostener bien el arma por mucho que la intentara, eso me pareció patético porque me recordaba a mi yo de pequeña. Ahora que veía la mocosa, luego de haber asesinado con mis propias manos a Jooheon no me tomé la molestia de saber que había ocurrido con ella, asumí que mis guardias harían el trabajo de mamá y papá que tanto la niña anhelaba y necesitaba, así que el hecho de notar que Jeongin estaba siendo severo, pero a la vez amable con la niña me hizo entender que no había necesidad que yo interfiriera.
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La Tirana Del Norte (G!P) MeenBabe
De TodoElla era una mujer fría como el clima de sus tierras. No tenía emociones, y el desapego emocional era lo suficientemente grande para ser considerado un problema. Los rumores dicen que estaba maldita, era de conocimiento público que nació con una mal...