POV: Meena Chatamonchai
A pesar de que mi esposa hizo su mejor esfuerzo por permanecer despierta el mayor tiempo posible, al terminar nuestro acto de amor y de ducharnos como correspondía no tardó en caer rendida sobre la cama con mis brazos desnudos rodeando su delgada figura en manera de protección. En un completo silencio deslicé una de mis manos hacia su nuca sintiendo como ella presionaba su nariz contra mis clavículas, me mantuve a su lado sintiendo el calor que su cuerpo emanaba dando directo contra mi torso, en cualquier momento el sol saldrá... debo marcharme antes de que eso suceda, pensé con mi mirada fija en los grandes ventanales cubiertos por las gruesas cortinas que ayudaban a que la habitación continuase estando en plena oscuridad, tendré que nuevamente abandonarte, pensé sintiendo el latigazo doloroso dando directamente contra mi corazón. Si debo ser completamente sincera, solo necesitaba que mi esposa me lo pidiera para que yo decidiera quedarme, mandaría al carajo todas mis responsabilidades con tal de poder estar presente en el desarrollo de su embarazo, quería estar a su lado, quería vivir este momento porque no sé si tendré la oportunidad de nuevamente vivirlo, pero era consciente de que ella no volvería a suplicar y que yo no podía tirar todo a la borde por un mero capricho por mi parte, tenía esta maldita responsabilidad, y debía terminarla aun si no lo quería hacer.
Suspiré con pesadez al mismo tiempo en que agachaba mi cabeza besando suavemente su coronilla, no tardaré, pensé mientras que cerraba mis párpados tratando con todas mis fuerzas el poder mezclar mi aroma con el suyo.
-Regresaré lo más rápido que pueda- murmuré para luego besar nuevamente su cabeza sintiendo como ella llevaba sus dedos contra mis costillas tocando a su antojo todo mi torso desnudo.
A pesar de que la vergüenza me mataba, aun así, me mantuve quieta, teniendo toda la intención de poder memorizar cada sensación que ella me brindaba sin siquiera estar consciente de ello.
Tras pasar unos minutos más sosteniendo su cuerpo, decidí simplemente dejarla en libertad. Con calma me deslicé del colchón hasta lograr sentarme en el borde de esta misma, como era de esperarse rápidamente mi esposa se removió de su sitio como si instintivamente estuviese buscando mi calor, no hagas eso, pedí al mismo tiempo en que me inclinaba tomando la almohada que anteriormente había estado bajo mi cabeza, por favor... no pongas esa expresión, supliqué mientras que le entregaba el material. Tuve que tragar el nudo que se formó en mi garganta tras ver la manera en que ella se aferró a ese pedazo de tela. Con la mandíbula tensa y el malestar azotando continuamente mi cabeza, me levanté, ni siquiera tuve el valor suficiente como para poder mirarla, solo me bastó verla abrazando la almohada para saber que no iba a permitir estar demasiado tiempo lejos de su calor.
Temiendo que mi esposa despertara y se diera cuenta de mi ausencia, hice lo mejor que pude para caminar hacia mi armario sin hacer ningún tipo de ruido. Tras llegar lo primero que tome fue una camiseta negra y unos pantalones del mismo color. Me vestí lo más rápido y silencioso que pude, al terminar, ni siquiera me digné en mirar atrás, sabía que me lanzaría nuevamente a la cama si la veía, así que me negué a permitir cualquier posibilidad de cometer un error.
Con los labios sellados caminé directamente hacia la salida siendo consciente que mi ropa original seguía tirada en el baño en espera a ser tomada.
Cabe aclarar que mi intención original era simplemente ir al baño, cambiar la ropa que estaba utilizando por la sucia y desgastada con la que había llegado y tomar el pergamino para poder regresar donde correspondía, pero tras abandonar mi habitación, mis piernas no dudaron en traicionarme yendo directamente hacia la habitación del mocoso, ¿Por qué?, fue lo primero que pasó por mi cabeza tras notar la oscuridad que envolvía el pasillo, ¿Por qué tengo que ir a verlo?, y no podía entender mis propios sentimientos aun cuando en más de una ocasión había aceptado lo que sentía. En silencio seguí mi camino hasta llegar a la habitación ajena, ¿Por qué nadie lo esta escoltando?, me pregunté tras percatarme que, ni mi esposa, ni Seungwang parecían estar siendo escoltados, ¿Dónde carajos están los malditos guardias?, si nadie me daba Una respuesta clara, estaba segura de que los mataría a todos.

ESTÁS LEYENDO
La Tirana Del Norte (G!P) MeenBabe
RandomElla era una mujer fría como el clima de sus tierras. No tenía emociones, y el desapego emocional era lo suficientemente grande para ser considerado un problema. Los rumores dicen que estaba maldita, era de conocimiento público que nació con una mal...