Dylan Dagger.Acaricio la espalda de Elizabeth mientras su cuerpo tiembla sin control. Solloza con furia, jadeando de dolor, aferrándose a su vientre con fuerza. Su piel arde con fiebre.
—Quiero morir —susurra, una y otra vez, desde que la soltaron.
—No digas eso —le pido, sosteniéndola con firmeza—. Podemos aguantar un poco más. No voy a dejar que gane.
Levanta la mirada y el cansancio en sus ojos me golpea con brutalidad. Parece una muñeca rota. Su rostro está cubierto de moretones oscuros y el blanco de sus ojos se ha teñido de rojo. Me destroza verla así, tan destruida.
—Déjalo ganar —murmura, temblorosa. Su voz ya no es dulce ni melodiosa, es ronca y vacía—. Solo quiero que pare. Déjalo ganar, Dylan.
Sus palabras no son un arrebato; son una súplica desde lo más profundo de su ser.
No me queda más que abrazarla con todas mis fuerzas, tratando de sostenerla, aunque sé que eso no es suficiente.
Lloro en silencio mientras la mezo entre mis brazos. Elizabeth no deja de sollozar, hipea desesperadamente, su respiración entrecortada, incapaz de recibir suficiente oxígeno por sí sola.
La sostengo con más fuerza, apoyando mi mentón sobre su cabello empapado de sudor. Su respiración es errática, y cada jadeo suyo me hace sentir más impotente.
—Aguanta, Lizzy —susurro contra su frente—. Nick nos encontrará.
Ella suelta una risa amarga, quebrada.
—Si nos encuentra, será para enterrar nuestros cuerpos.
Cierro los ojos con fuerza. No quiero que lo piense, no quiero que lo diga.
—Eso no va a pasar.
Ella no responde, solo deja escapar un suspiro tembloroso y oculta el rostro en mi cuello. Sé que está perdiendo la esperanza, y eso me aterra más que cualquier tortura.
Las puertas de la celda chirrían y ambos nos tensamos. Un haz de luz entra a la habitación húmeda y pestilente, iluminando por un segundo los charcos de sangre en el suelo.
Montgomery.
Camina con su usual porte arrogante, las manos en los bolsillos de su costoso abrigo.
—Qué escena más conmovedora —dice con sorna, inclinando la cabeza—. Casi me dan ganas de dejarlos ir.
Me pongo de pie de inmediato, ubicándome frente a Elizabeth, bloqueándolo con mi cuerpo.
—Lárgate.
Montgomery sonríe con suficiencia.
—Siempre tan valiente, Dagger —se burla—. Pero ¿cuánto más crees que puedas protegerla?
Hace una seña y dos de sus hombres entran. Uno de ellos me toma por la camisa y me arranca de Elizabeth, empujándome contra la pared con un golpe que me deja sin aliento.
—¡No! —grita ella, su voz desgarrada.
Montgomery se arrodilla a su lado y le toma el mentón con rudeza, obligándola a mirarlo.
—¿Lista para rendirte, preciosa?
Elizabeth no responde, pero la furia en sus ojos es suficiente para hacerme sentir un destello de esperanza.
—Di lo que quieres —susurra, parpadeando con esfuerzo—. Termina con esto de una vez por todas.
—Tú no das órdenes. Yo lo hago.
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La Herencia Blackwood
Mystery / ThrillerTras cinco años de ausencia, Elizabeth Blackwood regresa a Inglaterra para despedirse de su último familiar. Pero su retorno la arrastra hacia un abismo sombrío, donde las mafias internacionales -rusa, mexicana, italiana, japonesa e inglesa- juegan...