Secuestro. •YM•

80. Resaca.

El reloj marcaba las 3:07 p.m.

La luz del sol entraba por la ventana de la habitación de Jimin, iluminando el desastre de sábanas revueltas y ropa esparcida por el suelo.

Su cabeza latía con un dolor sordo, un recordatorio cruel de la resaca que lo atormentaba desde que despertó.

Se cubrió el rostro con una almohada y gruñó.

—Nunca más vuelvo a beber así... —murmuró, su voz apagada contra la tela.

Pero el alcohol no era lo único que lo atormentaba.

Había visto a Yoongi.

O lo soñó.

Jimin se sentó en la cama de golpe, apretando los ojos mientras un mareo lo sacudía.

No, no lo soñó.

Realmente lo vio.

Y realmente arruinó su proyecto.

—Eres un tonto, Park Jimin... —se reprochó, revolviéndose el cabello rosa con frustración.

Seguramente Yoongi había trabajado semanas en eso, y él... él lo había destrozado en segundos.

Su reencuentro fue un caos, nunca lo imaginó así.

—Porque tenía que estar ebrio...

Se culpó recordando, que tenía que hacer ahí.

Y lo extraño era el motivo por el cual su lobo lo llevó hasta allí.

Jimin frunció el ceño y apoyó la cabeza contra sus rodillas.

Porque ahora que estaba sobrio...

Podía recordarlo.

La forma en que su lobo insistió en seguir ese aroma.

El modo en que, aunque Namjoon estaba cerca, su instinto no lo buscó a él.

Su pecho se apretó.

—¿Por qué? —susurró, esperando una respuesta que nunca llegaría.

Y entonces lo sintió.

Un leve tirón en su interior, la esencia de su lobo, silenciosa pero presente.

No estaba inquieto, ni molesto.

Solo expectante.

Esperando a que Jimin se diera cuenta por sí mismo.

Jimin tragó saliva.

Namjoon era su predestinado.

Pero no lo amaba.

Su atracción por él no era más que el eco de un instinto.

Nada más.

No lo conocía.