Secuestro. •YM•

75. Recuerdos.

Jimin había perdido la cuenta de cuántas terapias había tomado.

Tres veces por semana, durante tres meses.

Noventa días aprendiendo a calmar la tormenta dentro de él, tratando de entender por qué su corazón aún dolía y por qué su lobo, después de todo, seguía siendo tan frágil.

Yoongi realmente se fue.

Eso era lo que había querido, lo que le había pedido con lágrimas en los ojos.

Pero nunca imaginó que sería así.

Sin una última palabra.

Sin una actualización en Instagram.

Sin señales de vida en ninguna de sus redes.

Se fue y lo olvidó.

—Me olvidó tan pronto... —murmuró para sí mismo, con la mirada perdida en el techo de su habitación.

El cumpleaños del alfa estaba cerca.

Hace un año, había imaginado que definitivamente lo pasarían juntos.

Entregaría muchos regalos, y abría muchos besos chiquitos de por medio.

Que su alfa lo tomaría de la mano, que y agradecería por su regalo especial, que lo abrazaría fuerte y lo llamaría "su pequeño omega".

Pero ahora... ahora tenía que aceptar que eso no pasaría.

Yoongi no volvería.

Jimin cerró los ojos, respirando hondo.

No importa.

Había pasado meses llorando, sintiéndose atrapado en un ciclo de dolor que no parecía terminar.

Pero entonces su psicóloga le mostró algo que cambió todo.

—Tu lobo es joven, Jimin.

Él la miró, confundido.

—¿Joven?

—Inmaduro, sin experiencia —explicó con calma—. Se aferró a lo que conocía, creyendo que sería para siempre. Pero las relaciones no funcionan solo con instinto. Se necesita aprendizaje, crecimiento, algo que no tenías.

Jimin había fruncido el ceño.

¿Su lobo era inmaduro?

Nunca lo había pensado así.

Pero poco a poco, las palabras comenzaron a hacer sentido.

Su lobo había creído que el amor era simple.

Tan simple como un secuestro exprés.

Que elegir a alguien significaba estar con esa persona por siempre.

Que nunca habría dudas.

Que nunca habría conflictos.

Que el destino no se interpondría en su camino.