#415: The Holder of Malice

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución de salud mental o centro de reinserción social a donde puedas llegar. Cuando alcances el escritorio principal, pregunta por visitar a quien se hace llamar El Portador de la Malicia. El recepcionista no te mirará, pero empezará a convulsionar ligeramente. Mientras escupe saliva sobre la mesa, te responderá en un tono furioso, pero en voz baja: "¿Cuándo va a estar listo?". Si no respondes de inmediato con: "Cuando conozca la tranquilidad" en un tono calmado y metódico, aléjate y piensa en la persona que más amas, pues será tu último pensamiento antes de desaparecer.

Si el recepcionista se ve satisfecho con tu respuesta, calladamente se levantará, aún rehusándose a mirarte y constantemente babeando lo que ahora parece un líquido espeso y viscoso de color más oscuro. Apuntará a su izquierda y te pedirá que te vayas. Mirando a tu derecha, verás un pasillo en ruinas, con papel tapiz hecho andrajos y puertas entreabiertas con las ventanas rotas, recubriendo un camino que conduce a un vacío negro.

Aquí es donde comenzarás a sentir la ira. Mientras caminas hacia el abismo, oirás susurros venir desde las puertas. Ellos te contarán historias de errores horribles hechos a gente de todo el mundo. Te dirán todas las razones por las que el mundo está destrozado, y por qué fuiste parte de ello. No las escuches, no importa lo convincentes que puedan ser. Continúa caminando sin mostrar ninguna emoción. Si sucumbes ante la furia dentro de ti, tu cuerpo y mente estarán sometidos a los horrores de los que las voces hablan.

Finalmente llegarás al final. Ante ti habrá otra puerta de la misma calidad y descuido que las otras. Una vez la toques, las voces se volverán en gritos de rabia. Su enfermizo odio comenzará a impregnar tu psique, y si lo hace, no resistirás la tentación de destriparte con tus propias manos. Debes abrir rápidamente la puerta, entrar y cerrarla.

Alrededor de la habitación verás muros de concreto, teñidos con lo que parece ser sangre. El suelo está cubierto de cristales rotos de diferentes longitudes, todos irregulares y cubiertos de mugre y suciedad. El lugar es pequeño, iluminado sólo por una ampolleta que cuelga del centro del techo. La luz no parece alcanzar las esquinas de la habitación, pero estará visible en la esquina derecha inferior un hombre semidesnudo. Él lleva múltiples cicatrices, de las que aún emana sangre fresca. Él te mirará con una cara retorcida de furia, sin pestañear, evidentemente debido a que se ha arrancado los párpados.

Escupirá en tu dirección y te maldecirá. Describirá todas las formas de tortura que te hará. Gritará, y cuando lo haga, las voces regresarán con fuerza, creando la más vil y retorcida cacofonía que violará tu mente. Describirán todas las caídas de tu vida. Te gritarán, pidiéndote saber por qué le has fallado a tus seres amados. Mirarás abajo y verás el vidrio. Debes negarte a ti mismo el placer decadente de la muerte, pues no se te dará esa alegría aquí. Todo lo que harás es sentir el dolor del hundimiento del vidrio en tu carne, siempre pensando en que la próxima puñalada será la que te liberará de la carga de vivir. Desafortunadamente, todo lo que te traerá es dolor, como hace el hombre siempre intentando poner fin a su vida, pero sólo logrando perpetuar su sufrimiento.

Si te las arreglas para soportar sus aullidos malditos lo suficiente, se detendrán. Levantarás la mirada y verás al hombre, ahora completamente recuperado. Él caminará hacia ti y te dará la mano. Ahora sentirás su furia pulsar en tu cuerpo. No mates a este hombre. En su lugar, dile: Gracias por mostrarme la tranquilidad, y responde su saludo.

Cuando lo sueltes, el mundo se volverá negro y caerás inconsciente. Una vez despiertes, estarás en el pórtico de la institución, sosteniendo una pequeña piedra blanca.

Esta piedra es el Objeto 415 de 538. Acallará los pensamientos impuros contra tu persona en un radio de 4 metros y medio, pero sólo si eres puro de mente y cuerpo. ¿Puedes controlar tu bestia interior para ayudarnos a todos?

Los portadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora