#341: The Holder of The Loop

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Antes que decidas partir en esta búsqueda, es menester que lleves contigo el Objeto 114: El Amuleto de la Reencarnación, pues sin él, estarás enfrentándote a un destino tan hórrido y oscuro que el sólo hecho de describirlo podría sacudir los cimientos de tu alma producto del miedo. Se advierte, Buscador, que desde el momento en que decidas emprender esta búsqueda, ya no habrá vuelta atrás.

Ve, usando algún vehículo motorizado, a cualquier autopista en la ciudad en la que vivas, preferentemente durante la madrugada. No es obligatorio, pero necesitarás discreción, además de evitar en lo posible la presencia policial, vigilancia u otros vehículos que puedan estar utilizando la vía. La razón es simple: deberás conducir contra el tránsito.

Si lo deseas, puedes ir oyendo música relajante, pero procura ir rápido. Cuando tu vehículo alcance la máxima velocidad permitida, el Amuleto se levantará, ingrávido, delante de tus ojos. Ésta es la señal de que debes chocar contra algún obstáculo. Si hiciste bien, serás arrojado fuera de la realidad, y caerás en el suelo, intacto y sin dolor.

El lugar donde estás es similar a una ciudad común, sólo que es monocromática, y tan lejos como la vista alcanza, verás estampado, pintado, tallado o rasgado, el símbolo de la lemniscata. A donde quiera que mires, habrán afiches que parecen publicitarios con ese símbolo, graffitis, en las portadas de los libros, en todo lugar posible y de manera casi omnipresente, como si se tratara de la representación gráfica de una deidad suprema.

Ten mucho cuidado, pues este lugar, si bien parece muy natural, no lo es en absoluto: acabas de estar en un espacio donde el tiempo no gobierna, donde la entropía parece acelerarlo y retrasarlo al mismo tiempo, y perturbar este medio atemporal y supratemporal implica ser desgarrado en el lienzo espacio-temporal una y otra vez; esa es una experiencia que ningún ser, ni siquiera un Holder puede comprender sin arrastrarse a la locura.

Entre la aparente quietud de tus alrededores, verás a otros Buscadores, todos ellos llevando un amuleto. Que sepas que ese amuleto es, de hecho, exactamente el mismo que tienes ahora, y los Buscadores que ves son todos los que lo han obtenido antes que tú. Deberás quitarles los amuletos a los demás, y evitar que te arrebaten el tuyo. Cada vez que lo logres, el Buscador parecerá desintegrarse, mientras pasa a un plano de existencia mucho más allá del entendimiento humano, sufriendo eternidades de infinita tortura. No dejes que tu amuleto caiga en manos de otro Buscador, o tú sufrirás ese destino, mientras a tu victimario le es concedida la oportunidad de reemplazarte en vida. Todas tus vivencias, desde tu nacimiento hasta tú búsqueda por este Objeto, quedarán relegadas a él, y tú te perderás sin retorno por el más grande caos que fuerzas cósmicas puedan generar.

Si te las arreglas para vencer a los demás Buscadores, verás que cada lemniscata brilla de un color diferente. Algunos pertenecen al espectro visible, otros no los puedes ver, y otros no fueron hechos para ojos humanos. Dirígete a una de ellas, pon tu mano sobre el centro de ésta y grita: Quiero que el principio y el final se disgreguen.

Las lemniscatas se desharán en hilos, cada filamento unido con el otro, formando una aún más grande. Ve hacia su centro y destruye su punto de unión, luego quítate el amuleto y lánzalo. La ciudad comenzará a tornarse de color, y a tu alrededor atestiguarás una representación de lo que había antes del principio: aquello que no debería estar, pero existe, y que precede a la creación de lo que conocemos como tiempo. Si tu cordura no es destruida tras esta revelación, verás de forma increíblemente rápida la transición desde el inicio hasta el fin, sobre aquella ciudad. Al final, todo se desgarrará, y reaparecerás, con el amuleto aún en tu cuello, sobre tu cama. En tu velador o mesa de noche encontrarás la forma física de uno de los hilos que componen el tejido temporal, con sus extremos ligados.

El hilo es el Objeto 341 de 538. El inicio y el fin están conectados. Su reunión los separará, y el caos reinará.

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